12/23/2018 0 Comments Cuánta luz dentro...Autoría de la ilustración desconocida Ha querido llegar esta carta a caballo entre la luna llena y la víspera de navidad: justo en el día de en medio. Y es que, en esta luna sabia me surge traer, más que palabras mías, las palabras de otras. En concreto las de una mujer, sabia de veras, de la sabiduría del corazón, pues todo su saber proviene de la experiencia, de la experiencia de estar metida en el embrollo y saber no dejarse atrapar por él, saber mantener la mirada siempre del lado de la luz, sin que eso implique ausencia de dolor, ni dificultad. Hablo de Etty Hillesum. Años llevo leyendo cosas de ella aquí y allá, cogiendo su diario y leyendo algunas cartas. No ha sido hasta esta última semana me embarqué en leer sus cartas y me pasé varios días conmocionada, durante la lectura y después de ella. Aún ahora, casi una semana después, laten los ecos de todo lo que con sus palabras se ha despertado. En estos días en los que varios pueblos celebran de distinta forma la llegada de la luz que el solsticio de invierno anuncia, me viene con fuerza el sentido que Etty Hillesum le da a Dios, un sentido completamente alojado en el cuerpo, interno a la vez que externo. Wanda Tommasi explica que para ella Dios es “la parte más recóndita de sí misma, en la que ella encuentra paz, quietud y equilibrio”. Esa parte que entiendo esta luna llena, la de la oscuridad, la de la sabiduría que residen en lo más profundo de cada ser, viene a mostrarnos. Anoche, después de una larga y preciosa conversación con una querida amiga, salimos a la calle. Era ya el día de hoy. Frente a nosotras, Sierra Nevada nos regalaba una de sus más preciosas estampas, esas que solo los ojos acostumbrados a la oscuridad pueden disfrutar. Nos quedamos asombradas por la potencia de la luz con la que todo podía verse. Después de las palabras lanzadas con el deseo de mostrar e iluminar, nos vimos ahí, bañadas por tanta claridad en medio de la noche oscura. “Cuánta luz dentro contigo y fuera con la luna” me regaló mi querida. Esa luz provenía de ofrecer un ratito a la mirada interna, de mirar hacia dentro, de dejarnos reposar en lo más profundo, juntas. A ese espacio de reposo, a ese espacio de silencio interno, que puede ser compartido o no, es a lo que Etty llama Dios, fuente de todo amor, presencia y sabiduría. Si, tras un laborioso proceso que ha ido avanzando día a día, conseguimos abrirnos paso hasta las fuentes originarias que tenemos dentro, y que yo llamaré Dios, y si luego conseguimos que ese paso permanezca libre, 'trabajándonos a nosotros mismos', entonces nos renovaremos continuamente y ya no tendremos que preocuparnos de agotar nuestras fuerzas. E.H. Para Etty, Dios es la fuente, el lugar de toda renovación, el lugar primero donde la vida se regenera constantemente. Un lugar situado internamente y en el reposo del silencio. Ese lugar que a mí me recuerda continuamente la luna, la menstruación, las palabras de otras salidas directamente desde el corazón. Mi madre. El solsticio. Y la navidad. Que el invierno, el nacimiento, el frío, la luna, la menstruación, el encuentro con las personas queridas y con cada una se nos muestren como los caminos que llevan a ese lugar y, ahí, podamos atender al silencio interior, podamos reposar en nosotras mismas y albergar dentro de nuestro cuerpo, tal María, la más alta divinidad. Estas palabras tienen la intención y el deseo de seguir generando más palabras y pensamiento alumbrador. Con el deseo de ofrecer un espacio donde poder compartirlo, está funcionando el grupo de Facebook para las mujeres subscritas a la Moonletter. Si aún no estás dentro y quieres participar, puedes solicitar la inclusión aquí. En esta ocasión, la propuesta es compartir en torno al sentido que Etty le da a Dios y cómo lo alberga dentro de ella. Para las que queráis profundizar más en los escritos de Etty Hillesum y en concreto en el sentido de Dios aquí presentado, os remito al artículo de Wanda Tommasi que podéis descargar aquí. El sentido de Dios como mirada interna, como silencio y reposo, es el que para mí se abre por sí mismo durante la menstruación. Es el sentido que guía el taller de Inspiración de “Las 4 caras de la luna”. La próxima danza de este taller será pasadas las fiestas, los días 19-20 de enero en Cabra. Aquí tienes la información. Sería un gusto verte danzar en el grupo. En este otro enlace, como siempre, te dejo la información de las próximas actividades que realizo. Si consideras interesantes las palabras y las reflexiones que aquí se plantean, te agradezco la difusión desde el corazón con otras mujeres, animándolas a que se den de alta para recibirlas personalmente. Este es el link para apuntarse a recibir la "moonletter". La próxima entrega en torno del 6 de enero, día de luna nueva. Con un profundo deseo de que estas palabras hayan alumbrado, me despido, como siempre, profundamente agradecida por vuestra presencia.
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10/9/2018 0 Comments El gobierno de la lunaEntrar en el gobierno de la luna es entrar en el misterio de lo femenino, es completar la vuelta al ciclo para pasar por la regeneración y volver a nacer. Este volver a nacer, pasa, una y otra vez, por regresar al orden materno para resurgir desde él. El momento en el que una adolescente o pre-adolescente se encuentra las primeras gotas de sangre en sus bragas o en el papel al limpiarse es recordado de por vida. Más allá de la forma en la que fuera vivido, ese momento abre una puerta que, a medida que pasen los años, se irá haciendo más grande: es la puerta a vivir en su propio cuerpo los ciclos que, hasta el momento, ha vivido de forma externa; una puerta de entrada lo misterioso, a la parada, al ser. El poder o el principio de la luna es lo que significa la palabra “menaraquia”. Oí por primera vez, o al menos eso creo, la palabra menarquia pasados los 30 años. No soy la única. Cuando la descubrí me pareció tan bonita que, cual niña o extranjera que acaba de aprender una palabra nueva, buscaba constantemente el momento de usarla, especialmente si me encontraba entre mujeres. Es con el uso continuado de este término he descubierto que no soy la única que la conoció con más de tres décadas a sus espaldas. Me he encontrado con muchas mujeres que, sabiendo lo que es la menopausia y habiéndola pasado, no conocen el término menarquia. Este desconocimiento me parece importante a la vez que simbólico. El término menarquia, sobre el cual además hay distintas opiniones sobre si contiene un hiato final (marcado por la tilde sobre la i) o diptongo (sin marca de tilde), es un término considerado médico por la RAE frente a su hermano menopausia, que no disfruta de tal catalogación. Conociendo o no el nombre, es un momento recordado por todas y, aunque por pocas es hablado, hay mucho deseo de ser nombrado. De esto soy testigo constantemente en los talleres presenciales que imparto. A la mínima de empezar a hablar de menstruación, comienzan a salir las historias de menarquia y yo, a la vez que me sorprendo, me pregunto muchas cosas. Entre otras, me surge la pregunta de si será la propia menarquia, más allá de la necesidad o el deseo de la menarca, la que nos impulsa a hablar de ella, la propia vida que nos impulsa a nombrarla. El gobierno de la luna llega precisamente con el desarrollo de las hormonas llamadas sexuales, hormonas causantes del cambio del cuerpo de las niñas hasta convertirse en adultas. Varias corrientes de pensamiento entienden que la identidad de la criatura termina de separarse de la de la madre o figura de apego en la adolescencia1. A nivel orgánico, la primera sangre menstrual es una de las muestras que el cuerpo nos ofrece de la producción de hormonas sexuales. En concreto, nos informa del inicio del ciclo menstrual o sexual-recreador. Según la doctora Christiane Norhtrup en su libro Madres e hijas, las hormonas sexuales llevan segregándose ya algún tiempo (puede que hasta 2 años antes del primer sangrado), las mamas han crecido y probablemente también tengamos ya vello púbico. Nuestro índice de grasa corporal será mayor del 17% y para que el ciclo sea ininterrumpido deberá ser superior 22%. Nuestro cuerpo comienza a prepararse para crear y recrear la vida, lo cual enriquece no solo la vida de la mujer, sino de toda la comunidad. Por ello este momento ha sido celebrado de diversas formas a lo largo de la historia y el planeta. Dentro de los pueblos que marcan este momento como uno de máxima importancia para la comunidad en general y para la mujer en particular encontramos a los Pigmeos. Esta tribu considera la primera sangre menstrual como un regalo. Toda la comunidad participa en una festividad llamada elima, una fiesta considerada de las más felices y divertidas de toda la vida. Según nos cuenta Lara Owen en su libro Her blood is gold, la fiesta de la elimaconlleva todo tipo de juegos en la selva. Además, las mujeres mayores de la comunidad se reúnen con la menarca en la llamada “casa elima”para darle consejos y explicaciones solo entre mujeres. Allí “las chicas aprenden canciones de las mujeres y todas cantan muy alto a través de la selva para que todo el mundo pueda saber que ellas son las Bamelina, las gente de elima, las chicas que han sido bendecidas con la sangre y son ahora mujeres”. ( 2008: 36) Otra tribu que celebra este momento es la de los Dagara, en Burkina Faso. La celebración consiste en una iniciación realizada entre los meses de diciembre y febrero para todas las chicas que han pasado la menarquia en el año que acaba de terminar. En ella las jóvenes inician un proceso de guía por parte de las mujeres de la tribu en diferentes cuestiones entre las cuales sexualidad e intimidad. Este proceso continúa durante un largo periodo de tiempo. Estas son dos muestras de cómo algunas culturas tribales que mantienen vivo el poder de lo femenino se entiende la llegada de la menarquia. En algunos países de tradición cristiana, algunas estudiosas parecen haber encontrado rastros que relacionan la primera comunión con celebraciones celtas de rituales de paso de la niñez a la edad adulta. Niñas y niños púberes en procesión vestidos de blanco y adornadas con flores traen a la mente la procesión del Corpus Christi en la que es tradición que las y los que han pasado por el ritual de la primera comunión festejen ese momento con la comunidad. Este día se celebra la solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo, cuerpo y sangre que dan la vida. Antes de atribuir estos poderes al cuerpo de Cristo, eran poderes atribuidos a la diosa madre ya que de ella y de las que tienen cuerpo de mujer proviene el milagro de la vida a través de la sangre y de su cuerpo. Tiene sentido, por lo tanto, que las niñas y los niños que han pasado a tener en sí el don de la creación y recreación de la vida, acompañen al cuerpo de Cristo ahora, y al cuerpo de la Diosa Madre, entonces. Nosotras también celebramos, sin importar la edad que tengamos, la llegada de la menarquia como símbolo de nuestra capacidad creadora, una capacidad que va mucho más allá de ser madre y que no nos determina a serlo. Si esta frase te hace perderte un poco, sigue leyendo aquí. 10/2/2018 2 Comments Sangre de vidaIlustración de Raquel Riba Rossi Son muchas las voces que encontramos a lo largo de la historia en defensa de la menstruación, voces femeninas que se alzan libremente introduciendo en el mundo su experiencia de la menstruación ante la tremenda propaganda impulsada tanto por la religión como por la filosofía y la llamada ciencia médica. Probablemente, una de las más famosas sea Hildegarda de Bingen, una de nuestras abuelas sabias europeas conocidas. A lo largo de su vida no tuvo reparo en amonestar públicamente a varios hombres “santos” y “sabios” de su época. Una de sus amonestaciones fue precisamente en relación a la larga lista de impurezas que sobre la menstruación refleja el Antiguo Testamento. Frente a esto, Hildegarda afirmó que “lo verdaderamente impuro no es la sangre menstrual, sino la sangre de las guerras”. Esta afirmación está llena de autoridad femenina, es decir, de la fuerza de vida que pone la vida en el centro de la misma. Algo parecido afirmó Judy Granh en la década de los 40:
Además de declarar públicamente su desacuerdo con afirmaciones de los textos sagrados, Hildegarda también trató la menstruación en sus libros de medicina. En concreto en el Libro de medicina sencilla hace un análisis de los humores corporales referidos a las mujeres en el que le quita todo el sentido peyorativo dado por los médicos anteriores a la sangre menstrual y rescata de nuevo el sentido original de fluido de creación de vida. Hildegarda la presenta como el lugar donde, unido al espermatozoide, se crea la vida. Ante el desconocimiento del óvulo en aquella época (el óvulo fue descubierto mucho después, en 1827) , la capacidad de creación es puesta en la sangre menstrual.
Hoy en día sabemos que Hildegarda no estaba muy alejada de la realidad, ya que la sangre menstrual es un fluido lleno de sustancias con potencia creadora de vida, entendiendo esta “creación de vida” más allá de creación de una criatura humana. Zulma Moreyra en su libro La sangre cura lo explica así: "La sangre menstrual está compuesta por sangre, tejido endometrial, el óvulo no fecundado, mucosa y algunas otras sustancias. Es portadora de hierro, lípidos, proteínas y hormonas de crecimiento, así como nutrientes que estaban destinados al feto en su etapa inicial". Pero no es solo por su contenido en proteínas, hierro y hormonas que es considerada un fluido con potencia de vida, sino por contener en ella un tipo de células madre llamadas “células regenerativas endometriales” que tienen la capacidad de regenerar tejidos y órganos. Estas células diferencia la sangre menstrual del resto de sangre “común”. En este sentido afirma que la sangre menstrual se ha utilizado como medicina desde inmemoriales tiempos para sanar heridas, tal y como lo relata Marlo Morgan en el libro Las voces del desierto al hacer referencia al uso medicinal que hacen los y las aborígenes de Australia. Esta misma idea rondaba también a Hildegarda de Bingen, quien defendió que la sangre menstrual era un remedio contra la peste. El tantra y la medicina tradicional china son tradiciones que también reconocen el potencial creador y reparador de la sangre menstrual. Ante el reconocimiento del potencial regenerador, muchas mujeres comenzaron en los años 70 preguntarse ¿por qué tirarla? Así se retomaron prácticas que se habían realizado a lo largo de la historia, como usarla para regar las plantas al modo en el que aún hoy día realizan los huicholes mexicanos para que la cosecha sea abundante. Tirar la sangre menstrual, recogerla y/o usarla es hoy en día, además de un acto simbólico, un acto político que muchas mujeres están realizando para comunicar su mensaje de la necesidad de una sociedad que de nuevo coloque la vida en el centro de la misma. Recogerla, guardarla y usarla, además de ponernos en relación con el potencial creador y regenerador que en ella se encuentra, implica una revisión de las formas en las que “la recogemos”, de las formas en las que nos relacionamos con ella y de la forma en la que tratamos a nuestro propio cuerpo durante los días de la menstruación. El lema “lo personal es político” se hace cuerpo y evidencia en la forma en la que nos relacionamos con nuestra sangre. La forma en la que nos relacionamos con la sangre es un tema fundamental del taller de Biodanza y el ciclo menstrual dedicado a la menstruación. Aquí puedes encontrar más información sobre el taller y la próxima convocatoria. Asimismo, en el grupo de estudios sobre la menstruación “El descanso del corazón”, mes a mes nos adentramos en distintas prácticas para ir profundizando en nuestra relación con la menstruación, con el descanso, con la reparación y con la sangre. Tener una relación “normalizada” con nuestra sangre menstrual es una puerta a tener una relación normalizada con nuestro cuerpo de mujer, con todo lo que ello implica. Si quieres abrir puertas y espacios nuevos en tu relación con la menstruación y con tu cuerpo, pide información sobre “El descanso del corazón”, un grupo de trabajo centrado exclusivamente en la menstruación en el que, a lo largo de 13 lunas, hacemos un recorrido extenso y profundo por distintos aspectos fisiológicos, históricos, antropológicos y simbólicos de la menstruación. Ya se está preparando la próxima edición que comenzará el 26 de diciembre. 9/23/2018 0 Comments El descanso del corazónDe entre todas las informaciones y datos recibidos sobre la menstruación y su resignificación a lo largo de estos años, hay una historia que, desde que la leí por primera vez, sin conseguir llegar a saber cuánta verdad histórica hay en ella, supe que estaba contando mucho más de lo que decían las palabras que la conformaban. Pasada ya la fase de énfasis investigador en la que busqué y rebusqué hasta encontrar alguna otra fuente que hablara de lo mismo, decidí quedarme con ella y con lo que a mí me enseña y me señala. Cada vez que la cuento, las mujeres y los hombres que la escuchan mueven la cabeza asintiendo ligeramente en un gesto que a mí me corrobora la verdad esencial que hay bajo la historia. La historia en cuestión es la que explica el origen del “descanso social” que, en nuestro caso, es el descanso dominical. La primera de la que leí esta historia fue Lara Owen en su libro Her blood is gold. Después la encontré en otras autoras como Esther Harding. Ellas explican la relación entre el día de descanso semanal en la cultura judeocristiana, domingo o sábado, y la menstruación:
Según esta explicación, el origen del descanso dominical que vivimos en las sociedades occidentales (y occidentalizadas) está en estos días de descanso de toda la comunidad con motivo de la menstruación de la diosa Ishtar. No solo me fascina el hecho de mostrar a la diosa menstruando, sacar paños a las puertas de las casas con tintura roja a modo de banderas o estandartes en las procesiones religiosas, telas que mostraban el sangrado de la diosa y el motivo del retiro, sino que además este era un hecho celebrado en la sociedad por todas y todos, acompañando a la diosa en su descanso. La menstruación es vivida en estos momentos, unos 2500 años antes de nuestra era, como un recordatorio en el cuerpo de las mujeres de la importancia y la necesidad de lo cíclico en nuestras vidas; la menstruación, como un regulador social de los momentos de actividad y descanso; la menstruación, como una manifestación del periodo de muerte dentro del ciclo vida-muerte-vida.
Antes de que el corazón fuera considerado el órgano que simboliza la vida, lo fue el útero. Y tiene mucho sentido, pues es ahí donde se gesta la vida. Antes de que el protagonismo pasara al corazón, el lugar donde la alquimia ha situado el matrimonio y la fusión entre el sol y la luna, el fuego y el agua, lo masculino y lo femenino, se reservaba ese espacio al útero, pues es ahí donde ambos principios se unen para dar forma a la vida. Ambos, corazón y útero, son dos órganos-músculos que laten, que pulsan. La diferencia es que uno, el corazón, lo hace constantemente, mientras que el útero pulsa únicamente en momentos de placer. La otra diferencia es que corazón tenemos todas y todos; útero, solo las mujeres. De esta unión entre ellos proviene el nombre de Sabat: descanso del corazón, de un corazón únicamente femenino, del corazón-útero. Tanto me fascinó conocer todo esto y tanto sentido ha otorgado a mi vida, más allá de que los datos históricos encontrados no hagan alusión alguna a este origen, que esta historia ha dado origen y nombre al grupo de estudios sobre la menstruación online “El descanso del corazón” que inició en enero pasado. Después de años de trabajar con el ciclo menstrual como mapa de la irreductibilidad femenina, así como de la potencia creadora femenina, vi la importancia de hacer un trabajo especifico en la fase de la menstruación, un trabajo en el que mes a mes, en cada menstruación, revisáramos nuestro descanso, nuestro tiempo dedicado a cada una y nuestro autocuidado pues, en muchas ocasiones, seguimos posponiendo el descanso, la parada, la retirada a la que nos abre la puerta la menstruación. Los contenidos de este camino están estructurados teniendo como guía la la rueda lunar del año. Esta es una rueda en la que cada luna llena nos lleva a detenernos para mirar y observar cómo se encuentra la tierra en relación al sol. La primera luna, la de enero, apunta hacia el bienestar y, con él, al autocuidado que, enfocado en la menstruación, nos señala al descanso: la puerta por la que pasar para continuar descubriéndonos con la mirada dirigida hacia el interior. Desde que conocí esta historia los domingos han cobrado un sentido diferente. Quizás, más que diferentes, ahora tienen un plus pues me remiten al origen y me señalan que es el momento de tomarme un tiempo para retirarme del camino. Porque descansar, etimológicamente, significa esto: retirarse del camino para llevar la mirada hacia dentro. Desde entonces, yo misma señalo los domingos en mi calendario. Ilustración de Brunna Mancuso Me parece estar oyéndolo. En un momento, pasan por mi cabeza un montón de expresiones dichas la mayoría por mí en estas casi tres décadas menstruando mes a mes. Otras tantas de las expresiones que me parece estar oyendo han sido dichas por otras mujeres, compartidas en los talleres o en charlas de amigas. Van pasando, una a una, revelando mucha información de la mujer en el momento en el que fueron dichas. A medida que las voy oyendo, noto también como van cambiando los matices, los tonos. Como, mientras que un mes rechazamos y nos quejamos de su llegada, por una amplia variedad de motivos, otro mes estamos esperando su llegada como si se tratase de un ángel salvador. Aquí ya no importan los dolores, los cambios de humor, no importan las citas ni las actividades que tengamos que hacer pues que llegue es lo más importante. Esta es una de las paradojas de nacer en cuerpo de mujer en este momento de la historia. Llevo un tiempo observando los pensamientos que aparecen en mi mente cuando noto su llegada así como compartiéndolos con otras mujeres. A pesar de los años de trabajo y de la forma en la que ha cambiado mi relación con la menstruación, a veces aún sigue poniéndome a prueba llegando en momentos en los que “no estaba preparada”. Los pensamientos que aparecen en esas ocasiones son grandes tesoros pues me muestran caminos por los que seguir transitando. Para muchas mujeres, entre las que me incluyo, el hecho de poner atención a este momento concreto de la llegada de la menstruación, a mes a mes, luna a luna, ha supuesto un cambio en nuestra relación con ella. En muchos casos el paso ha sido una relación difícil, a una relación armónica y de disfrute. La clave, la pista, está en aceptar su llegada. Queramos o no, la vivamos como la vivamos, tener la menstruación es síntoma de salud y, en la mayoría de casos, también de fertilidad, algo que va mucho más allá de ser madre biológica. Imaginaos los pensamientos generales de rechazo hacia la menstruación dirigidos hacia el cambio de luna, de mes, o de estación. Si bien es cierto que muchas personas los tienen ante ciertos cambios, el sentido común, que es una forma de nombrar aquello que va en favor de la vida, nos dice que lo mejor es aceptarlo y seguir con ellos. Lo que a muchas mujeres nos ha abierto la puerta al cambio en nuestra relación con la menstruación es darle la bienvenida. Algo tan sencillo como esto. Sea cual sea la forma en la que llegue, va a estar con nosotras varios días, como lo hace una visita más o menos querida. La bienvenida, siempre, sea como sea la llegada y la estancia, abre una puerta de comunicación, es una muestra de atención y de relación que sutilmente abre posibilidades a otras formas de relación con la menstruación. Sea como sea que la llames, sea cual sea el pensamiento que tengas de ella cuando llegue, más allá de todo eso, tómate unos segundos para darle la bienvenida y recordarte que te acompañará a lo largo de varios días. No se trata de cambiar nada, ni siquiera las palabras primeras que vengan con su llegada, sino de acompañarlas con una bienvenida. Así de sencillo. Si lo haces con cierto sentido, es fácil que cuando se esté yendo, te surja, de forma espontánea, despedirte de ella, al igual que lo harías después de una visita, incluso si esta ha sido tumultuosa. Este sencillo gesto abre una brecha por la que otros sentidos de la menstruación pueden aparecer de forma espontánea. Para recogerlos, es importante seguir atendiendo a los pensamientos y sensaciones que aparecen con su llegada. Así, quizás un día te sorprendas recibiéndola con una sonrisa. Ilustración de Priscila Barbosa Sí, el ciclo menstrual afecta a muchas parcelas de nuestra vida. Por mucho que se empeñen los anuncios, es un secreto a voces. Los dolores y molestias que durante un tiempo fueron la mayor preocupación de las mujeres, han dado paso hoy en día a las virtudes y dones a los que el ciclo menstrual nos abre la puerta. Por eso, más allá de los síntomas con los que se manifieste, cada vez somos más las mujeres que vivimos la ciclicidad como una forma de recuperar sentidos originarios y libres de lo femenino, sentidos que escapan de la pobreza simbólica en la que el patriarcado introduce a las mujeres. Puede que esto te suene a chino, pero si has llegado hasta aquí, te animo a seguir leyendo que ahora viene lo mejor. Uno de esos sentidos libres está relacionado con el deseo y su curso cambiante, como la vida misma, a lo largo del ciclo menstrual. Un deseo que se presenta amplio, rico y diverso, y que difícilmente se deja encasillar. Un deseo que alguna mujeres nombran como “irreductible”. Esto significa que nuestro deseo cambia renovándose continuamente y haciéndose infinito. Antes de seguir, quiero detenerme un momento en la palabra deseo. Si bien algunas podréis estar pensando que hay deseos que no son “sexuales”, me estoy refiriendo al deseo en el más amplio sentido de la palabra, pues parto de la idea de que el deseo propiamente erótico tiene todo que ver con el deseo de vivir en su máxima amplitud. La capacidad de disfrutar de una comida, de un paseo, de una conversación, de un masaje, de un beso o de relaciones sexuales está completamente relacionada. En su origen etimológico encontramos el significado de “libido”, una palabra que designa la energía sexual y cuyo origen indoeuropeo remite a la palabra “amor”. Así que, en la fuente lingüística de la palabra deseo, está el amor. De tal forma podríamos afirmar que el amor es fuente de deseo. Por lo tanto, todo aquello que amemos, será fuente de deseo. De alguna u otra forma son muchas las mujeres que reconocen el cambio de su deseo en sus cuerpos a lo largo del ciclo menstrual. Algunas sienten que tienen más libido durante la ovulación y otras lo sienten aumentar justo unos días antes de que llegue la menstruación. Más allá de cómo se manifieste ese deseo, lo interesante es observar y distinguir hacia dónde nos dirige su movimiento: seguir su curso y su rastro a medida que los cambios y las fases del ciclo se suceden. No existe un único patrón ni una ecuación mágica. Las formas que adopta el deseo a lo largo del ciclo menstrual es diferente en cada mujer, así como puede ser también diferente la forma en la que se manifiesta en una misma mujer de un mes a otro. Decir otra cosa sería caer de nuevo en el encasillamiento del deseo femenino. Lo que sí podemos hacer es trazar mapas, trayectorias comunes o diversas que puedan servir a algunas mujeres de hilo del que tirar para observar sus propios cambios y movimientos pulsantes. Así, es común que muchas mujeres se sientan más dispuestas y con más motivación para mostrarse al mundo, para arriesgarse, hacer cosas nuevas y explorar durante los días después de la menstruación. Esto generalmente se manifiesta de forma diferente en los distintos ámbitos de nuestra vida, así como en cada mujer. En la sexualidad, si atendemos un poco, es probable que sean estos los días en los que nos atrevemos con algo novedoso y distinto, algo enérgico, vital y que suponga una apertura y un descubrimiento. A esta fase le sigue los días de la ovulación. En estos días muchas mujeres, más allá de que sean madres o no, siente con fuerza el deseo de gestar, gestar en el más amplio sentido de la palabra. En algunas ocasiones, gestar toma forma de cuidar, atender, nutrir; en otras, toma la forma de deseo de ser fecundada, de ser penetrada por la vida, de ahí que sean muchas las mujeres que definen las relaciones sexuales durante estos días como las “más animales” de todo el ciclo. Es esta misma energía la que muchas mujeres sienten que quieren “parir” algo al mundo. Tras la ovulación, la posibilidad de fecundación comienza a disminuir y las hormonas comienzan su baile. Son los días de la premenstruación, un momento que muchas mujeres viven con cambios de estado repentinos. Aparecen ráfagas, impulsos de vida. Es un momento donde a muchas mujeres se les aparecen los deseos más profundos, los que han ido dejando de lado esperando un mejor momento. Estos deseos llaman a la puerta y, de forma repetida, regresan fantasías, antiguas motivaciones o pasiones. Muchas dicen sentir la necesidad de atenderlos otorgándoles la importancia que tienen en sus vidas. Finalmente, llegan los días de la menstruación. El deseo que se mueve en muchas mujeres durante estos días está relacionado con la trascendencia, con entrar en contacto con lo misterioso de la vida, con lo indecible. Muchas mujeres cuentan que las relaciones sexuales en esta fase, sean con ellas o con otras personas, no se pueden comparar con nada de lo sentido en otro momento del ciclo. Su manifestación puede ser igualmente “instintiva”, tan “animal” como durante otra fase, pero lo sentido y el lugar al que lleva es diferente. Este es solo un breve acercamiento a las distintas posibilidades de manifestaciones del deseo femenino. Mucho más se puede explorar en este sentido y tú tienes mucho que decir al respecto.
¿Qué se entiende en Biodanza SRT por "Sexualidad"?Sexualidad es disfrutar de la comida, de un masaje, de un paseo, de una conversación. Sexualidad es tomarte el tiempo por la mañana para estirarte aún en la cama, disfrutar del té o el café y de las gotas de agua corriendo por nuestro cuerpo en la ducha. Sexualidad es tener la energía suficiente para dar el impulso de ir a coger aquello que deseas, de acercarte a por lo que sabes que te va a sentar bien y de atrapar la oportunidad de tu vida. Sexualidad es atreverte, lanzarte; es entrar en relación desde la intención de vivir lo que la relación traiga en toda su amplitud. Esto solo para empezar. Para que la sexualidad pueda ser vivida de forma plena y satisfactoria, es necesario que vaya acompañada de los otros potenciales genéticos. No es posible tener una sexualidad equilibrada ni placentera sin el acompañamiento y sostén de los otros potenciales: vitalidad, afectividad, creatividad y trascendencia. Sin impulso de vida, sin un mínimo de cuidado y afecto, sin libertad para variar e improvisar y sin el sentido de amplitud y de relación con el misterio de la vida, la sexualidad que vivamos estará de alguna forma escindida. Esto, que es así en todos los seres humanos, dejando a un lado las preferencias e importancia que para cada persona tenga cada potencial genético, tiene mayor forma y consistencia en la sexualidad femenina. El motivo de ello es el ciclo menstrual. El ciclo menstrual en la sexualidad femenina
Aunque cada mujer es un mundo y son múltiples y diversas las formas que adopta la sexualidad femenina en cada mujer, así como en una misma mujer a lo largo de su ciclo menstrual y vital, se pueden trazar mapas y trayectorias comunes que nos sirvan de hilo del que tirar para observar cómo se manifiesta en cada una de nosotras. Estos mapas no reducen la sexualidad femenina a un modelo que toda mujer debe seguir. Caer en eso sería reducir la sexualidad femenina cuando la intención y el deseo de este escrito es restituirle su amplitud. Con el propósito de traer un posible mapa, trazaré a continuación algunas líneas de relación entre las fases del ciclo menstrual y los potenciales genéticos que se activan como puertas por las que entrar a disfrutar de una sexualidad más plena. Los días después de la menstruación, momentos en los que de forma general las mujeres suelen sentir una mayor energía de vida y actividad, la vitalidad se presenta como la línea a través de la cual la sexualidad se manifiesta. Así, es común que muchas mujeres se sientan más dispuestas y con más motivación para mostrarse al mundo, para arriesgarse, hacer cosas nuevas y explorar durante los días después de la menstruación. En la sexualidad, si atendemos un poco, es probable que sean estos los días en los que nos atrevemos con algo novedoso y distinto que, a su vez, será distinto en cada mujer. A esta fase le sigue los días de la ovulación. Aquí, es la línea de la afectividad la que sirve de cauce al deseo y la pulsación sexual. Son muchas las mujeres que durante estos días sienten más vivo el deseo de gestar en su más amplio sentido. En algunas ocasiones, gestar toma forma de cuidar, atender, nutrir; en otras, se muestra bajo el deseo de ser fecundada, de ser penetrada por la vida. Esta energía impulsa en muchas mujeres el deseo “parir” algo al mundo, de darse y entregarse desde la parte más material de su ser. Tras la ovulación, la fertilidad comienza a disminuir y las hormonas comienzan su baile. Es un momento que muchas mujeres viven con cambios de estado repentinos. Aparecen ráfagas, impulsos de vida. Es la manifestación de la creatividad y de la capacidad de dar orden a todas las cosas que a lo largo del mes y de la vida se han ido quedando “para después”. Muchas mujeres sienten en estos días que se meten a ordenar “el desván”, ese espacio de sus vidas al que llevan tiempo sin atender. La creatividad en estos casos es fundamental para poner orden en esos espacios desde hace tiempo inhabitados. La sexualidad durante esta fase es vivida por muchas mujeres como impulsos y ráfagas cambiantes que las hacen llegar a descubrir lo que quieren realmente. Esto mismo es lo que viven muchas mujeres, a una escala mucho mayor, durante los años de su perimenopausia, la etapa de vida que se corresponde con la premenstruación. Finalmente, llegan los días sagrados, los días de la menstruación. El deseo que se mueve en muchas mujeres durante estos días está relacionado con la trascendencia, con entrar en contacto con lo misterioso de la vida, con lo indecible. Las mujeres que sienten un aumento del deseo sexual durante su menstruación afirman que las relaciones, sean con ellas o con otras personas, no se pueden comparar con nada de lo sentido en otro momento del ciclo. La vivencia de ser una manifestación del todo es intrínseca a la sexualidad para muchas mujeres en estos días. Este es solo un breve acercamiento a la forma en la que la sexualidad femenina y la integración de su amplitud puede ser entendida desde Biodanza Srt, una sexualidad que, desde mi punto de vista y experiencia, se llena de sentidos y de posibilidades enriquecedoras si es mirada a través del ciclo menstrual. Los ejercicios específicos de cada línea de vivencia, unidos a explicaciones que las relacionan con las fases del ciclo menstrual y vital, hacen que muchas mujeres ordenen sus ideas sobre la sexualidad y tengan una vivencia más integrada, armónica y plena. Si te quedas con ganas de más...Si la lectura te ha sabido a poco, te presento algunas opciones para seguir ampliando la información sobre este tema.
Ilustración de Idalia Candelas De pequeña aprendí, observando a mi madre, que, a pesar de todas las miles de tareas que, como madre de tres criaturas, esposa y mujer trabajadora, ella tuviera que hacer, siempre había un hueco para el propio deseo, fuera cual fuera la forma en la que se manifestara.
A veces era, y sigue siendo, un helado después de comer. Otras veces, echarse la siesta después de fregar los platos de la comida preparada con menos o más ganas para toda la familia. Otras, el rato del paseo matituno en invierno y vespertino en verano. Y, como no podía ser de otra forma, otras veces el deseo se manifestaba en un silencio procedente de su habitación en una hora en la que mamá y papá ya deberían estar levantados. Pero esto no es todo... Los ratos de costura en el balcón; la hora de preparse los sábados después de la cena para salir a bailar; los minutos para pintarse las uñas en la mesa de la cocina y los minutos que el esmalte se tomaba en secarse; los paseos conmigo, mi hermana y hermano en los que ella salía para "airearse"; los cafés con sus primas; los viajes con sus amigas, esto solo por nombrar momentos evidentes a poco que se mire. A mi madre nadie le dijo que todas esas acciones eran fruto de su deseo. Tampoco necesitó ella nombrarlo así, pero lo que sí necesitó y aún necesita es decir su experiencia ante las afirmaciones que hablan de la “falta” de deseo en las mujeres. Pareciera que nunca basta y que siempre falta algo. Eso es lo que pareciera, aunque muchas sabemos que no es así. Somos muchas las mujeres que reconocemos nuestro deseo en cualquiera de sus diferentes manifestaciones. El deseo, en su fluctuar y cambio constante, abre puertas a que prácticamente cualquier parcela de la vida, o, mejor, la vida en toda su amplitud, pueda ser causa y origen de disfrute. Cuando las mujeres viven su vida desde ahí, se sitúan en un espacio de plenitud donde poco importa lo que de ellas digan, piensen o estipulen las reglas o normas sociales y culturales. A esto, muchas mujeres, lo llaman libertad femenina. Vivir desde el deseo poco tiene que ver con cómo vaya la vida, poco tiene que ver con las circunstancias externas. A mi madre no le afectaban las preocupaciones diarias, que no eran pocas, para disfrutar de su paseo vespertino. A mí, y a muchas otras, tampoco nos afecta que llueva o haga sol para prepararnos una deliciosa comida y disponernos a hacer el amor con nuestra pareja o con nosotras mismas. Es por eso que no es necesario esperar a que se den las circunstancias adecuadas, las que consideramos imprescindibles para vivir siguiendo el curso de nuestro deseo. Quizás lo sea para determinados deseos, pero no para aquellos que llenan el alma. ¿Le has puesto límites a tu deseo? Hasta hace poco tiempo yo pensaba que el deseo era exclusivo de una cierta parcela de la vida. Lo tenía recluido y acotado a las relaciones sexuales, limitado lo tenía, como mi propio deseo. También lo relacionaba con esas cosas que quiero conseguir, muchas por las cuales me desvivía, para las que antes necesitaba resolver otras tantas cuestiones. A comprender que el deseo, como pulsación de vida, va mucho más allá de todo eso, me ayudó observar a mi madre y a las otras tantas mujeres que, como ella, escuchan con claridad la voz de sus entrañas, el latido de su útero, y no se dejan engañar por voces que, presentando preciosas y maravillosas posibilidades de disfrutar, nunca llegan o, cuando llegan, no son suficiente. Reconocer la foma en la que el deseo se manifiesta en otras mujeres ayudó a configurar un mapa hacia el mío propio. Pues el deseo no solo cambia de forma de una mujer a otra, de una persona a otra, sino que cambia de forma en cada mujer, siguiendo la pulsación de la vida que rige el ciclo menstrual. Muchas son las vías y mapas para explorar, conocer y reconocer las distinas manifestaciones del deseo femenino, un deseo ampliamente manifestado como irreductuble y diverso. Una de ellas es tomar a otras mujeres cuyo reconcomiento de su deseo es claro y explorarnos desde la medida que su experiencia nos osfrece. Esto es lo que, de algún modo, hacíamos de pequeña con nuestra madre: aprender de ella todo, observar y reconocer cómo funcionan en nosotras. Esto es lo que hacemos, saca sin darnos cuenta, cuando escuchamos con atención e interés verdadero a otras mujeres. Pueden ser amigas o prácticamente desconocidas, como siempre sucede en los talleres que imparto. Otra, que no excluye la anterior, es seguir el mapa que nos ofrece nuestro cuerpo a través de sus cambios, cambios que pueden venir tanto por épocas de vida como por las distintas fases del ciclo menstrual. La primera vía, puedes explorarla en tu grupo de mujeres cercanas, poner este tema en común y compartir desde vuestra experiencia y sentir sobre el tema. Es lo que algunas mujeres llaman hacer "genealogía". La segunda vía también la puedes observar por tu cuenta junto a otras o venirte con nosotras para hacerlo en grupo. Si eres de las que prefiere ponerle cuerpo, movimiento, palabra, risas y llantos, mejor te vienes algunos de los talleres que ofrezco en torno a este tema. Sin duda, es una forma de descubrir que tu deseo es mucho mayor del que piensas, porque así es el deseo femenino: irreductible. 5/11/2018 0 Comments Colmada de gracia...Ilustración de Mercedes DeBellard. Puedes ver más de estas preciosas ilustraciones aquí Colmada de gracia es cuando la vida se instala en mi cuerpo y me lo hace saber. Cuando, al inspirar, el aire entra por cada poro de mi piel y, al expirar, se dirige sin distracciones hacia el centro. Es lo que siempre está ahí cuando las cosas cambian de lugar, de ritmo, de color. Cuando vienes y vas de mi lado; cuando tengo frío o calor; cuando siento miedo o alegría; cuando estoy enfadada o triste; cuando me duele o me hace cosquillas. Es el lugar donde puedo apoyarme en la incertidumbre entre la ida y el regreso. Y el lugar que me sostiene tanto en uno como en otro. Es el lugar donde todo está en orden. La maleta que lleva meses en la esquina, las migajas de los desayunos de cada mañana en la mesa, la ropa íntima debajo de la cama. Todo, al completo está ocupando su lugar. Si me gusta o no, no es lo importante. Lo que importa es que más allá del aparente desorden, hay un orden donde todo cobra sentido. Colmada de gracia es cuando abro los ojos cada mañana y los vuelvo a cerrar, respirando profundamente para recordarme que la vida me regala un nuevo inicio. También cuando los abre mi amado, y mi perra, y mi perro, para darnos los buenos días. Y cuando los vuelven a cerrar, al momento, o por la noche, abriendo paso a que los escenarios internos cobren protagonismo. Es cuando veo salir los brotes de una nuez, cuando la acidez de la digestión me anima a decir aquello que se me quedó quemando por dentro, cuando me llega la noticia de que un ser querido ha partido para siempre. Cuando medito, cuando escucho la verdad de boca de alguien, cuando leo un cuento que me toca el alma, o un poema, cuando veo un cuadro bello o una ilustración que pone orden en algún rincón deshabitado de mi existencia. Colmada de gracia es como me siento cuando tengo la menstruación, cuando escribo, cuando danzo. También cuando paseo por la playa, cuando estoy en el bosque, cuando abrazo a mi madre, converso con una amiga o hago el amor con mi amado. Colmada de gracia es cuando al llegar al fin, comprendo que todo acaba de empezar. "Colmada de gracia" es un programa online de 13 semanas para el bienestar y la armonía menstrual que actualmente se está desarrollando de forma gratuita. Para recibir las entregas, solo tienes que subscribirte a la "Moonletter". Una vez te subscribas, tendrás acceso a las entregas anteriores. Puedes unirte clicando aquí o completando el formulario de abajo con el título de "Moonletter"
Ilustración de Paula Bonet Porque sí. Sencillamente. Porque no encontrarás un momento mejor. Porque ya llevas posponiéndolo demasiado tiempo. Porque para comunicar lo que ya eres no necesitas esperar más ni "prepararte" más. Porque son muchas, miles, las mujeres que lo hacemos y, al hacerlo, creamos sostén para que otras lo hagan. Porque aquello que tú muestras al mundo importa. Porque nadie va a hacerlo por ti. Y si tú no lo haces, se quedará sin hacer. Porque tu salud y tu bienestar están en juego. Porque ya va siendo hora de que veas todo el potencial que reside en ti. Y porque si no lo haces, la próxima menstruación volverás a estar cabreada con el mundo aunque, en realidad, el cabreo sea contigo misma. Decirse, mostrarse, manifestarse, accionar, explorar, descubrir el mundo son acciones a las que nos predispone la fase de la pre-ovulación. Dentro de la danza del ciclo menstrual, esta fase es la fase que nombro como "Manifestación". En teoría, es la fase que menos síntomas tiene pues, después de los días de sangrado, muchas mujeres se sienten "liberadas". Pero, si no aprovechamos la energía de esta fase para colocar las cosas en su lugar y desde ese momento comenzamos a cargarnos con pesos que no son nuestros, comenzaremos a sufrirlo ya en la ovulación, en la pre-menstruación o en la menstruación. Aunque parezca extraño, algunos de los síntomas que se sufren durante la menstruación pueden tener su origen en otro momento del ciclo menstrual, sobre todo los síntomas relacionados con las emociones o estados de ánimo. Esto puede verse con claridad en los casos en los que la rabia, la ira, la frustración y el enfado toman la batuta de la premenstruación. A veces sucede que estas emociones no pueden fundamentarse en nada que haya ocurrido en ese momento. Los cambios hormonales tampoco “justifican” estos cambios de humor. De ser así, todas las mujeres del mundo los tendíamos y esto, por mucho que se empeñe cierto discurso obsoleto en afirmarlo, no es así. Es muy interesante, cuando se rastrea la historia menstrual de una mujer, observar como muchos de los síntomas que la volvían loca durante la premenstruación tienen su origen en el otro lado del círculo: en la pre-ovulación. Esta es la fase que viene justo después de la menstruación. Los días en los que muchas mujeres afirman sentirse renovadas, contentas y más felices. Una de las fases más gratas del ciclo menstrual en la que los cambios hormonales abren puertas hacia el mundo exterior: facilitan que nos mostremos al mundo, que actuemos de forma visible, que digamos, que nombremos lo que pensamos, sentimos, lo que hacemos, nuestros deseos, sueños e invenciones. Lo que nos gusta y lo que nos nos gusta. Lo que queremos y lo que no queremos, aunque al momento siguiente hayamos cambiado de opinión. Muchos son los factores internos y externos que hacen que esto pueda desarrollarse con más o menos facilidad en la vida de cada mujer. Lo que llegamos o no a hacer, de nuevo, no tiene por qué ser lo más importante. Lo realmente importante es llegar a saber, a conocer el propio deseo y lo que cada una está dispuesta a hacer para llevarlo a cabo. Tener conciencia y conocimiento del lugar que una está ocupando en el mundo y dónde quiere estar, no solo abre las puertas a la dilución de las emociones “calientes” como la ira, frustración o rabia, sino que amplía la posibilidad de vivir con más armonía y sentido la propia vida. Una vez que se comprende y se reconoce el poder de esta fase, es fácil que durante estos días se potencie la claridad mental, la determinación, la confianza y la seguridad en la propia vida y en una misma como parte de la vida que somos, una seguridad que proviene, no del trabajo individual de cada una, sino de sabernos parte de un conjunto, de sabernos sostenidas por otras personas, mujeres y hombres que cada una ha elegido tener cerca en su vida. Como la niña que fuimos que, sabiendo que tiene el sostén de su madre y su padre, siente que puede llegar a cualquier lado. Como en los cuentos de hadas cuando la princesa, sabiéndose deseada y sostenida por el amor de la reina y el rey, inicia sus múltiples aventuras. Nosotras, todo esto, lo danzamos |