El ciclo menstrual es un ciclo de creación.
Más allá de que queramos o no tener criaturas, el ciclo menstrual es la manifestación de los ciclos universales en nuestro cuerpo. Es un ciclo de creación como lo es la propia vida creándose a sí misma continuamente en constante cambio. Dentro de la danza del ciclo menstrual, llamo a la fase de la ovulación "Materialización". Es la fase que coincide con la luna llena, la luna en su máximo esplendor, la que nos regala el día en la noche, la que llena de luz la oscuridad de la menstruación. Tras la luna llena está siempre la luna nueva. Como dice un buen amigo, una persona especial donde las haya, la luna llena es la posibilidad que nos brinda el sol, con ayuda de la luna, de mostrarnos su luz sin cegarnos. Esto es posible gracias a la total disposición de la luna de reflejarlo, de su entrega sin medida. Durante la menstruación encontramos el germen de la vida y ahora el esplendor de la ovulación trae a la luz este germen, lo materializa, recordándonos que todo inicio procede de la sombra. Es el momento de dar a luz, de materializar aquello que vislumbramos con la menstruación, de traerlo al mundo, mostrarlo y dedicarnos por completo a ello. Esta fase se relaciona con la energía arquetípica de la madre, de ahí su relación con la luna llena, la muestra completa de la energía de la Gran Madre cósmica. Los deseos y las necesidades propias, tan presentes en la fase anterior, ceden su lugar a las de la vida de tal forma que la entrega de la madre es a la propia vida que se está gestando en su interior. Arquetípicamente, la madre tiene la capacidad de dar sin límites porque está completa, llena, tal como la madre tierra hace con todos los seres que la habitamos. La Gran Madre primera contenía dentro de sí la totalidad, la energía masculina y femenina, como la luna reflejando la luz del sol. Resultado de esa unión de las polaridades es la creación de la vida. En estos días la creatividad se materializa. Físicamente el óvulo está preparado como resultado de todo el proceso de las fases anteriores. Emocionalmente es el momento de disfrutar de los resultados de las acciones llevadas a cabo y de la forma en la que nos entregamos a los demás: esa carta suspendida en la intención, esa cena ofrecida a los amigos, esa reunión familiar para la que nunca parece llegar al día adecuado es más probable que se hagan realidad durante fase que en cualquiera de las otras fases. Por ello la palabra “materialización” es uno de los términos clave de estos días, además de entrega y medida. ¿Qué sucede durante esta fase? Esta fase suele comenzar en la ovulación, el momento en el que el folículo elegido se abre y el óvulo ya maduro emprende su camino por las trompas uterinas. Coincide con la subida de progesterona y con la formación del cuerpo lúteo, así como con la segunda subida de estrógeno para la preparación del útero. Los estrógenos también son los responsables de activar durante los días fértiles los cambios en el cérvix y sus fluidos: el cérvix se abre para dejar paso a los espermatozoides al mismo tiempo que cambia la estructura del flujo que emana para favorecer el transporte de estos. Todo funciona a la perfección para que se dé la fecundación por ello, durante estos días, es común que aumente nuestro deseo sexual. Si esto no ocurriera todos los preparativos y facilidades físicas no tendrían sentido. En la sexualidad influyen muchos más factores que los puramente biológicos, muestra de la mayor complejidad de los seres humanos en relación al resto de mamíferos. Si las hormonas regularan completamente nuestra sexualidad, probablemente nuestro comportamiento sexual sería bastante parecido al de nuestros hermanos los mamíferos con épocas de celo en las mujeres y hombres que están dispuestos durante todo el tiempo. Pero esto no es así, ni en hombres ni en mujeres. ¿Cómo hemos llegado a separar la sexualidad de la procreación? Algunas teorías hablan de que esta separación se dio con el paso del estro a la menstruación. Este fue un paso de evolución de nuestra especie que se dio a través del cuerpo femenino. Supuso el cambio del celo a la menstruación, el paso de que la fecundidad estuviera regida por el sol y completamente ligada a la reproducción, como en las mamíferas, a que la fecundidad estuviera regida por la luna y la sexualidad desligada de ella. Otras son las teorías que existen. Personalmente me llegó mucho la dada por Eliane Morgan en un maravilloso libro que descubrí, como siempre pasa con los libros maravillosos, por casualidad. En Eva al desnudo, Elaine se enfoca en explicar la evolución humana tomando como protagonista una mujer. Muchos son los aspectos a los que ella les da explicación desde su punto de vista. Más allá de que su teoría sea o no acertada, a mí la lectura de su libro me planteó muchas cuestiones, cuestiones en las que aún sigo pensando y que siguen despertándome muchísima curiosidad. En cuanto a la sexualidad, Elaine explica que el hecho de convertirnos en bípedos fue la causa de que en la mujer se disociara el ciclo de reproducción del deseo sexual. Con la separación de sexualidad y celo entraron en juego los aspectos emocionales en las relaciones sexuales tanto en la hembra como en el macho. A pesar de que en la actualidad el deseo sexual no esté ligado al ciclo reproductor femenino, sí que aún quedan reminiscencias y durante la época de fertilidad el cuerpo se prepara para la recepción del espermatozoide. Para mí fue impresionante ver cómo mi cuerpo responde a esa llamada con más acciones de las que pensaba: el cérvix cambia de posición para estar más en contacto con el semen, se abre, se genera un flujo específico que hace que los espermatozoides duren más tiempo vivos en la vagina y el óvulo se abre a uno de ellos. De apertura física, de entrega a lo distinto, a lo otro de sí nos hablan todos estos cambios de nuestro cuerpo. La sexualidad en esta fase va más allá del acto para la fecundación. Este es uno de los aspectos, necesario, para que el ovulo sea fecundado. Una vez eso sucede, la sexualidad de esta fase continúa su curso, va más allá. Es el momento de reconocer que el embarazo, el parto, el puerperio y la lactancia forman parte de la sexualidad femenina Según lo sentido y lo compartido con otras mujeres, el peligro principal de esta fase es que la mente pensante, tan activa en la fase anterior, quiera seguir llevando la batuta de la creación. Como mujeres con la potencia de dar vida y criadas en una sociedad jerarquizada y dominante cuya representación de la creación es desde un padre todopoderoso, no es difícil que caigamos en lo que Victoria Sau, en su impactante libro El vacío de la maternidad. Madre no hay más que ninguna, nombra como uno de los principales problemas de las madres actuales: ejercer el papel del padre, quedando el lugar de la madre vacío por completo. Esta es la representación máxima de lo que el patriarcado lleva siglos pretendiendo: borrar la figura de la madre hasta tal punto de que, como mujeres, actuemos como padres. Este es, a mi entender, el peligro de no haber conseguido seguir el rastro de la historia, que algunas encontramos en el ciclo menstrual como ciclo de vida que es, de haber obviado las voces de nuestro interior que nos hablan de otras opciones que sitúan el valor de la vida en otras medidas; haber obviado las pistas que nos llevan al encuentro con la madre como primera medida de todo. Esta es la consecuencia de no reconocer la diferencia femenina y de querer criar en el ritmo y el orden del padre sabiendo internamente que los cuidados y la vida, al no entrar en cuestiones de poder, requieren de otro orden y de otro ritmo. Esta es, con diferencia, la mayor consecuencia de la maldición.
0 Comments
Leave a Reply. |