9/3/2017 0 Comments Círculo de mujeres. Una breve, parcial y personal historia. 2ª parte. La potencialidad del entre mujeres.Entre mujeres En la década de los 70 el feminismo de la diferencia sexual y el feminismo lesbiano comenzaron a hablar de “entre mujeres” para hacer referencia a un espacio donde llevar a cabo prácticas políticas que, como el partir de sí o el affidamento, hacían que la autoridad circulara libremente, como el deseo de las propias mujeres. Esto es "hacer simbólico", moverse y relacionarse más allá de las estructuras patriarcales. Ahora, en estos pensamientos ya no se habla de “entre mujeres” pues afirman que este sintagma, del camino que ha recorrido, ha dejado de nombrar esa realidad concreta de prácticas de libertad femenina para nombrar otras cosas que, a ellas, no les interesan nombrar. No se trata de reunirnos por reunirnos Tampoco de reunirnos para empoderarnos, conectar con nuestro útero o con lo femenino sagrado en nosotras. Tampoco de seguir remarcando el lugar de víctimas y sumisión en el que sitúa el patriarcado a las mujeres. Hacer "entre mujeres" trata de reunirnos para que la libertad femenina se despliegue y alimente entre otras semejantes y dispares a la vez; trata de relacionarnos más allá de patrones patriarcales. Generar “entre mujeres” forma parte de uno de los objetivos fundamentales en mi trabajo (así como en mi propia vida) y desde hace años se encuentra, siempre, como el adjetivo usado implica, en el fundamento del mismo. No importa si la propuesta es hablar de ciclo menstrual, de momentos de paso, ciclos vitales o la rueda lunar. No importa si la propuesta trata de libertad femenina, del mito de la Diosa o de la caza de brujas. No importa porque no es el tema lo que hace que en un encuentro de mujeres se dé libertad femenina1, sino el hecho de querer trascender ciertos patrones de relación que, en este caso, son de relación dominante. Al tratar todos y cada uno de estos temas la pretensión es, siempre, hacerlo desde prácticas políticas femeninas. Lo que hay debajo es siempre lo mismo: generar “entre mujeres”, un espacio donde la autoridad y la libertad circule abierta a recibir aquello que puede recibir del mundo. Sí, todo aquello que puede recibir del mundo: alegría, entusiasmo e impulso pero también celos, envidia o incomprensión. Expulsar estas últimas emociones del “entre mujeres” es volver a hacer lo mismo que el patriarcado lleva haciendo varios miles de años: apartar, tapar, eliminar aquello que no le gusta, que no quiere, que teme2. La libertad deja de circular entre mujeres cuando una siente envidia y no quiere sentirla; cuando no hay lugar para los celos o para el sentimiento de abandono; cuando se obvia o esconde la competencia y el no reconocimiento entre mujeres. La libertad circula cuando cualquier mujer puede volcar en el círculo cualquier sentimiento haciéndose completamente responsable de él y asumiendo, desde su origen, que depende única y exclusivamente de su propia historia y que poco o nada tiene que ver con la mujer que lo ha despertado sino con la mujer de origen: la madre. Cualquier sentimiento o emoción es acogido en el “entre mujeres” pues ¿qué diferencia el entusiasmo de la envidia? La envidia, decía María Zambrano, es sagrada pues nos muestra el lugar por el que queremos caminar. El placer de estar entre otras La mayoría de espacios de entre mujeres que conozcon se nombran con el sintagma “círculos de mujeres”. Uno de los motivos por los que se concova a mujeres a reunirse en círculo es por su potencial sanador: por el hecho de estar juntas, se dice, sanamos. Esto parece ser una cuestión que deriva en parte de aspectos corporales bioquímicos pues cuando estamos juntas, también se dice, segregamos oxitocina. Esto, así tal cual, parece no ser del todo cierto. La oxitocina es una hormona que, si bien es asociada a las mujeres, no es exclusivamente femenina. Todas las personas segregan oxitocina en ciertas condiciones. Cuando estamos en un ambiente de intimidad en confianza y recibimos caricias deseadas durante más de 2 minutos, todas y todos comenzamos a segregarla3. Para que la oxitocina aparezca entre mujeres hace falta algo más que reunirnos: hace falta que en esa reunión la confianza también esté presente. Principalmente cada mujer habrá tenido que asistir al círculo por voluntad propia, respondiendo a un deseo personal de estar reunida con otras. Es necesario que el ambiente sea de confianza y que la mujer se sienta segura y acogida en todas sus manifestaciones. En cuanto algo propio no se siente acogido desaparece la oxitocina y, en su lugar, se segregan otras hormonas entre las que podrían darse la adrenalina, la hormona de la actividad y el estrés. El límite entre segregar una u otra hormona a veces se me presenta muy parejo al límite entre dejar que la libertad circule o reproducir patrones de comportamiento patriarcales. Un límite fino, muy fino. Cuando sentimos que tenemos que ser de una determinada manera para encajar en una identidad, cuando pensamos que tenemos que sentir unas determinadas emociones o que “ser mujer” es algo fijo4 que se aprende5, por mucho que estemos entre mujeres, la oxitocina no sólo no hace acto de presencia sino que son otras las hormonas que vienen a rescatarnos en respuesta al estado/sensación de peligro o malestar y, al final, surge una respuesta defensiva a lo que iba a suponer una oportunidad de sentirnos mejor con y entre nosotras. La verdad de cada una Hoy día vivimos en un tiempo en el que cualquier mujer puede reunirse libremente con otras, una libertad que no siempre fue legal y que, como otras libertades, existe gracias a la toma de conciencia de nuestras abuelas y de las abuelas de nuestras abuelas. Muchos son los grupos de mujeres que surgen en todas partes del mundo con el deseo profundo y verdadero de crear espacios en los que ser más libres entre nosotras buscando formas de trascender el patriarcado en el que nos han criado, un sistema que se caracteriza por ser dominador, jerárquico y opresor. Muestro aquí mi deseo de que, cuando nos juntemos en grupo, entre mujeres, pongamos especial atención a las dinámicas que llevamos a cabo, a los mensajes que damos sobre nosotras mismas recurriendo a lo que Luisa Muraro nombró como “verdad de las mujeres”, la dicha por cada una de nosotras de lo que una mujer es, frente a la “verdad sobre las mujeres” que, en aquel momento era la verdad dicha de los hombres sobre las mujeres y que, ahora, las propias mujeres dicen sobre las demás haciendo un universal de la verdad de cada una. Y mi deseo también de que lo aprendido entre mujeres se extrapole a todas las áreas de la vida y a todas las relaciones pues si lo vivido y ganado entre mujeres no enriquece toda mi vida ¿para qué sirve? Si no enriquece todas mis relaciones, la relación con mi pareja hombre, con mi madre, con mi amigo y con mi jefa, lo que me aporta el entre mujeres se desvanece sin llegar a afectar a la realidad. Leyendo una frase de Zulma Moreira6 tuve una epifanía7 o, lo que para mí es lo mismo, dos ideas separadas se hilaron y se llenaron de sentido abriendo un espacio de realidad que antes no había sido capaz de ver. Esa epifanía es que la forma en la que lo vivido entre mujeres nutre el mundo y lo sana, sanándonos a las y los que en él habitamos y abriendo espacios de libertad, es cuando entre mujeres realmente conseguimos ese estado “oxitocinado” tan real y profundo que, cuando nos reunimos con otros y con otras, se contagian; es cuando la oxitocina segregada entre mujeres sobrevive a la separación y llega con nosotras a nuestras casas, a nuestro trabajo, a nuestra vida y todas las relaciones que mantenemos en ella. En estas ocasiones pareciera que el patriarcado hubiera llegado a su fin8. A lo largo de estos años trabajando entre mujeres son varios los hombres que me han dado personalmente las gracias por el trabajo que sus parejas mujeres han hecho a través de mis propuestas. En sus palabras me hacían llegar una muestra real de agradecimiento por lo que sus vidas se han visto cambiadas con cambios que eran necesarios y que no sabían lo necesarios que eran hasta que llegaron. Esta realidad es la que he podido llegar a nombrar como la verdadera potencialidad del “entre mujeres”, cuando la oxitocina y el simbólico creado no se queda en nosotras sino que sigue su camino hacia todas nuestras relaciones, hasta el infinito y más allá, ese lugar donde el patriarcado se quedó muy atrás en el tiempo. 1La libertad femenina es diferente de la libertar nombrada como “neutra” pues se caracteriza por ser una libertad en relación. Su descubridora fue Lia Cigarini y puede leerse más de ella en este texto de Mª Milagros Rivera Garretas: http://www.ub.edu/duoda/bvid/obras/Duoda.text.2012.02.0001.html
2Este tema se encuentra extensamente tratado en el libro de la comunidad filosófica Diótima titulado La mágica fuerza de lo negativo, ed. Horas y Horas. 3Se pueden encontrar más detalles sobre el funcionamiento de esta hormona en el libro de Kerstin Uvnäs Moberg, Oxitocina, la hormona de la calma, el amor y la sanación, edi.Obelisco. 4Lo cíclico, si se toma como norma, también puede corresponder a un patrón tan fijo como lo lineal. Veo peligroso hacer de la ciclicidad del aparato reproductor femenino un patrón comportamental fijo para las mujeres en edad reproductiva. 5Únicamente entiendo las “escuelas de mujeres” o “escuela de mujer” desde el significado original de la palabra “escuela”: un lugar donde, libre de preocupaciones y de los quehaceres cotidianos, las personas tenían tiempo para formarse y cultivarse dedicándose a lo que les gustaba y les humanizaba. En este sentido entiendo que las “escuelas de mujeres” son espacios para hacer esto exclusicamente entre mujeres. Ser mujer no puede nunca ser un contenido académico a aprender. El “género mujer” es un término acuñado por las ciencias sociales con el que se designa un contenido aprendido socialmente que hace alusión a las características asignadas a las mujeres diferenciadas de los hombres. 6En Mi sangre cura de Zulma Moreira, ediciones Cuadernos Rojos. 7Esta es la forma en la que mi querida amiga y compañera, la filósofa y poeta Nieves Muriel García, citando a su querida María Zambrano, nombra esta unión de ideas. 8Sobre el final del patriarcado ver http://www.libreriadelledonne.it/pubblicazioni/el-final-del-patriarcado-ha-ocurrido-y-no-por-casualidad-sottosopra-rosso-enero-1996/
0 Comments
Muchas han sido ya las mujeres que a lo largo de estos años se han acercado a preguntarme cómo entiendo yo los círculos de mujeres, qué se trabaja en ellos y qué finalidad tienen. Este texto nace con el deseo de recopilar algunas de las preguntas a estas respuestas que me rondan la cabeza y el corazón. Pretender hacer una clasificación de las formas de reunirnos las mujeres o de los temas, inquietudes y deseos que hacen que nos unamos, se me antoja un tema suficientemente amplio como para una tesis doctoral, lo cual no es la intención de este escrito. Pero sí lo es hacer una breve presentación de los diferentes círculos que conozco, sobre todo los enfocados al desarrollo de lo entendido como “femenino” o energía femenina entre mujeres que son en los que he pasado más tiempo. En esta primera parte nombraré algunos tipos de círculos que se han desarrollado a lo largo de la historia. En la segunda parte me centraré más en las características de los círculos de energía femenina que se están desarrollando, sus dones y algunas dificultades con las que se encuentran. Ambas partes están basadas en mi propia historia, tanto en las lecturas que me han llevado a conocer unos datos frente a otros, como en mis vivencias en los círculos. Al hablar de círculo de mujeres, de su funcionamiento, su fin y lo que aportan al mundo, me vienen a la cabeza dos títulos de libros. Uno de ellos, las mujeres que ya tienen alguna experiencia en estos temas lo conocerán: El millonésimo círculo de Jean Shinoda Bolen. Además de este libro, yo quiero traer otro aquí, presentando los dos como base de la bibliografía que puedo citar de entre los muchos libros que me han ayudado a construir el pensamiento que estoy elaborando en este texto. El libro que quiero traer probablemente no es tan concocido en estos círculos como el anterior: No creas tener derechos de la Librería de Mujeres de Milán. Traer estos textos a mi memoria me ayuda a entrever el hilo que seguir en esta ocasión. El círculo parece haber sido la primera forma de reunión en comunidad. Por las características que aporta es una figura rescatada en ciertos ambientes donde se pretende fomentar una relación igualitaria frente a una jerárquica. Situándonos en círculo sucede la magia: si es redondo, como debe ser, desde cualquier posición se puede ver a todas las personas que lo componen. El círculo reconoce la diferencia de cada persona a la vez que le da el mismo lugar a cada una de ellas. En círculo todas las personas que participan son a la vez receptoras y dadoras, cada una de lo que tenga para dar en ese encuentro. En círculo se recuerda que nadie sabe más que nadie, pues lo que de un tema saben mucho unas, de otros temas saben mucho otras. Por estas características, entre muchas otras, el círculo parece ser una forma fundamental de creación de comunidad y cultura en sociedades solidarias (sigo aquí la denominación de Riane Eisler de sociedades solidarias frente a sociedades dominadoras). Hasta aquí hablo de círculos mixtos, círculos en los que participaba la comunidad al completo. A los círculos específicamente femeninos se les supone su inicio en torno a momentos vitales exclusivos de las mujeres relacionados con los misterios de la sangre: menarquia, menstruación, parto, crianza y menopausia. En muchas culturas estos momentos han sido tabuados con lo cual implicaba la no participación de los hombres en ellos. Creo importante aqui recordar el origen de la palabra tabú, palabra polinesia que designaba a personas de las que, en determinados momentos, no se podía hablar por el caráter sagrado que les era otorgado. Este cambio de concepto me fue difícil de entender: algo considerado tan sagrado de lo que no se puede hablar. Este es el origen del silencio dado a la palabra tabú, solo que con los años el carárter sagrado fue cambiando en vergonzoso. Pero este, es otro tema. Lo que me interesa es recordar la existencia de estos momentos exclusivos entre mujeres. A finales de los años 60 los grupos de autoconciencia femeninos en Estados Unidos toman de nuevo la figura del círculo para hacer su camino de auto conocimiento. Aquí se llama al separativismo como única forma para salir de las relaciones de opresión propiciadas por el sistema patriarcal. Surge un auge de grupos exclusivos de mujeres con el objetivo y la intención de transformar las relaciones de dominación reconociéndolas en cada una. Una de las bases fundamentales fue el hacer política tomando como punto de partida lo personal, revalorizando lo personal en cada una. Es el origen del lema “los personal es político”. Entre los círculos de nuestras antepasadas y los grupos de autoconciencia de nuestras madres feministas están los círculos que las mujeres ha realizado y siguen relaizando siempre como parte de la propia vida. Eso era la cocina de mi abuela por las tardes cuando yo era pequeña: un contínuo círculo de mujeres. Siempre venían las mismas amigas y vecinas a merender y los temas se iban hilando de un día a otro. Mi hermana, mis primas y yo entrábamos y salíamos oyendo retales de los relatos que entre ellas se contaban. No recuerdo de qué hablaban pero ahora imagino que sería una mezcla entre los temas que llevaron a nuestras antepasadas a reunirse: a las de hace miles años como a las que lo hicieron en los años 60. Más allá de temas y de fechas, hay algo que en mi experiencia unifica cualquier círculo de mujeres: el hilo que hace que las mujeres nos sigamos uniendo y busquemos espacios para estar entre nosotras de forma más o menos consciente, de forma más o menos intencionada. Este hilo es el gusto y el deseo intrínseco que hay en estar juntas por propia elección, un gusto que cada una definirá de forma diferente y al que a algunas (entre las que me incluyo) nos gusta justificar -como si esto fuera necesario- en la segregación de oxcitocina que se da cuando estamos juntas. Este gusto fue el que me llevó a decidir pasar parte de mi tiempo, parte importante de mi tiempo, entre mujeres. Las reuniones entre otras pasaron de ser una tradición familiar a ser una elección. Mis primeras experiencias elegidas, más allá -siempre más allá- de mis círculo de amigas, fueron en talleres exclusivos para mujeres después de cierto estudio y práctica feminista. No sabía muy bien ni qué podía aportarme el círculo ni qué podía aportar yo, pero sabía que ese era un lugar en el que quería estar. Precisamente la pregunta que muchas me hacen a mí ahora. Sin saber bien los motivos, son muchas y cada vez más las mujeres que se acercan a círculos o a reuniones exclusivas de mujeres con la intención de estar entre mujeres. Una vez que se crea el círculo, es tarea organizarlo, ver cuándo y cada cuánto son las reuniones, cuáles son los temas a tratar y el trabajo a realizar. Aquí es donde aparecen los dones y las dificultades; el enriquecimiento y el peligro de caer en lo mismo que precisamente queremos transformar. 2/7/2014 0 Comments La libertad entre mujeresLibre es, sobre todo, la que permite que sus impulsos y emociones afloren sin atender a sus propios juicios, la que actúa conforme a su deseo, confiando plenamente en él. Y libre es la que permite que los impulsos y emociones de las otras afloren, la que permite que otras actúen conforme a su deseo, sin juzgarla. En este sentido el trabajo entre mujeres es muy poderoso: es un espacio en el que, si nos permitimos actuar conforme a nuestro deseo, ofrecemos la oportunidad para que las otras descubran los juicios que tienen sobre sí mismas. Y si las otras actúan libremente siguiendo su deseo, entonces nosotras tendremos la oportunidad de descubrir los juicios que emitimos sobre nosotras mismas.
Descubrir un juicio es descubrir un tesoro. En el momento en el que ya lo tenemos delante, queda la parte más divertida: abrilo y jugar con él para explorar todo lo nuevo que puede ofrecernos. |