El ciclo menstrual es un ciclo de creación.
Más allá de que queramos o no tener criaturas, el ciclo menstrual es la manifestación de los ciclos universales en nuestro cuerpo. Es un ciclo de creación como lo es la propia vida creándose a sí misma continuamente en constante cambio. Dentro de la danza del ciclo menstrual, llamo a la fase de la ovulación "Materialización". Es la fase que coincide con la luna llena, la luna en su máximo esplendor, la que nos regala el día en la noche, la que llena de luz la oscuridad de la menstruación. Tras la luna llena está siempre la luna nueva. Como dice un buen amigo, una persona especial donde las haya, la luna llena es la posibilidad que nos brinda el sol, con ayuda de la luna, de mostrarnos su luz sin cegarnos. Esto es posible gracias a la total disposición de la luna de reflejarlo, de su entrega sin medida. Durante la menstruación encontramos el germen de la vida y ahora el esplendor de la ovulación trae a la luz este germen, lo materializa, recordándonos que todo inicio procede de la sombra. Es el momento de dar a luz, de materializar aquello que vislumbramos con la menstruación, de traerlo al mundo, mostrarlo y dedicarnos por completo a ello. Esta fase se relaciona con la energía arquetípica de la madre, de ahí su relación con la luna llena, la muestra completa de la energía de la Gran Madre cósmica. Los deseos y las necesidades propias, tan presentes en la fase anterior, ceden su lugar a las de la vida de tal forma que la entrega de la madre es a la propia vida que se está gestando en su interior. Arquetípicamente, la madre tiene la capacidad de dar sin límites porque está completa, llena, tal como la madre tierra hace con todos los seres que la habitamos. La Gran Madre primera contenía dentro de sí la totalidad, la energía masculina y femenina, como la luna reflejando la luz del sol. Resultado de esa unión de las polaridades es la creación de la vida. En estos días la creatividad se materializa. Físicamente el óvulo está preparado como resultado de todo el proceso de las fases anteriores. Emocionalmente es el momento de disfrutar de los resultados de las acciones llevadas a cabo y de la forma en la que nos entregamos a los demás: esa carta suspendida en la intención, esa cena ofrecida a los amigos, esa reunión familiar para la que nunca parece llegar al día adecuado es más probable que se hagan realidad durante fase que en cualquiera de las otras fases. Por ello la palabra “materialización” es uno de los términos clave de estos días, además de entrega y medida. ¿Qué sucede durante esta fase? Esta fase suele comenzar en la ovulación, el momento en el que el folículo elegido se abre y el óvulo ya maduro emprende su camino por las trompas uterinas. Coincide con la subida de progesterona y con la formación del cuerpo lúteo, así como con la segunda subida de estrógeno para la preparación del útero. Los estrógenos también son los responsables de activar durante los días fértiles los cambios en el cérvix y sus fluidos: el cérvix se abre para dejar paso a los espermatozoides al mismo tiempo que cambia la estructura del flujo que emana para favorecer el transporte de estos. Todo funciona a la perfección para que se dé la fecundación por ello, durante estos días, es común que aumente nuestro deseo sexual. Si esto no ocurriera todos los preparativos y facilidades físicas no tendrían sentido. En la sexualidad influyen muchos más factores que los puramente biológicos, muestra de la mayor complejidad de los seres humanos en relación al resto de mamíferos. Si las hormonas regularan completamente nuestra sexualidad, probablemente nuestro comportamiento sexual sería bastante parecido al de nuestros hermanos los mamíferos con épocas de celo en las mujeres y hombres que están dispuestos durante todo el tiempo. Pero esto no es así, ni en hombres ni en mujeres. ¿Cómo hemos llegado a separar la sexualidad de la procreación? Algunas teorías hablan de que esta separación se dio con el paso del estro a la menstruación. Este fue un paso de evolución de nuestra especie que se dio a través del cuerpo femenino. Supuso el cambio del celo a la menstruación, el paso de que la fecundidad estuviera regida por el sol y completamente ligada a la reproducción, como en las mamíferas, a que la fecundidad estuviera regida por la luna y la sexualidad desligada de ella. Otras son las teorías que existen. Personalmente me llegó mucho la dada por Eliane Morgan en un maravilloso libro que descubrí, como siempre pasa con los libros maravillosos, por casualidad. En Eva al desnudo, Elaine se enfoca en explicar la evolución humana tomando como protagonista una mujer. Muchos son los aspectos a los que ella les da explicación desde su punto de vista. Más allá de que su teoría sea o no acertada, a mí la lectura de su libro me planteó muchas cuestiones, cuestiones en las que aún sigo pensando y que siguen despertándome muchísima curiosidad. En cuanto a la sexualidad, Elaine explica que el hecho de convertirnos en bípedos fue la causa de que en la mujer se disociara el ciclo de reproducción del deseo sexual. Con la separación de sexualidad y celo entraron en juego los aspectos emocionales en las relaciones sexuales tanto en la hembra como en el macho. A pesar de que en la actualidad el deseo sexual no esté ligado al ciclo reproductor femenino, sí que aún quedan reminiscencias y durante la época de fertilidad el cuerpo se prepara para la recepción del espermatozoide. Para mí fue impresionante ver cómo mi cuerpo responde a esa llamada con más acciones de las que pensaba: el cérvix cambia de posición para estar más en contacto con el semen, se abre, se genera un flujo específico que hace que los espermatozoides duren más tiempo vivos en la vagina y el óvulo se abre a uno de ellos. De apertura física, de entrega a lo distinto, a lo otro de sí nos hablan todos estos cambios de nuestro cuerpo. La sexualidad en esta fase va más allá del acto para la fecundación. Este es uno de los aspectos, necesario, para que el ovulo sea fecundado. Una vez eso sucede, la sexualidad de esta fase continúa su curso, va más allá. Es el momento de reconocer que el embarazo, el parto, el puerperio y la lactancia forman parte de la sexualidad femenina Según lo sentido y lo compartido con otras mujeres, el peligro principal de esta fase es que la mente pensante, tan activa en la fase anterior, quiera seguir llevando la batuta de la creación. Como mujeres con la potencia de dar vida y criadas en una sociedad jerarquizada y dominante cuya representación de la creación es desde un padre todopoderoso, no es difícil que caigamos en lo que Victoria Sau, en su impactante libro El vacío de la maternidad. Madre no hay más que ninguna, nombra como uno de los principales problemas de las madres actuales: ejercer el papel del padre, quedando el lugar de la madre vacío por completo. Esta es la representación máxima de lo que el patriarcado lleva siglos pretendiendo: borrar la figura de la madre hasta tal punto de que, como mujeres, actuemos como padres. Este es, a mi entender, el peligro de no haber conseguido seguir el rastro de la historia, que algunas encontramos en el ciclo menstrual como ciclo de vida que es, de haber obviado las voces de nuestro interior que nos hablan de otras opciones que sitúan el valor de la vida en otras medidas; haber obviado las pistas que nos llevan al encuentro con la madre como primera medida de todo. Esta es la consecuencia de no reconocer la diferencia femenina y de querer criar en el ritmo y el orden del padre sabiendo internamente que los cuidados y la vida, al no entrar en cuestiones de poder, requieren de otro orden y de otro ritmo. Esta es, con diferencia, la mayor consecuencia de la maldición.
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Ilustración de Brunna Mancuso Me parece estar oyéndolo. En un momento, pasan por mi cabeza un montón de expresiones dichas la mayoría por mí en estas casi tres décadas menstruando mes a mes. Otras tantas de las expresiones que me parece estar oyendo han sido dichas por otras mujeres, compartidas en los talleres o en charlas de amigas. Van pasando, una a una, revelando mucha información de la mujer en el momento en el que fueron dichas. A medida que las voy oyendo, noto también como van cambiando los matices, los tonos. Como, mientras que un mes rechazamos y nos quejamos de su llegada, por una amplia variedad de motivos, otro mes estamos esperando su llegada como si se tratase de un ángel salvador. Aquí ya no importan los dolores, los cambios de humor, no importan las citas ni las actividades que tengamos que hacer pues que llegue es lo más importante. Esta es una de las paradojas de nacer en cuerpo de mujer en este momento de la historia. Llevo un tiempo observando los pensamientos que aparecen en mi mente cuando noto su llegada así como compartiéndolos con otras mujeres. A pesar de los años de trabajo y de la forma en la que ha cambiado mi relación con la menstruación, a veces aún sigue poniéndome a prueba llegando en momentos en los que “no estaba preparada”. Los pensamientos que aparecen en esas ocasiones son grandes tesoros pues me muestran caminos por los que seguir transitando. Para muchas mujeres, entre las que me incluyo, el hecho de poner atención a este momento concreto de la llegada de la menstruación, a mes a mes, luna a luna, ha supuesto un cambio en nuestra relación con ella. En muchos casos el paso ha sido una relación difícil, a una relación armónica y de disfrute. La clave, la pista, está en aceptar su llegada. Queramos o no, la vivamos como la vivamos, tener la menstruación es síntoma de salud y, en la mayoría de casos, también de fertilidad, algo que va mucho más allá de ser madre biológica. Imaginaos los pensamientos generales de rechazo hacia la menstruación dirigidos hacia el cambio de luna, de mes, o de estación. Si bien es cierto que muchas personas los tienen ante ciertos cambios, el sentido común, que es una forma de nombrar aquello que va en favor de la vida, nos dice que lo mejor es aceptarlo y seguir con ellos. Lo que a muchas mujeres nos ha abierto la puerta al cambio en nuestra relación con la menstruación es darle la bienvenida. Algo tan sencillo como esto. Sea cual sea la forma en la que llegue, va a estar con nosotras varios días, como lo hace una visita más o menos querida. La bienvenida, siempre, sea como sea la llegada y la estancia, abre una puerta de comunicación, es una muestra de atención y de relación que sutilmente abre posibilidades a otras formas de relación con la menstruación. Sea como sea que la llames, sea cual sea el pensamiento que tengas de ella cuando llegue, más allá de todo eso, tómate unos segundos para darle la bienvenida y recordarte que te acompañará a lo largo de varios días. No se trata de cambiar nada, ni siquiera las palabras primeras que vengan con su llegada, sino de acompañarlas con una bienvenida. Así de sencillo. Si lo haces con cierto sentido, es fácil que cuando se esté yendo, te surja, de forma espontánea, despedirte de ella, al igual que lo harías después de una visita, incluso si esta ha sido tumultuosa. Este sencillo gesto abre una brecha por la que otros sentidos de la menstruación pueden aparecer de forma espontánea. Para recogerlos, es importante seguir atendiendo a los pensamientos y sensaciones que aparecen con su llegada. Así, quizás un día te sorprendas recibiéndola con una sonrisa.
¿Qué se entiende en Biodanza SRT por "Sexualidad"?Sexualidad es disfrutar de la comida, de un masaje, de un paseo, de una conversación. Sexualidad es tomarte el tiempo por la mañana para estirarte aún en la cama, disfrutar del té o el café y de las gotas de agua corriendo por nuestro cuerpo en la ducha. Sexualidad es tener la energía suficiente para dar el impulso de ir a coger aquello que deseas, de acercarte a por lo que sabes que te va a sentar bien y de atrapar la oportunidad de tu vida. Sexualidad es atreverte, lanzarte; es entrar en relación desde la intención de vivir lo que la relación traiga en toda su amplitud. Esto solo para empezar. Para que la sexualidad pueda ser vivida de forma plena y satisfactoria, es necesario que vaya acompañada de los otros potenciales genéticos. No es posible tener una sexualidad equilibrada ni placentera sin el acompañamiento y sostén de los otros potenciales: vitalidad, afectividad, creatividad y trascendencia. Sin impulso de vida, sin un mínimo de cuidado y afecto, sin libertad para variar e improvisar y sin el sentido de amplitud y de relación con el misterio de la vida, la sexualidad que vivamos estará de alguna forma escindida. Esto, que es así en todos los seres humanos, dejando a un lado las preferencias e importancia que para cada persona tenga cada potencial genético, tiene mayor forma y consistencia en la sexualidad femenina. El motivo de ello es el ciclo menstrual. El ciclo menstrual en la sexualidad femenina
Aunque cada mujer es un mundo y son múltiples y diversas las formas que adopta la sexualidad femenina en cada mujer, así como en una misma mujer a lo largo de su ciclo menstrual y vital, se pueden trazar mapas y trayectorias comunes que nos sirvan de hilo del que tirar para observar cómo se manifiesta en cada una de nosotras. Estos mapas no reducen la sexualidad femenina a un modelo que toda mujer debe seguir. Caer en eso sería reducir la sexualidad femenina cuando la intención y el deseo de este escrito es restituirle su amplitud. Con el propósito de traer un posible mapa, trazaré a continuación algunas líneas de relación entre las fases del ciclo menstrual y los potenciales genéticos que se activan como puertas por las que entrar a disfrutar de una sexualidad más plena. Los días después de la menstruación, momentos en los que de forma general las mujeres suelen sentir una mayor energía de vida y actividad, la vitalidad se presenta como la línea a través de la cual la sexualidad se manifiesta. Así, es común que muchas mujeres se sientan más dispuestas y con más motivación para mostrarse al mundo, para arriesgarse, hacer cosas nuevas y explorar durante los días después de la menstruación. En la sexualidad, si atendemos un poco, es probable que sean estos los días en los que nos atrevemos con algo novedoso y distinto que, a su vez, será distinto en cada mujer. A esta fase le sigue los días de la ovulación. Aquí, es la línea de la afectividad la que sirve de cauce al deseo y la pulsación sexual. Son muchas las mujeres que durante estos días sienten más vivo el deseo de gestar en su más amplio sentido. En algunas ocasiones, gestar toma forma de cuidar, atender, nutrir; en otras, se muestra bajo el deseo de ser fecundada, de ser penetrada por la vida. Esta energía impulsa en muchas mujeres el deseo “parir” algo al mundo, de darse y entregarse desde la parte más material de su ser. Tras la ovulación, la fertilidad comienza a disminuir y las hormonas comienzan su baile. Es un momento que muchas mujeres viven con cambios de estado repentinos. Aparecen ráfagas, impulsos de vida. Es la manifestación de la creatividad y de la capacidad de dar orden a todas las cosas que a lo largo del mes y de la vida se han ido quedando “para después”. Muchas mujeres sienten en estos días que se meten a ordenar “el desván”, ese espacio de sus vidas al que llevan tiempo sin atender. La creatividad en estos casos es fundamental para poner orden en esos espacios desde hace tiempo inhabitados. La sexualidad durante esta fase es vivida por muchas mujeres como impulsos y ráfagas cambiantes que las hacen llegar a descubrir lo que quieren realmente. Esto mismo es lo que viven muchas mujeres, a una escala mucho mayor, durante los años de su perimenopausia, la etapa de vida que se corresponde con la premenstruación. Finalmente, llegan los días sagrados, los días de la menstruación. El deseo que se mueve en muchas mujeres durante estos días está relacionado con la trascendencia, con entrar en contacto con lo misterioso de la vida, con lo indecible. Las mujeres que sienten un aumento del deseo sexual durante su menstruación afirman que las relaciones, sean con ellas o con otras personas, no se pueden comparar con nada de lo sentido en otro momento del ciclo. La vivencia de ser una manifestación del todo es intrínseca a la sexualidad para muchas mujeres en estos días. Este es solo un breve acercamiento a la forma en la que la sexualidad femenina y la integración de su amplitud puede ser entendida desde Biodanza Srt, una sexualidad que, desde mi punto de vista y experiencia, se llena de sentidos y de posibilidades enriquecedoras si es mirada a través del ciclo menstrual. Los ejercicios específicos de cada línea de vivencia, unidos a explicaciones que las relacionan con las fases del ciclo menstrual y vital, hacen que muchas mujeres ordenen sus ideas sobre la sexualidad y tengan una vivencia más integrada, armónica y plena. Si te quedas con ganas de más...Si la lectura te ha sabido a poco, te presento algunas opciones para seguir ampliando la información sobre este tema.
Ilustración de Paula Bonet Porque sí. Sencillamente. Porque no encontrarás un momento mejor. Porque ya llevas posponiéndolo demasiado tiempo. Porque para comunicar lo que ya eres no necesitas esperar más ni "prepararte" más. Porque son muchas, miles, las mujeres que lo hacemos y, al hacerlo, creamos sostén para que otras lo hagan. Porque aquello que tú muestras al mundo importa. Porque nadie va a hacerlo por ti. Y si tú no lo haces, se quedará sin hacer. Porque tu salud y tu bienestar están en juego. Porque ya va siendo hora de que veas todo el potencial que reside en ti. Y porque si no lo haces, la próxima menstruación volverás a estar cabreada con el mundo aunque, en realidad, el cabreo sea contigo misma. Decirse, mostrarse, manifestarse, accionar, explorar, descubrir el mundo son acciones a las que nos predispone la fase de la pre-ovulación. Dentro de la danza del ciclo menstrual, esta fase es la fase que nombro como "Manifestación". En teoría, es la fase que menos síntomas tiene pues, después de los días de sangrado, muchas mujeres se sienten "liberadas". Pero, si no aprovechamos la energía de esta fase para colocar las cosas en su lugar y desde ese momento comenzamos a cargarnos con pesos que no son nuestros, comenzaremos a sufrirlo ya en la ovulación, en la pre-menstruación o en la menstruación. Aunque parezca extraño, algunos de los síntomas que se sufren durante la menstruación pueden tener su origen en otro momento del ciclo menstrual, sobre todo los síntomas relacionados con las emociones o estados de ánimo. Esto puede verse con claridad en los casos en los que la rabia, la ira, la frustración y el enfado toman la batuta de la premenstruación. A veces sucede que estas emociones no pueden fundamentarse en nada que haya ocurrido en ese momento. Los cambios hormonales tampoco “justifican” estos cambios de humor. De ser así, todas las mujeres del mundo los tendíamos y esto, por mucho que se empeñe cierto discurso obsoleto en afirmarlo, no es así. Es muy interesante, cuando se rastrea la historia menstrual de una mujer, observar como muchos de los síntomas que la volvían loca durante la premenstruación tienen su origen en el otro lado del círculo: en la pre-ovulación. Esta es la fase que viene justo después de la menstruación. Los días en los que muchas mujeres afirman sentirse renovadas, contentas y más felices. Una de las fases más gratas del ciclo menstrual en la que los cambios hormonales abren puertas hacia el mundo exterior: facilitan que nos mostremos al mundo, que actuemos de forma visible, que digamos, que nombremos lo que pensamos, sentimos, lo que hacemos, nuestros deseos, sueños e invenciones. Lo que nos gusta y lo que nos nos gusta. Lo que queremos y lo que no queremos, aunque al momento siguiente hayamos cambiado de opinión. Muchos son los factores internos y externos que hacen que esto pueda desarrollarse con más o menos facilidad en la vida de cada mujer. Lo que llegamos o no a hacer, de nuevo, no tiene por qué ser lo más importante. Lo realmente importante es llegar a saber, a conocer el propio deseo y lo que cada una está dispuesta a hacer para llevarlo a cabo. Tener conciencia y conocimiento del lugar que una está ocupando en el mundo y dónde quiere estar, no solo abre las puertas a la dilución de las emociones “calientes” como la ira, frustración o rabia, sino que amplía la posibilidad de vivir con más armonía y sentido la propia vida. Una vez que se comprende y se reconoce el poder de esta fase, es fácil que durante estos días se potencie la claridad mental, la determinación, la confianza y la seguridad en la propia vida y en una misma como parte de la vida que somos, una seguridad que proviene, no del trabajo individual de cada una, sino de sabernos parte de un conjunto, de sabernos sostenidas por otras personas, mujeres y hombres que cada una ha elegido tener cerca en su vida. Como la niña que fuimos que, sabiendo que tiene el sostén de su madre y su padre, siente que puede llegar a cualquier lado. Como en los cuentos de hadas cuando la princesa, sabiéndose deseada y sostenida por el amor de la reina y el rey, inicia sus múltiples aventuras. Nosotras, todo esto, lo danzamos |
El portal que se abre estos días en el hemisferio norte es un portal que abre la puerta a las memorias, que activa la presencia de las personas que estuvieron antes que nosotras y cuyos cuerpos ya no nos acompañan, que viene a traernos la presencia y la fuerza de nuestro linaje. Este portal tiene también la posibilidad de abrirse, a otra escala, en el cuerpo de las mujeres con cada menstruación. Las estaciones y el paso de la rueda del año amplifica a la vez que generaliza este estado, abriendo la posibilidad a que sea vivido por todos los seres del planeta. Es un acto generoso de la naturaleza que nos une a todas y todos, aunque cada cual lo viva de manera diferente.
Este momento dentro de la rueda anual sería el correspondiente, dentro del ciclo menstrual, a los momentos previos a la llegada de la menstruación, esos momentos en los que las hormonas se quedan estables, paradas por unos días, y nuestro cuerpo nos pide descansar y resguardarnos. Ahí, en el sueño, en el descanso, en la retirada, se abre la puerta a que regresen del desván de nuestra psique todos los seres que han formado parte de nuestra vida, cada uno con la información necesaria para ese momento concreto. En estos días de menstruación, precisamente, es cuando se activa el arquetipo de la bruja. No es casualidad que justo el día de la víspera de todos los santos sea un día asociado a las brujas. La relación entre las dos ruedas se hace evidente.
Mucho se habla estos días de brujas. Incluso las vemos por todas partes. Sin ir más lejos, ayer me sirvió el té en una cafetería una de ellas y, al momento, otra, de poco más de un metro de altura, salía de la puerta del cuarto de baño. Más allá de las críticas que la celebración de Halloween al estilo estadounidense puedan suscitar, traerlas de regreso, a las brujas, y abrirles las puertas de nuestras casas, ciudades y calles por un día nos acerca a ellas, nos acerca a ese aspecto de nosotras mismas que cada mes nos viene a visitar y que, en esta época del año, se hace extensible a todas las personas. Y así como nos acerca a ellas, nos acerca a aquello que ellas custodiaron por encima de todo, por encima de su propia vida, en ese pacto secreto que tenían: un pacto el amor al origen, a lo femenino y a la madre.
María Milagros Rivera-Garretas nos lleva a recordar este pacto de las brujas con el amor en el precioso libro El amor es el signo. Y no solo ella lo hace, lo hacen muchos cuentos populares donde las brujas son las que custodian la luz, la sabiduría y el conocimiento. Son las que aparecen a la aurora y al alba cuando brilla Venus en el firmamento, la estrella del amor. Cuando el sol viejo muere, cuando el sol se pone, ellas guardan la luz de la estrella para regresarla a la mañana siguiente, pues es la misma estrella la que acompaña la muerte y el nacimiento del sol. Son ellas las que se llevan al viejo sol a la oscuridad y hacen que regrese en forma de dios joven en el solsticio de invierno. Son las que guardan la luz hasta que comienzan sus rayos de nuevo a iluminar en el alba. Pero se esconde mucho más debajo de este pacto, mucho más.
Nos recuerda Milagros Rivera que la relación de las brujas con el diablo proviene precisamente de su relación con las estrellas nombradas ya que tanto la estrella del alba como la de la aurora, muchas veces la misma estrella Venus, es conocida como Lucero. Y Lucero, todas lo sabemos, remite a Lucifer, el ángel portador de la luz. He aquí la explicación a la relación de las brujas con el diablo, del pacto de las brujas con Lucifer, con el ángel de la luz, el ángel que se revela a un Dios padre que quiere imponer su mandato jerárquico, monoteísta e onmipotente reclamando su parte de divinidad y manteniéndose, de esta forma, unido a la tradición anterior, la de la Diosa madre en la que todos los seres eran considerados divinos y sagrados. Tras su expulsón del cielo pasó a ser llamado Satanás y a ser simbolizado por la serpiente, un símbolo que desde el inicio de la historia ha acompañdo a las mujeres.
Lucero, Lucifer, aquel con el que las brujas habían hecho un pacto según las miles de acusaciones y condenas ejercidas sobre las mujeres del S.XV al XVII tanto en Europa como en América, es presentado en este texto no sólo como el portador de la luz, sino como la figura que custodia la unión al origen, al orden simbólico anterior al patriarcal, a un orden donde todas y todos reconocíamos el cuerpo de una mujer como origen primero y entonces, como dice la Abuela Margarita Núñez, el mundo no se peleaba. De ahí que el pacto de las brujas sea con el amor, con el amor a la madre. Un pacto que las hace guardianas de un orden simbólico diferente al patriarcal. un orden donde los cuidados y los trabajos de creación de la vida son los principales, frente a los enfrentamientos, la violencia y la dominación característicos del orden patriarcal que quedó representado con la llegada de Yaveh.
Después de recordar esta unión y este pacto de amor de las brujas, se me llena el corazón de alegría cuando durante estos días las veo por todas partes, brujas que traen de regreso ese otro orden al que en cualquier momento podemos regresar con un solo acto: reconocer nuestro origen de cuerpo de mujer. Es motivo pues de celebración que las calles, las casas y las ciudades abran sus puertas a las brujas pues con ellas otro orden, uno regido por el amor, regresa.
Todas estas son puertas que se abren, a otra escala, en los cuerpos de las mujeres con la llegada de cada menstruación: puertas abiertas a un orden regido desde el amor, el amor que reconoce en cada cuerpo de mujer el origen primero de esta vida, el mismo origen al que el viejo sol se retira a descansar guiado por las brujas para renacer, días o semanas después, renovado. Son ellas las que están en la oscuridad, cuidando de la luz del amor, para que no se apague la llama y pueda renacer. Es tarea nuestra dejar que nazca y que ordene de nuevo el mundo.
Gran disfrute y muchas bendiciones deseo para estos días en los que la generosidad de la vida nos trae la compañía de las brujas a todas y a todos con todos los secretos y tesoros de los que son guardianas.
Este momento dentro de la rueda anual sería el correspondiente, dentro del ciclo menstrual, a los momentos previos a la llegada de la menstruación, esos momentos en los que las hormonas se quedan estables, paradas por unos días, y nuestro cuerpo nos pide descansar y resguardarnos. Ahí, en el sueño, en el descanso, en la retirada, se abre la puerta a que regresen del desván de nuestra psique todos los seres que han formado parte de nuestra vida, cada uno con la información necesaria para ese momento concreto. En estos días de menstruación, precisamente, es cuando se activa el arquetipo de la bruja. No es casualidad que justo el día de la víspera de todos los santos sea un día asociado a las brujas. La relación entre las dos ruedas se hace evidente.
Mucho se habla estos días de brujas. Incluso las vemos por todas partes. Sin ir más lejos, ayer me sirvió el té en una cafetería una de ellas y, al momento, otra, de poco más de un metro de altura, salía de la puerta del cuarto de baño. Más allá de las críticas que la celebración de Halloween al estilo estadounidense puedan suscitar, traerlas de regreso, a las brujas, y abrirles las puertas de nuestras casas, ciudades y calles por un día nos acerca a ellas, nos acerca a ese aspecto de nosotras mismas que cada mes nos viene a visitar y que, en esta época del año, se hace extensible a todas las personas. Y así como nos acerca a ellas, nos acerca a aquello que ellas custodiaron por encima de todo, por encima de su propia vida, en ese pacto secreto que tenían: un pacto el amor al origen, a lo femenino y a la madre.
María Milagros Rivera-Garretas nos lleva a recordar este pacto de las brujas con el amor en el precioso libro El amor es el signo. Y no solo ella lo hace, lo hacen muchos cuentos populares donde las brujas son las que custodian la luz, la sabiduría y el conocimiento. Son las que aparecen a la aurora y al alba cuando brilla Venus en el firmamento, la estrella del amor. Cuando el sol viejo muere, cuando el sol se pone, ellas guardan la luz de la estrella para regresarla a la mañana siguiente, pues es la misma estrella la que acompaña la muerte y el nacimiento del sol. Son ellas las que se llevan al viejo sol a la oscuridad y hacen que regrese en forma de dios joven en el solsticio de invierno. Son las que guardan la luz hasta que comienzan sus rayos de nuevo a iluminar en el alba. Pero se esconde mucho más debajo de este pacto, mucho más.
Nos recuerda Milagros Rivera que la relación de las brujas con el diablo proviene precisamente de su relación con las estrellas nombradas ya que tanto la estrella del alba como la de la aurora, muchas veces la misma estrella Venus, es conocida como Lucero. Y Lucero, todas lo sabemos, remite a Lucifer, el ángel portador de la luz. He aquí la explicación a la relación de las brujas con el diablo, del pacto de las brujas con Lucifer, con el ángel de la luz, el ángel que se revela a un Dios padre que quiere imponer su mandato jerárquico, monoteísta e onmipotente reclamando su parte de divinidad y manteniéndose, de esta forma, unido a la tradición anterior, la de la Diosa madre en la que todos los seres eran considerados divinos y sagrados. Tras su expulsón del cielo pasó a ser llamado Satanás y a ser simbolizado por la serpiente, un símbolo que desde el inicio de la historia ha acompañdo a las mujeres.
Lucero, Lucifer, aquel con el que las brujas habían hecho un pacto según las miles de acusaciones y condenas ejercidas sobre las mujeres del S.XV al XVII tanto en Europa como en América, es presentado en este texto no sólo como el portador de la luz, sino como la figura que custodia la unión al origen, al orden simbólico anterior al patriarcal, a un orden donde todas y todos reconocíamos el cuerpo de una mujer como origen primero y entonces, como dice la Abuela Margarita Núñez, el mundo no se peleaba. De ahí que el pacto de las brujas sea con el amor, con el amor a la madre. Un pacto que las hace guardianas de un orden simbólico diferente al patriarcal. un orden donde los cuidados y los trabajos de creación de la vida son los principales, frente a los enfrentamientos, la violencia y la dominación característicos del orden patriarcal que quedó representado con la llegada de Yaveh.
Después de recordar esta unión y este pacto de amor de las brujas, se me llena el corazón de alegría cuando durante estos días las veo por todas partes, brujas que traen de regreso ese otro orden al que en cualquier momento podemos regresar con un solo acto: reconocer nuestro origen de cuerpo de mujer. Es motivo pues de celebración que las calles, las casas y las ciudades abran sus puertas a las brujas pues con ellas otro orden, uno regido por el amor, regresa.
Todas estas son puertas que se abren, a otra escala, en los cuerpos de las mujeres con la llegada de cada menstruación: puertas abiertas a un orden regido desde el amor, el amor que reconoce en cada cuerpo de mujer el origen primero de esta vida, el mismo origen al que el viejo sol se retira a descansar guiado por las brujas para renacer, días o semanas después, renovado. Son ellas las que están en la oscuridad, cuidando de la luz del amor, para que no se apague la llama y pueda renacer. Es tarea nuestra dejar que nazca y que ordene de nuevo el mundo.
Gran disfrute y muchas bendiciones deseo para estos días en los que la generosidad de la vida nos trae la compañía de las brujas a todas y a todos con todos los secretos y tesoros de los que son guardianas.
9/28/2017 1 Comment
Ciclo menstrual: inspiración.
El ciclo menstrual es un ciclo de creación.
Más allá de que queramos ser madres, el ciclo menstrual es la manifestación de los ciclos universales en nuestros cuerpos. Es un ciclo de creación como lo es la propia vida creándose a sí misma continuamente en constante cambio.
Dentro de la danza del ciclo menstrual, llamo a la fase de la menstruación "Inspiración" pues es aquella en la que se abre la puerta a la mirada interior y ahí, descubrir, entre otros misterios, el misterio de la vida y de la muerte.
Esta fase viene a ser la diástole del corazón, el momento en el que la conciencia, si la dejamos, se introduce tan dentro de nosotras que llega a lugares desconocidos. Comienza generalmente con el primer día de sangrado, aunque a veces puede llegar varios días antes. Es la primera fase del ciclo.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo durante esta fase?
Durante estos días el hemisferio derecho presenta mayor actividad de la habitual, por lo que las barreras entre la mente consciente y la inconsciente se debilitan dando lugar a un mayor flujo de información inconsciente se hace consciente generalmente a través de sueños, intuiciones e inspiraciones.
Por ello es un buen momento para pasar revista a nuestra vida, para preguntarnos y esclarecer aquellos aspectos personales en los que no terminamos de aclararnos. Es, en definitiva, un buen momento para profundizar en nuestro conocimiento.
Para que la comunicación entre la parte inconsciente y la consciente y el flujo de información entre ellas sea posible es necesario parar, es necesario detenernos y escucharnos. Esta reflexión es imposible de hacer en actividad. Haciendo las mil cosas de cada día y pensando en las mil y una cuestiones externas que tenemos que resolver a diario difícilmente vamos a poder escuchar con atención los mensajes de nuestro inconsciente.
Estos llegan en estos días, estemos atentas o no, seamos más o menos conscientes de ellos. Si atendemos a ellos y actuamos en consecuencia, permitimos que el ciclo siga su curso sin grandes impedimentos; si, por el contrario, hacemos caso omiso de ellos y seguimos en nuestro tren de actividades, en algún momento el ciclo dará su señal de alarma, ya sea con dolores durante el sangrado, con rabia e ira durante la premenstruación, con inseguridades y necesidad de reconocimiento durante la preovulación, o con frustración durante la ovulación.
Un momento para quitarse cosas de encima.
Para muchas mujeres, entre las que me incluyo, el sangrado menstrual es vivido como una limpieza. Fisiológicamente el útero se limpia del endometrio así como del óvulo desintegrado: elimina aquello que ha estado formando pero que ya no tiene utilidad.
Para que esta limpieza se realice el cuerpo segrega prostaglandina F2 alfa, la hormona que se produce cuando se rompe el revestimiento del útero y que provoca contracciones para que el endometrio y el óvulo salgan con ayuda de la sangre.
Si las contracciones son las justas, el sangrado no suele ser doloroso y estos días son vividos como el momento en el que es posible desprenderse de las cargas del ciclo que acaba de terminar. Entonces llega la oportunidad para, limpias de las historias pasadas, prestar de nuevo atención a nosotras mismas y navegar dentro de nuestro subconsciente.
Otra de las características de esta fase es que, además de más horas de sueño, la mente necesita más tiempo para soñar tanto dormida como despierta, ya que los sueños son el principal vehículo a través del cual el inconsciente nos habla. Para esto la no acción es igualmente necesaria.
La ensoñación, las fantasías y las visualizaciones son métodos a través de los cuales podemos entrever la solución a aquello que tanto nos preocupa, el deseo que no terminamos de ver claro o las cosas de las que debemos deshacernos.
Esta unión de la mente consciente e inconsciente, esta capacidad de acceder a conocimientos a los que no podemos acceder sino a través de estados alterados de consciencia es el poder que manifiestan algunos de los arquetipos relacionados con esta fase como el de la Mujer Sabia o la Bruja.
Un concepto inseparable de estos arquetipos es el de MUERTE, incluido dentro del ciclo de la naturaleza de VIDA-MUERTE-VIDA.
Entiendo la muerte a la que podemos aproximarnos durante estos días como un lugar en el que nada ocurre, en el que no hago nada sino observar, en el que no me sirven ni mi trabajo, ni mis ideas, ni mi casa/ciudad para identificarme, en el que mi “yo” se difumina para brindarme la oportunidad de sentir el ser que somos y que va más allá de todas las ideas que tengamos sobre nosotras mismas.
Un lugar en el que, si consigo entrar, encontraré información valiosa para mi vida. Un lugar al que se llega dirigiendo la mirada al interior de nosotras mismas.
"Mirada interior" es el significado original de la palabra "inspiración".
Afirman las 13 abuelas que durante la menstruación las mujeres tenemos fácil acceso a un estado alterado de consciencia, a un estado de meditación constante.
Durante los dos años que llevo observando mi ciclo e intentado respetar su ritmo en mí, ha habido momentos en los que realmente durante esos días me sentía embriagada. No podía ver con claridad, ni entender, ni hablar: era como estar bajo los efectos de alguna droga. También he sentido que la necesidad de estar activa, de continuar con mi vida ha hecho que esos síntomas desaparecieran rápidamente.
Dicen las 13 abuelas:
Afirman las 13 abuelas que durante la menstruación las mujeres tenemos fácil acceso a un estado alterado de consciencia, a un estado de meditación constante.
Durante los dos años que llevo observando mi ciclo e intentado respetar su ritmo en mí, ha habido momentos en los que realmente durante esos días me sentía embriagada. No podía ver con claridad, ni entender, ni hablar: era como estar bajo los efectos de alguna droga. También he sentido que la necesidad de estar activa, de continuar con mi vida ha hecho que esos síntomas desaparecieran rápidamente.
Dicen las 13 abuelas:
La iluminación es ese espacio, el hueco entre la inhalación y la exhalación en el que nos volvemos tan conscientemente. Sitúate donde no tienes nada que hacer. Relájate en esa consciencia. En ese estado, entramos en el reino del yo. Puede que en los libros haya sabiduría, pero este silencio interior nos lleva a una sabiduría interior más profunda. Cuando nos concentramos profundamente en nuestro interior, permitimos que nuestro poder interno surja. (...) Hay amor y hay miedo, esas son las dos energías que manejamos. Cuando vivimos en el miedo, contraemos nuestras energías. El amor, por otro lado, es libertad. (SCHAFER, 2008: 202)
Muy importante para mí esta reflexión: hay amor y miedo.
Si nos movemos desde el miedo estamos siendo nuestras propias esclavas; si nos movemos desde el amor, entramos en la libertad.
En esta sociedad en la que vivimos muchas personas nos movemos desde el miedo. Desde ahí damos pasitos cortos, pequeños y casi siempre hacia lugares conocidos.
Debido a este miedo que nos gobierna, las fases del ciclo menstrual que nos llevan hacia nuestro interior, lugar al que solo se puede llegar desde la no-actividad y la disolución de la identidad, son las más rechazadas tanto por las mujeres como por la sociedad en general, miedosa también de que un grupo de la población tenga tan fácil acceso al poder interno.
Muy importante fue para mí comprender que la vida se gesta en la oscuridad, que es la propia muerte el germen de la vida.
La vida se gesta en la oscuridad de la muerte.
No es sólo que la muerte genera vida orgánica, como en el caso de nuestros cuerpos muertos que sirven de abono y ayudan a que vida siga su curso, sino que la vida misma se gesta en la oscuridad de la no acción.
Eso mismo ocurre durante la fase del sangrado cuando nuestro cuerpo nos pide descanso para poder morir, para poder deshacerse de todo lo pasado, para limpiarse de identificaciones mentales, de esquemas encorsetados, de líneas rectas. Sacarnos todo esto de encima puede provocarnos, además del ya citado miedo, pena por la pérdida de todo aquello que creemos ser.
En estos días sentimos claramente lo que es realmente importante para nosotras y, si nos dedicamos el tiempo para preguntárnoslo seriamente, nos sorprenderíamos de las pocas cosas que realmente consideramos importantes. Este es el balance que requiere la fase de la inspiración.
A la vez que todo esto sucede, a la vez que la menstruación nos lleva hacia la muerte haciéndola evidente en el sangrado, nuestro cuerpo comienza a nutrir a los folículos de los que saldrá el óvulo que dará la oportunidad de una nueva vida.
Me encanta ver los gráficos y comprobar que las hormonas, en esta fase del ciclo, se mantienen más o menos estables. Es como un estado de letargo en el que nada especial ocurre, todo se mantiene en calma mientras que en la oscuridad están comenzando a gestarse varias posibilidades de nuevas vidas. Son los claros del bosque que nos traen la INSPIRACIÓN.
Igual que ocurre en el cuerpo ocurre en la mente y en el espíritu. Así, de cada folículo se desprende una idea nueva, un nuevo proyecto, un nuevo deseo, una nueva posibilidad.
Las que sean cogidas con más fuerza, contiuarán su ciclo a través de la manifestación y la materialización. Pero eso ya, es cuando otras energías circulen en nuestro cuerpo.
Nosotras, todo esto, lo danzamos.
Si nos movemos desde el miedo estamos siendo nuestras propias esclavas; si nos movemos desde el amor, entramos en la libertad.
En esta sociedad en la que vivimos muchas personas nos movemos desde el miedo. Desde ahí damos pasitos cortos, pequeños y casi siempre hacia lugares conocidos.
Debido a este miedo que nos gobierna, las fases del ciclo menstrual que nos llevan hacia nuestro interior, lugar al que solo se puede llegar desde la no-actividad y la disolución de la identidad, son las más rechazadas tanto por las mujeres como por la sociedad en general, miedosa también de que un grupo de la población tenga tan fácil acceso al poder interno.
Muy importante fue para mí comprender que la vida se gesta en la oscuridad, que es la propia muerte el germen de la vida.
La vida se gesta en la oscuridad de la muerte.
No es sólo que la muerte genera vida orgánica, como en el caso de nuestros cuerpos muertos que sirven de abono y ayudan a que vida siga su curso, sino que la vida misma se gesta en la oscuridad de la no acción.
Eso mismo ocurre durante la fase del sangrado cuando nuestro cuerpo nos pide descanso para poder morir, para poder deshacerse de todo lo pasado, para limpiarse de identificaciones mentales, de esquemas encorsetados, de líneas rectas. Sacarnos todo esto de encima puede provocarnos, además del ya citado miedo, pena por la pérdida de todo aquello que creemos ser.
En estos días sentimos claramente lo que es realmente importante para nosotras y, si nos dedicamos el tiempo para preguntárnoslo seriamente, nos sorprenderíamos de las pocas cosas que realmente consideramos importantes. Este es el balance que requiere la fase de la inspiración.
A la vez que todo esto sucede, a la vez que la menstruación nos lleva hacia la muerte haciéndola evidente en el sangrado, nuestro cuerpo comienza a nutrir a los folículos de los que saldrá el óvulo que dará la oportunidad de una nueva vida.
Me encanta ver los gráficos y comprobar que las hormonas, en esta fase del ciclo, se mantienen más o menos estables. Es como un estado de letargo en el que nada especial ocurre, todo se mantiene en calma mientras que en la oscuridad están comenzando a gestarse varias posibilidades de nuevas vidas. Son los claros del bosque que nos traen la INSPIRACIÓN.
Igual que ocurre en el cuerpo ocurre en la mente y en el espíritu. Así, de cada folículo se desprende una idea nueva, un nuevo proyecto, un nuevo deseo, una nueva posibilidad.
Las que sean cogidas con más fuerza, contiuarán su ciclo a través de la manifestación y la materialización. Pero eso ya, es cuando otras energías circulen en nuestro cuerpo.
Nosotras, todo esto, lo danzamos.
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8/14/2017 1 Comment
El ciclo menstrual: Transmutación.
El ciclo menstrual es un ciclo de creación.
Más allá de que queramos ser madres, el ciclo menstrual es la manifestación de los ciclos universales en nuestros cuerpos. Es un ciclo de creación como lo es la propia vida creándose a sí misma continuamente en constante cambio.
Fue leyendo a Clarisa Pinkola Estés cuando tomé conciencia de que todo ciclo de creación es un ciclo de vida-muerte-vida, así como lo es la propia vida, y así como lo es también el ciclo menstrual: vida-muerte-vida-muerte en diversas manifestaciones en cada mujer.
No todas menstruamos igual, como no todas ovulamos igual aunque lo que suceda en nuestro cuerpo en cada fase del ciclo menstrual sea más o menos lo mismo. En la danza del ciclo menstrual, esto es especialmente evidente durante los días de la premenstruación, días que las mujeres vivimos de manera muy diversa a pesar del estereotipo de sobra conocido de la mujer en los días antes de su sangrado.
Partiendo de la idea de que toda muerte es a su vez un inicio de algo y de que un inicio es la apertura de algo desconocido, algo que podría ser una pequeña muerte, dentro del ciclo menstrual la premenstruación es la fase en la que se inicia el viraje de la vida a la muerte.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo durante la premenstruación?
Lo que caracteriza fisiológicamente estos días es que aumenta la producción de progesterona y comienza a disminuir la de estrógenos. Es una de parte de la fase lútea que se caracteriza por mantener el cuerpo lúteo activo hasta que llega la menstruación. Con la caída completa de la progesterona, el endometrio comienza a descamarse e inicia el sangrado.
En esta fase el óvulo no ha sido fecundado y comienza su descomposición: la materialización para la que estaba preparado no ha sido realizada. No hay fecundación y no hay critatura.
A pesar de no haber fecundación, la energía creativa sigue estado presente en nosotras con lo cual podemos disponer de ella. Depende de cómo la usemos, esa fuerza se manifestará de una forma y otra en esta fase. Este momento en el que la energía creativa que guarda el ovocito es recanalizada es el inicio de la transmutación.
Si situáramos esta fase dentro de la rueda del año, sería la correspondiente al otoño, el momento en el que, partiendo del mismo número de horas, la oscuridad comienza a ganarle horas al día a la luz, al igual que sucede en las horas vespertinas y en los años del climaterio.
A esta fase se le asocia el arquetipo de la mujer hechicera, de la sacerdotisa o de la mujer chamana. Estos tres arquetipos coinciden en que son aspectos de lo femenino que se mueven entre dos mundos con el poder de transformar; que viajan a los mundos oscuros, sutiles, a la sombra o a la mente inconsciente para recabar información con la que transformar el mundo material.
Se abre la puerta en esta fase al viaje hacia el mundo interior.
La separación entre el consciente y el inconsciente es menor, de ahí que sean muchas las mujeres que recuerdan sin esfuerzo y con más detalles sus sueños, el viaje al inconsciente por exelencia. Es también menor el velo que separa los dos hemisferios cerebrales por lo que se da mayor comunicación entre ellos. Este, dicen algunos expertos, es un requisito para que la magia se dé.
A nivel emocional, muchos son los tópicos que existen y que siguen circulando sobre esta fase, un tópico que muchas mujeres viven como real. Mucho se habla de los cambios de humor, de estallidos emocionales o de poco o nulo control sobre nuestras emociones.
Siempre me resulta curioso que al hacer un trabajo sobre el ciclo menstrual, cuando se toma conciencia de las diferentes fases y de nuestros deseos en cada una de ellas, uno de los primeros síntomas es que los cambios de humor y el malestar emocional de los días de la premenstruación desaparecen.
Una oportunidad de encarar lo que no queremos en nuestra vida.
Personalmente considero esta fase como una válvula de escape por la que sale lo que no necesitamos; aquello que hemos estado aguantando sin querer; aquello que hemos hecho sin deseo y sin haber negociado previa y honestamente con nosotras mismas antes de realizarlo; aquello que no dijimos esperando a que llegara una mejor oportunidad.
Este es uno de los poderes de esta fase pues hay fuerza disponible para mostrarnos más honestamente al mundo dejando a un lado los miedos y los fantasmas del rechazo. Este poder existe y se hace presente de formas diferentes en cada mujer y, si no lo usamos concientemente, él se las arregla para hacer su cometido.
A diferencia de otras fases, en esta la expresión clara y honesta pasa por esos primeros pasos dados hacia el interior de una misma: es la expresión hacia fuera de las capas más internas de nuestro ser. De ahí el trabajo de introspección y la puesta en juego que supone hacer el trabajo conscientemente.
Como decía antes, los arquetipos que se asocian con esta fase nos traen un aspecto de lo femenino en constante viaje de fuera hacia dentro para regresar afuera. El propio viaje supone un cambio interno por eso, aunque se dé una transformación, relaciono esta fase con la transmutación. Transmutación es cambio en lo interno, que puede verse o no manifestado de forma externa, mientras que la transformación es un cambio externo.
A esta fase le reconoce también un aspecto sexual.
Es una fase en la que la fértilidad decae ya que el ovocito, después de unas horas de haber salido del ovario, si no es fecundado, comienza a desintegrarse. Por este motivo el sexo se ve liberado de la reproducción y son muchas las mujeres que cuentan cómo durante estos días sienten la sexualidad de forma más instintiva, con menos filtros mentales, con más libertad y con mucha más claridad de lo que desean y les da placer.
En este sentido la figura de Lilith es la que nos recuerda que, por encima de querer complacer haciendo algo indeseado por nosotras pero deseado por otros, está nuestro propio deseo.
Este aspecto de la naturaleza instintiva ha sido demonizado y convertido en maligno. Es un aspecto de lo femenino relegado a la sombra que en muchas mujeres se hace presente durante esta fase. Saber que ha sido apartado de nuestro consciente y que esas fuerzas pueden responder a nuestro deseo es algo que da mucha libertad a muchas mujeres.
Excelencia femenina
Esta claridad y decisión hacia la consecución de lo deseado y hacia la optención de placer se puede encontrar también en la forma de actuar, pues sexo y actuación tienen el mismo motor. Así como nos enfrentamos a las relaciones sexuales, nos enfrentamos a realizar aquello que deseamos en la vida.
Esto puede verse claramente en la fascinación que producen las mujeres que, llegadas a la menopausia, han hecho un trabajo de revisión, han iniciado el viaje hacia su interior y salen al exterior a relacionarse con el mundo desde su deseo.
Muchas de estas mujeres han pasado ya la época de dedicarse a las demás personas, sean hijas e hijos, proyectos u cualquier otra criatura, para retomar su deseo interno y moverse por el mundo desde ahí. Muchas han ido creciendo sostenidas por un grupo de mujeres con las que han ido dándole forma a las informaciones que han ido recogiendo a lo largo de la vida en sus viajes hacia el interior, mujeres con las que han configurado un sosten al deseo de cada una de ellas.
En estas mujeres que se mueven así por el mundo podemos reconocer algo que la filósofa Luisa Muraro llamó “excelencia femenia”, algo que no puede ser definido, dice, pero sí reconocido y experimentado.
Estoy segura de que todas, todas las mujeres del mundo han sentido la excelencia en algún momento de sus vidas. Ese día que dijeron lo que querían decir a pesar de saber que iba a ser difícil y probablemente rechazado. Y sucede que, sorprendentemente, al terminar de nombrar, nadie rebate ni discute. No porque se esté o no deacuerdo, sino porque ante la forma en la que la excelencia presenta las propias verdades se hace un silencio de reconocimiento de la autenticidad y la realidad de lo que está sucediendo.
Según yo la entiendo, no hay excelencia sin el viaje de ida y vuelta al interior de cada una, sin esa revisión constante que conlleva este movimiento pulsante y sin la transmutación hacia el ser más auténtico de cada una.
Cuando una mujer se mueve libremente entre sus mundos con la confianza de saberse sostenida por otras en su deseo, de saberse parte de un linaje y de un hilo de mujeres libres para ser y hacer que no se agota en la historia, cuando se entrega libremente a las transmutaciones que sean necesarias sufrir y hacer en su propia vida, ahí hay excelencia y libertad femeninas.
Esto puede darse en cualquier momento, no es algo sujeto al ciclo menstrual ni, me atravo a pensar y a decir, sujeto a ningún ciclo. Pero cada vez que mis sueños me avisan de que la premenstruación está llegando hago el ejercicio de traerlo a la mente y recordarme que es un momento en el que mi excelencia está en juego.
De mí depende entregarme al proceso de revisión interna con honestidad para dejar que suceda la transmutación y salir a relacionarme en el mundo con excelencia y libertad.
Nosotras, todo esto, lo danzamos.
Más allá de que queramos ser madres, el ciclo menstrual es la manifestación de los ciclos universales en nuestros cuerpos. Es un ciclo de creación como lo es la propia vida creándose a sí misma continuamente en constante cambio.
Fue leyendo a Clarisa Pinkola Estés cuando tomé conciencia de que todo ciclo de creación es un ciclo de vida-muerte-vida, así como lo es la propia vida, y así como lo es también el ciclo menstrual: vida-muerte-vida-muerte en diversas manifestaciones en cada mujer.
No todas menstruamos igual, como no todas ovulamos igual aunque lo que suceda en nuestro cuerpo en cada fase del ciclo menstrual sea más o menos lo mismo. En la danza del ciclo menstrual, esto es especialmente evidente durante los días de la premenstruación, días que las mujeres vivimos de manera muy diversa a pesar del estereotipo de sobra conocido de la mujer en los días antes de su sangrado.
Partiendo de la idea de que toda muerte es a su vez un inicio de algo y de que un inicio es la apertura de algo desconocido, algo que podría ser una pequeña muerte, dentro del ciclo menstrual la premenstruación es la fase en la que se inicia el viraje de la vida a la muerte.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo durante la premenstruación?
Lo que caracteriza fisiológicamente estos días es que aumenta la producción de progesterona y comienza a disminuir la de estrógenos. Es una de parte de la fase lútea que se caracteriza por mantener el cuerpo lúteo activo hasta que llega la menstruación. Con la caída completa de la progesterona, el endometrio comienza a descamarse e inicia el sangrado.
En esta fase el óvulo no ha sido fecundado y comienza su descomposición: la materialización para la que estaba preparado no ha sido realizada. No hay fecundación y no hay critatura.
A pesar de no haber fecundación, la energía creativa sigue estado presente en nosotras con lo cual podemos disponer de ella. Depende de cómo la usemos, esa fuerza se manifestará de una forma y otra en esta fase. Este momento en el que la energía creativa que guarda el ovocito es recanalizada es el inicio de la transmutación.
Si situáramos esta fase dentro de la rueda del año, sería la correspondiente al otoño, el momento en el que, partiendo del mismo número de horas, la oscuridad comienza a ganarle horas al día a la luz, al igual que sucede en las horas vespertinas y en los años del climaterio.
A esta fase se le asocia el arquetipo de la mujer hechicera, de la sacerdotisa o de la mujer chamana. Estos tres arquetipos coinciden en que son aspectos de lo femenino que se mueven entre dos mundos con el poder de transformar; que viajan a los mundos oscuros, sutiles, a la sombra o a la mente inconsciente para recabar información con la que transformar el mundo material.
Se abre la puerta en esta fase al viaje hacia el mundo interior.
La separación entre el consciente y el inconsciente es menor, de ahí que sean muchas las mujeres que recuerdan sin esfuerzo y con más detalles sus sueños, el viaje al inconsciente por exelencia. Es también menor el velo que separa los dos hemisferios cerebrales por lo que se da mayor comunicación entre ellos. Este, dicen algunos expertos, es un requisito para que la magia se dé.
A nivel emocional, muchos son los tópicos que existen y que siguen circulando sobre esta fase, un tópico que muchas mujeres viven como real. Mucho se habla de los cambios de humor, de estallidos emocionales o de poco o nulo control sobre nuestras emociones.
Siempre me resulta curioso que al hacer un trabajo sobre el ciclo menstrual, cuando se toma conciencia de las diferentes fases y de nuestros deseos en cada una de ellas, uno de los primeros síntomas es que los cambios de humor y el malestar emocional de los días de la premenstruación desaparecen.
Una oportunidad de encarar lo que no queremos en nuestra vida.
Personalmente considero esta fase como una válvula de escape por la que sale lo que no necesitamos; aquello que hemos estado aguantando sin querer; aquello que hemos hecho sin deseo y sin haber negociado previa y honestamente con nosotras mismas antes de realizarlo; aquello que no dijimos esperando a que llegara una mejor oportunidad.
Este es uno de los poderes de esta fase pues hay fuerza disponible para mostrarnos más honestamente al mundo dejando a un lado los miedos y los fantasmas del rechazo. Este poder existe y se hace presente de formas diferentes en cada mujer y, si no lo usamos concientemente, él se las arregla para hacer su cometido.
A diferencia de otras fases, en esta la expresión clara y honesta pasa por esos primeros pasos dados hacia el interior de una misma: es la expresión hacia fuera de las capas más internas de nuestro ser. De ahí el trabajo de introspección y la puesta en juego que supone hacer el trabajo conscientemente.
Como decía antes, los arquetipos que se asocian con esta fase nos traen un aspecto de lo femenino en constante viaje de fuera hacia dentro para regresar afuera. El propio viaje supone un cambio interno por eso, aunque se dé una transformación, relaciono esta fase con la transmutación. Transmutación es cambio en lo interno, que puede verse o no manifestado de forma externa, mientras que la transformación es un cambio externo.
A esta fase le reconoce también un aspecto sexual.
Es una fase en la que la fértilidad decae ya que el ovocito, después de unas horas de haber salido del ovario, si no es fecundado, comienza a desintegrarse. Por este motivo el sexo se ve liberado de la reproducción y son muchas las mujeres que cuentan cómo durante estos días sienten la sexualidad de forma más instintiva, con menos filtros mentales, con más libertad y con mucha más claridad de lo que desean y les da placer.
En este sentido la figura de Lilith es la que nos recuerda que, por encima de querer complacer haciendo algo indeseado por nosotras pero deseado por otros, está nuestro propio deseo.
Este aspecto de la naturaleza instintiva ha sido demonizado y convertido en maligno. Es un aspecto de lo femenino relegado a la sombra que en muchas mujeres se hace presente durante esta fase. Saber que ha sido apartado de nuestro consciente y que esas fuerzas pueden responder a nuestro deseo es algo que da mucha libertad a muchas mujeres.
Excelencia femenina
Esta claridad y decisión hacia la consecución de lo deseado y hacia la optención de placer se puede encontrar también en la forma de actuar, pues sexo y actuación tienen el mismo motor. Así como nos enfrentamos a las relaciones sexuales, nos enfrentamos a realizar aquello que deseamos en la vida.
Esto puede verse claramente en la fascinación que producen las mujeres que, llegadas a la menopausia, han hecho un trabajo de revisión, han iniciado el viaje hacia su interior y salen al exterior a relacionarse con el mundo desde su deseo.
Muchas de estas mujeres han pasado ya la época de dedicarse a las demás personas, sean hijas e hijos, proyectos u cualquier otra criatura, para retomar su deseo interno y moverse por el mundo desde ahí. Muchas han ido creciendo sostenidas por un grupo de mujeres con las que han ido dándole forma a las informaciones que han ido recogiendo a lo largo de la vida en sus viajes hacia el interior, mujeres con las que han configurado un sosten al deseo de cada una de ellas.
En estas mujeres que se mueven así por el mundo podemos reconocer algo que la filósofa Luisa Muraro llamó “excelencia femenia”, algo que no puede ser definido, dice, pero sí reconocido y experimentado.
Estoy segura de que todas, todas las mujeres del mundo han sentido la excelencia en algún momento de sus vidas. Ese día que dijeron lo que querían decir a pesar de saber que iba a ser difícil y probablemente rechazado. Y sucede que, sorprendentemente, al terminar de nombrar, nadie rebate ni discute. No porque se esté o no deacuerdo, sino porque ante la forma en la que la excelencia presenta las propias verdades se hace un silencio de reconocimiento de la autenticidad y la realidad de lo que está sucediendo.
Según yo la entiendo, no hay excelencia sin el viaje de ida y vuelta al interior de cada una, sin esa revisión constante que conlleva este movimiento pulsante y sin la transmutación hacia el ser más auténtico de cada una.
Cuando una mujer se mueve libremente entre sus mundos con la confianza de saberse sostenida por otras en su deseo, de saberse parte de un linaje y de un hilo de mujeres libres para ser y hacer que no se agota en la historia, cuando se entrega libremente a las transmutaciones que sean necesarias sufrir y hacer en su propia vida, ahí hay excelencia y libertad femeninas.
Esto puede darse en cualquier momento, no es algo sujeto al ciclo menstrual ni, me atravo a pensar y a decir, sujeto a ningún ciclo. Pero cada vez que mis sueños me avisan de que la premenstruación está llegando hago el ejercicio de traerlo a la mente y recordarme que es un momento en el que mi excelencia está en juego.
De mí depende entregarme al proceso de revisión interna con honestidad para dejar que suceda la transmutación y salir a relacionarme en el mundo con excelencia y libertad.
Nosotras, todo esto, lo danzamos.
¿Qué es el ciclo menstrual?
El ciclo menstrual es un proceso biológico que se desarrolla en el cuerpo de las mujeres. Es el proceso biológico que ofrece la posibilidad de que una mujer engendre dentro de sí a una criatura humana.
En la actualidad estamos viviendo un tiempo de ruptura del silenciamiento social que durante unos dos mil años ha estado impuesto sobre la menstruación. Esta apertura está haciendo que se nombren los presupuestos patriarcales establecidos sobre el ciclo reproductor femenino así como que se nombren otros que si bien no son novedosos, se presentan reformulados.
¿En qué consiste el ciclo menstrual?
Fisiológicamente, el ciclo menstrual es la preparación del cuerpo femenino para la concepción, para la procreación de la vida. El ciclo se repite en la vida de la mujer desde su inicio, marcado por la menarquia, hasta su final, marcado por la menopausia. De forma más o menos regular en cada mujer, el ciclo menstrual tiene una duración de 21 a 35 días. De entre ellos, los días en los que se sucede el sangrado o menstruación pueden ir de 2 a 7.
De forma más o menos regular, alrededor de 14 días antes del primer día de sangrado se produce la ovulación. Si durante la vida fértil y madura del ovocito (de 12 a 24 horas) este se deja fecundar por un espermatozoide, el ciclo deriva en la concepción de vida humana.
Esta gestación tendrá una duración aproximada de entre 38 y 42 semanas durante las cuales se interrumpe el ciclo menstrual pues todo el aparato reproductor femenino se centra en el crecimiento del óvulo hasta convertirlo primero en embrión y después en feto. Tras el parto, durante el puerperio, si la madre alimenta al bebé con su propia leche a demanda, es probable que el ciclo continúe interrumpido hasta que las tomas se distancien en el tiempo.
Si, en el caso contrario, ningún espermatozoide interviene en el proceso de maduración del ovocito, la gestación de vida se torna en la posibilidad de un proceso creativo marcado fisiológicamente por la desintegración del ovocito y la expulsión del endometrio durante los días de sangrado.
¿Qué es, para ti, el ciclo menstrual?
Si no se diera por hecho que cada reacción del cuerpo es vivida de forma similar por todos los humanos, las mujeres nos hubiéramos visto pensando en esta pregunta. Dar por hecho, como explica María-Milagros Rivera Garretas en su libro El amor es el signo es fuente primera de malentendidos pues dificulta el entendimiento verdadero.
Si no se dieran por hecho tantas ideas en torno a la menstruación y al sangrado femenino, cada mujer habría podido preguntarse internamente qué es para ella el ciclo menstrual, qué supone sangrar cada mes, cómo se siente antes, después, durante el sangrado, entre otras muchas posibles preguntas.
Personalmente no recuerdo que nadie me planteara esta cuestión antes de hacérmela yo misma, pasada ya la treintena, cuando llevaba casi 20 años menstruando y posiblemente más de la mitad de mis óvulos expulsados.
De las mujeres a las que he podido preguntarles personalmente qué es para ellas el ciclo menstrual, la mayoría me han contado cómo acaban de entrar o están entrando en sentir el ciclo como lo que es, un proceso circular por el que pasamos cada mes con subidas y bajadas, con luces y sombras y, sobre todo, con un fuerte sentimiento de vínculo con la naturaleza. Pero no hace falta más que echar un vistazo por blogs, webs, revistas y demás lugares de información y opinión para ver que la mayoría de mujeres de nuestra sociedad patriarcal siente el ciclo menstrual como una carga a llevar por ser mujer.
Ambas formas de entender el ciclo, y muchas más, conviven en este momento histórico del final del patriarcado.
Diferentes formas de nombrar ¿lo mismo?
En la sociedad en la que habito, sociedad occidental del siglo XXI, el ciclo menstrual sigue siendo para muchas mujeres un familiar lejano que apenas se conoce. Sabemos algo de su existencia pero en realidad si nos lo cruzáramos por la calle no podríamos reconocerlo. Hay alguna prima que sabe algo más de este familiar lejano, una tía que a veces ha hablado con él por teléfono y una sobrina que acaba de agregarlo a facebook, pero más allá de eso el resto de la familia poco o nada sabe de él.
En primer lugar ocurre que muchas mujeres solemos pasar por alto que lo que desemboca en la expulsión de sangre por la vagina es una parte más de un proceso, de un ciclo que se repite cada mes. Por ello, generalmente usamos los términos “menstruación”, “periodo” y “regla” indistintamente para hacer referencia únicamente al momento del sangrado, a pesar de que algunos implican periodicidad.
La palabra que muestra la relación más evidente con lo cíclico es “menstruación”, y lo hace asociando el ciclo femenino al ciclo lunar. “Mens” proviene del latín “mensis” que significa “luna”. Para los antiguos decir “menstruación” sería como en la actualidad decir “acción de la luna”, o “tener la luna” como dicen muchos pueblos de Hispanoamérica. Estas palabras, como todas, crean realidad y decir “tengo mi luna” en medio del asfalto de nuestras ciudades nos haría mirar hacia el cielo, hacia aquello que se llama igual que la sangre que nos viene cada mes, y nos haría tener muy presente que esa sangre nos mantiene unidas a su ciclo.
Otra de las palabras actuales más comunes para hacer referencia al ciclo es la palabra “periodo”, término igualmente usado para marcar el sangrado a pesar de que hace referencia directa a un ciclo, a un periodo de tiempo. Pero el ciclo, con este término, se presenta totalmente desligado de la luna y, con ella, de la naturaleza. Ante la ausencia total de esta unión en la palabra “periodo”, al usarla constantemente para las mujeres deja de ser realidad que su sangre menstrual está ligada al ciclo lunar y pasa a ser algo periódico, algo que se repite, sin más.
El último de los términos generales es “regla”. Al oírla en boca de otras mujeres, incluso en la mía propia, me viene rápidamente a la cabeza el intento de convertir el sangrado y el ciclo precisamente eso, una regla casi matemática: puntual, milimétrica y recta, sobre todo recta, haciendo desaparecer con esta denominación el misterio que custodia el cuerpo femenino a través de este proceso biológico.
Estas denominaciones crean una realidad, crean la realidad que designan: que a la hora de hablar del ciclo menstrual este se reduce prácticamente al sangrado y a los días justamente anteriores a su comienzo. Cada vez son más las mujeres que comienzan a prestar atención a la menstruación como ciclo completo que se desarrolla entre sangrado y sangrado, y con ello a las palabras que usan para crear su realidad, por lo que poco a poco el ciclo va configurándose como realidad frente al periodo o la regla.
Entre las mujeres, al igual que hay varias formas de denominar el ciclo menstrual, existen diferentes realidades, diferente formas de vivirlo.
La herencia de Eva
La llegada de Eva al paraíso para cubrir el hueco dejado por su antecesora Lilith junto a Adán supuso muchos cambios para la vida de las mujeres. Eva presentó con claridad su deseo de trascendencia al comer de la fruta de la sabiduría, fruto de la que probablemente habían estado comiendo hasta que un día llegó la prohibición. Una de las consecuencias de perseguir su deseo es la que hizo que Dios padre nos castigara pariendo nuestros hijos con dolor.
Una realidad para muchas mujeres de mi sociedad es que la menstruación, el tiempo de su luna, tal y como vaticinó nuestro Padre y como si de un pequeño parto se tratara, es un verdadero sufrimiento. Comienza el suplicio varios días antes con lo que la doctora Dalton, eminencia dentro de la ginecología actual, bautizó como la enfermedad del Síndrome Premenstrual en la década de los ochenta. Hasta ese momento tal enfermedad no existía y las mujeres sentían una serie de cambios en su triple cuerpo que cada una llevaba como mejor podía. Desde que la enfermedad fue bautizada, es una realidad que experimenta más del 60% de las mujeres. He aquí como la palabra crea realidad.
Según la doctora Christiane Northrup en su libro Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer “Hay más de cien síntomas conocidos del síndrome premenstrual. Cada uno de ellos está relacionado con inflamación celular, consecuencia de una compleja interacción de factores emocionales, físicos y genéticos”. Generalmente suelen aparecer durante la semana anterior al sangrado, aunque también son comunes justamente a mitad del ciclo, cuando se produce la ovulación. La lista de síntomas es tan amplia que en ella caben desde la aparición de acné, hasta la ansiedad por comer dulces, cansancio, confusión, dolor de espalda, hemorroides, irritabilidad, orzuelos pensamientos suicidas y, uno de mis favoritos, dificultades visuales, entre muchos otros síntomas.
De los 10 factores que según la Doctora Northrup favorecen el síndrome premenstrual, los más comunes apuntan directamente a la alimentación, a su efecto en la producción de hormonas y en la inflamación celular. Elevado consumo de lácteos, cafeína, azúcar y carnes (estos dos últimos causantes de la inflamación celular), exceso de peso, niveles bajo de vitaminas y magnesio, así como falta de ejercicio son altamente favorecedores del síndrome. Además de estos factores, está el peso del concepto que nuestra cultura tiene sobre la menstruación. Este concepto, preeminentemente negativo, afecta emocionalmente a las mujeres sobre todo en la premenstruación. En palabras de la Dra. Northrup:
Dada nuestra herencia cultural y las creencias acerca de la enfermedad en general y del ciclo menstrual en particular, no es difícil entender cómo las mujeres han llegado a equiparar su fase premenstrual con una enfermedad o maldición y a no considerarla un periodo para la reflexión y la renovación. De hecho, se ha demostrado experimentalmente que el lenguaje empleado por nuestra cultura para referirse al útero y a los ovarios afecta al ciclo menstrual de las mujeres; una mujer a la que, en estado hipnótico, se le dicen cosas positivas respecto a su ciclo menstrual, es mucho menos propensa a sufrir molestias relacionadas con la menstruación. Por otra parte, en un estudio se comprobó que las mujeres a las que se les hizo creer que tenían problemas premenstruales cuando en realidad no los tenían, decían que experimentaban más síntomas físicos adversos que las mujeres de otro grupo a las que se les hizo creer que no tenían problemas premenstruales. Estos estudios son excelentes ejemplos de cómo los pensamientos y creencias tienen el poder de influir en las hormonas, la bioquímica y la experiencia subsiguiente.
Tras el síndrome premenstrual llega el sangrado. A las molestias físicas propias de esta parte del ciclo, tales como calambres en el útero, dolor de ovarios y de riñones, migrañas e incluso vómitos, hay que añadir cuestiones culturales como la vergüenza y asco ante la sangre vaginal, el uso de utensilios de higiene que aumentan la incomodidad física y la libre expulsión de los tejidos, algunos incluso gravemente perjudiciales para la salud. En el intento de vivir de la mejor forma posible el infierno que supone para muchas mujeres el sangrado, usan cualquier cosa que ayude a tapar lo que necesita salir, a esconderlo hasta el punto de llegar a hacerlo desaparecer.
Frente al infierno siempre está el cielo y también son muchas las mujeres, y cada vez más, que afirman vivir su menstruación sin molestias algunas, incluso con placer y disfrute. Para ellas los días de la menstruación son un momento de relajación, la posibilidad de entrar en una habitación íntima, algo que a mi entender debe ser parecido a la habitación propia de la que hablaba Virgina Woolf: esa habitación en la que las mujeres podríamos encontrarnos con nosotras mismas y crear lo que quisiéramos.
Entre el cielo y el infierno se sitúa la tierra y, en ella, las mujeres que dicen no sentir nada durante el ciclo. Ni la ovulación, sin síntomas premenstruales, ni los ovarios-úteros-pechos, ni nada de nada durante el sangrado. Muchas formas de sentir el ciclo, tantas como sentidos de lo femenino.
Hacia la búsqueda de sentidos libres del ciclo menstrual
Como ocurre con una herencia que recibimos de un familiar más o menos cercano, que nos preguntamos si la queremos y qué queremos hacer con ella, mi propuesta es hacer lo mismo con las ideas que cargamos en nuestra mente y sentimos en nuestro cuerpo sobre este hecho biológico que nos acompaña a la mayoría de mujeres durante varias décadas de nuestra vida.
Propongo un trabajo de auto-reflexión y revisión sobre si las ideas y sentimientos en torno a este hecho biológico que nos da la posibilidad de crear vida y que hace de nuestro cuerpo un cuerpo solidario, abierto a la diferencia y entregado a la trascendencia, nos dan libertad o nos sitúan en un lugar en el que nos sentimos encasilladas, enclaustradas, encorsetadas. Hablo aquí de cualquier tipo de ideas, de cualquier tipo de sentimientos, sin importar que sean las que hablan de la menstruación como algo impuro que a su vez es tomada como la justificación de la inferioridad de las mujeres con respecto al hombre, como aquellas que afirman cómo debo sentirme en cada fase de mi ciclo y los arquetipos que me van a dominar en cada una de ellas.
Mi deseo es darle al ciclo menstrual un sentido libre donde cada mujer pueda moverse con gusto, disfrute y libertad, donde cada mujer encuentre pasajes que la hagan sentirse situada y en relación con las demás, con ella misma y con la potencia creadora que custodia su cuerpo.
A esto yo lo he llamado Rueda Menstrual y la desarrollo en los talleres presenciales de "Las 4 caras de la luna". Ahí creamos un espacio en el que el ciclo menstrual es una herramienta de auto-observación y auto-conocimiento en la que no hay principio ni fin, en la que el avanzar coge forma de espiral y pasamos una y otra vez por los mismo lugares sintiendo, pensando y actuando de forma diferente.
Una y otra vez las mismas vueltas, una y otra vez la misma potencia creadora cogiendo forma dentro de nosotras, una y otra vez el misterio de la vida sin principio ni fin abriendose paso en nuestros cuerpos. Rodando en nuestro interior, en relación y en vínculo con la vida.
Frente al infierno siempre está el cielo y también son muchas las mujeres, y cada vez más, que afirman vivir su menstruación sin molestias algunas, incluso con placer y disfrute. Para ellas los días de la menstruación son un momento de relajación, la posibilidad de entrar en una habitación íntima, algo que a mi entender debe ser parecido a la habitación propia de la que hablaba Virgina Woolf: esa habitación en la que las mujeres podríamos encontrarnos con nosotras mismas y crear lo que quisiéramos.
Entre el cielo y el infierno se sitúa la tierra y, en ella, las mujeres que dicen no sentir nada durante el ciclo. Ni la ovulación, sin síntomas premenstruales, ni los ovarios-úteros-pechos, ni nada de nada durante el sangrado. Muchas formas de sentir el ciclo, tantas como sentidos de lo femenino.
Hacia la búsqueda de sentidos libres del ciclo menstrual
Como ocurre con una herencia que recibimos de un familiar más o menos cercano, que nos preguntamos si la queremos y qué queremos hacer con ella, mi propuesta es hacer lo mismo con las ideas que cargamos en nuestra mente y sentimos en nuestro cuerpo sobre este hecho biológico que nos acompaña a la mayoría de mujeres durante varias décadas de nuestra vida.
Propongo un trabajo de auto-reflexión y revisión sobre si las ideas y sentimientos en torno a este hecho biológico que nos da la posibilidad de crear vida y que hace de nuestro cuerpo un cuerpo solidario, abierto a la diferencia y entregado a la trascendencia, nos dan libertad o nos sitúan en un lugar en el que nos sentimos encasilladas, enclaustradas, encorsetadas. Hablo aquí de cualquier tipo de ideas, de cualquier tipo de sentimientos, sin importar que sean las que hablan de la menstruación como algo impuro que a su vez es tomada como la justificación de la inferioridad de las mujeres con respecto al hombre, como aquellas que afirman cómo debo sentirme en cada fase de mi ciclo y los arquetipos que me van a dominar en cada una de ellas.
Mi deseo es darle al ciclo menstrual un sentido libre donde cada mujer pueda moverse con gusto, disfrute y libertad, donde cada mujer encuentre pasajes que la hagan sentirse situada y en relación con las demás, con ella misma y con la potencia creadora que custodia su cuerpo.
A esto yo lo he llamado Rueda Menstrual y la desarrollo en los talleres presenciales de "Las 4 caras de la luna". Ahí creamos un espacio en el que el ciclo menstrual es una herramienta de auto-observación y auto-conocimiento en la que no hay principio ni fin, en la que el avanzar coge forma de espiral y pasamos una y otra vez por los mismo lugares sintiendo, pensando y actuando de forma diferente.
Una y otra vez las mismas vueltas, una y otra vez la misma potencia creadora cogiendo forma dentro de nosotras, una y otra vez el misterio de la vida sin principio ni fin abriendose paso en nuestros cuerpos. Rodando en nuestro interior, en relación y en vínculo con la vida.
El ciclo menstrual es el más básicos y terrenal que tenemos (...) Los ciclos macrocósmicos de la naturaleza, las fases crecientes y menguantes de la Luna, el flujo y reflujo de las mareas y los cambios de estación, se reflejan a menor escala en al ciclo menstrual del cuerpo femenino individual.
Christiane Northrup (2010:159)
Nosotras, todo esto, lo danzamos.
6/16/2014 0 Comments
El vuelo de la bruja
Todas ya listas para el despegue. Las escobas preparadas. Mucho tiempo llevábamos preparándonos para emprender de nuevo el vuelo, el vuelo de nuestro linaje interrumpido hace siglos por la autoridad religiosa, eclesiástica y política, por la autoridad jerárquica y dominadora. Lo que es fuera, es dentro, pero ¿dentro de dónde? ¿de mí o del otro?
El vuelo prometía ser alto, muy alto, tan alto como profundo. Un vuelo donde conquistaríamos regiones antes no alcanzadas, o sí, pero hace ya tanto tiempo que ni nuestras células se acuerdan. Cada una asiendo su escoba, mirando lejos, al horizonte, al infinito al alcance de nuestra mano. De nuevo, como hace años durante siglos, llegó la autoridad a pedirnos cuentas. Demasiado alto prometía ser el vuelo, demasiado alto.
No acabamos en la hoguera, ni multadas, ni denunciadas. De hecho, la autoridad no llegó a interrumpir el despegue. Muchas lo iniciaron mientras unas se enfrentaban a la autoriadad y otras se mantenían pendientes de la situación. Ni hoguera ni juicios, solo un vuelo un poco más bajo, nos pidieron, para no alarmar a los vecinos.
Después del regreso y confiando en la vida como confío no dejo de preguntarme para qué vino la autoridad, si para evitar la alarma de los vecinos o para cuidarnos a nosotras mismas...
El vuelo prometía ser alto, muy alto, tan alto como profundo. Un vuelo donde conquistaríamos regiones antes no alcanzadas, o sí, pero hace ya tanto tiempo que ni nuestras células se acuerdan. Cada una asiendo su escoba, mirando lejos, al horizonte, al infinito al alcance de nuestra mano. De nuevo, como hace años durante siglos, llegó la autoridad a pedirnos cuentas. Demasiado alto prometía ser el vuelo, demasiado alto.
No acabamos en la hoguera, ni multadas, ni denunciadas. De hecho, la autoridad no llegó a interrumpir el despegue. Muchas lo iniciaron mientras unas se enfrentaban a la autoriadad y otras se mantenían pendientes de la situación. Ni hoguera ni juicios, solo un vuelo un poco más bajo, nos pidieron, para no alarmar a los vecinos.
Después del regreso y confiando en la vida como confío no dejo de preguntarme para qué vino la autoridad, si para evitar la alarma de los vecinos o para cuidarnos a nosotras mismas...
3/7/2014 0 Comments
Vaciarme
Vaciarme de todo, quitarme todo lo que me pesa de encima: obligaciones y deberías, apariencias, exigencias y complacencias, planes, objetivos, deseos y necesidades, dolores y alegrías, éxitos y fracasos, adicciones, personas, cosas y otras muchas cargas más.
Vaciarme de todo con la ayuda del flujo de mi cuerpo, agua de mar teñida de rojo vida por la luna nueva. Vaciarme, sobre todo, de un pensamiento, ese que me lleva directamente a los 8 años, primero, y a los 14 después para encerrarme en una única posibilidad, la única posible, la única deseada, y meterme en su cárcel con miles de razones-candados. Todas otras posibilidades tras la verja, rechazadas, temidas, repudiadas. Detrás, el miedo, siempre el miedo.
La Nada se acerca y Atreyu no está aquí para salvarme.
Vaciarme de todo con la ayuda del flujo de mi cuerpo, agua de mar teñida de rojo vida por la luna nueva. Vaciarme, sobre todo, de un pensamiento, ese que me lleva directamente a los 8 años, primero, y a los 14 después para encerrarme en una única posibilidad, la única posible, la única deseada, y meterme en su cárcel con miles de razones-candados. Todas otras posibilidades tras la verja, rechazadas, temidas, repudiadas. Detrás, el miedo, siempre el miedo.
La Nada se acerca y Atreyu no está aquí para salvarme.