10/9/2018 0 Comments El gobierno de la lunaEntrar en el gobierno de la luna es entrar en el misterio de lo femenino, es completar la vuelta al ciclo para pasar por la regeneración y volver a nacer. Este volver a nacer, pasa, una y otra vez, por regresar al orden materno para resurgir desde él. El momento en el que una adolescente o pre-adolescente se encuentra las primeras gotas de sangre en sus bragas o en el papel al limpiarse es recordado de por vida. Más allá de la forma en la que fuera vivido, ese momento abre una puerta que, a medida que pasen los años, se irá haciendo más grande: es la puerta a vivir en su propio cuerpo los ciclos que, hasta el momento, ha vivido de forma externa; una puerta de entrada lo misterioso, a la parada, al ser. El poder o el principio de la luna es lo que significa la palabra “menaraquia”. Oí por primera vez, o al menos eso creo, la palabra menarquia pasados los 30 años. No soy la única. Cuando la descubrí me pareció tan bonita que, cual niña o extranjera que acaba de aprender una palabra nueva, buscaba constantemente el momento de usarla, especialmente si me encontraba entre mujeres. Es con el uso continuado de este término he descubierto que no soy la única que la conoció con más de tres décadas a sus espaldas. Me he encontrado con muchas mujeres que, sabiendo lo que es la menopausia y habiéndola pasado, no conocen el término menarquia. Este desconocimiento me parece importante a la vez que simbólico. El término menarquia, sobre el cual además hay distintas opiniones sobre si contiene un hiato final (marcado por la tilde sobre la i) o diptongo (sin marca de tilde), es un término considerado médico por la RAE frente a su hermano menopausia, que no disfruta de tal catalogación. Conociendo o no el nombre, es un momento recordado por todas y, aunque por pocas es hablado, hay mucho deseo de ser nombrado. De esto soy testigo constantemente en los talleres presenciales que imparto. A la mínima de empezar a hablar de menstruación, comienzan a salir las historias de menarquia y yo, a la vez que me sorprendo, me pregunto muchas cosas. Entre otras, me surge la pregunta de si será la propia menarquia, más allá de la necesidad o el deseo de la menarca, la que nos impulsa a hablar de ella, la propia vida que nos impulsa a nombrarla. El gobierno de la luna llega precisamente con el desarrollo de las hormonas llamadas sexuales, hormonas causantes del cambio del cuerpo de las niñas hasta convertirse en adultas. Varias corrientes de pensamiento entienden que la identidad de la criatura termina de separarse de la de la madre o figura de apego en la adolescencia1. A nivel orgánico, la primera sangre menstrual es una de las muestras que el cuerpo nos ofrece de la producción de hormonas sexuales. En concreto, nos informa del inicio del ciclo menstrual o sexual-recreador. Según la doctora Christiane Norhtrup en su libro Madres e hijas, las hormonas sexuales llevan segregándose ya algún tiempo (puede que hasta 2 años antes del primer sangrado), las mamas han crecido y probablemente también tengamos ya vello púbico. Nuestro índice de grasa corporal será mayor del 17% y para que el ciclo sea ininterrumpido deberá ser superior 22%. Nuestro cuerpo comienza a prepararse para crear y recrear la vida, lo cual enriquece no solo la vida de la mujer, sino de toda la comunidad. Por ello este momento ha sido celebrado de diversas formas a lo largo de la historia y el planeta. Dentro de los pueblos que marcan este momento como uno de máxima importancia para la comunidad en general y para la mujer en particular encontramos a los Pigmeos. Esta tribu considera la primera sangre menstrual como un regalo. Toda la comunidad participa en una festividad llamada elima, una fiesta considerada de las más felices y divertidas de toda la vida. Según nos cuenta Lara Owen en su libro Her blood is gold, la fiesta de la elimaconlleva todo tipo de juegos en la selva. Además, las mujeres mayores de la comunidad se reúnen con la menarca en la llamada “casa elima”para darle consejos y explicaciones solo entre mujeres. Allí “las chicas aprenden canciones de las mujeres y todas cantan muy alto a través de la selva para que todo el mundo pueda saber que ellas son las Bamelina, las gente de elima, las chicas que han sido bendecidas con la sangre y son ahora mujeres”. ( 2008: 36) Otra tribu que celebra este momento es la de los Dagara, en Burkina Faso. La celebración consiste en una iniciación realizada entre los meses de diciembre y febrero para todas las chicas que han pasado la menarquia en el año que acaba de terminar. En ella las jóvenes inician un proceso de guía por parte de las mujeres de la tribu en diferentes cuestiones entre las cuales sexualidad e intimidad. Este proceso continúa durante un largo periodo de tiempo. Estas son dos muestras de cómo algunas culturas tribales que mantienen vivo el poder de lo femenino se entiende la llegada de la menarquia. En algunos países de tradición cristiana, algunas estudiosas parecen haber encontrado rastros que relacionan la primera comunión con celebraciones celtas de rituales de paso de la niñez a la edad adulta. Niñas y niños púberes en procesión vestidos de blanco y adornadas con flores traen a la mente la procesión del Corpus Christi en la que es tradición que las y los que han pasado por el ritual de la primera comunión festejen ese momento con la comunidad. Este día se celebra la solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo, cuerpo y sangre que dan la vida. Antes de atribuir estos poderes al cuerpo de Cristo, eran poderes atribuidos a la diosa madre ya que de ella y de las que tienen cuerpo de mujer proviene el milagro de la vida a través de la sangre y de su cuerpo. Tiene sentido, por lo tanto, que las niñas y los niños que han pasado a tener en sí el don de la creación y recreación de la vida, acompañen al cuerpo de Cristo ahora, y al cuerpo de la Diosa Madre, entonces. Nosotras también celebramos, sin importar la edad que tengamos, la llegada de la menarquia como símbolo de nuestra capacidad creadora, una capacidad que va mucho más allá de ser madre y que no nos determina a serlo. Si esta frase te hace perderte un poco, sigue leyendo aquí.
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10/2/2018 2 Comments Sangre de vidaIlustración de Raquel Riba Rossi Son muchas las voces que encontramos a lo largo de la historia en defensa de la menstruación, voces femeninas que se alzan libremente introduciendo en el mundo su experiencia de la menstruación ante la tremenda propaganda impulsada tanto por la religión como por la filosofía y la llamada ciencia médica. Probablemente, una de las más famosas sea Hildegarda de Bingen, una de nuestras abuelas sabias europeas conocidas. A lo largo de su vida no tuvo reparo en amonestar públicamente a varios hombres “santos” y “sabios” de su época. Una de sus amonestaciones fue precisamente en relación a la larga lista de impurezas que sobre la menstruación refleja el Antiguo Testamento. Frente a esto, Hildegarda afirmó que “lo verdaderamente impuro no es la sangre menstrual, sino la sangre de las guerras”. Esta afirmación está llena de autoridad femenina, es decir, de la fuerza de vida que pone la vida en el centro de la misma. Algo parecido afirmó Judy Granh en la década de los 40:
Además de declarar públicamente su desacuerdo con afirmaciones de los textos sagrados, Hildegarda también trató la menstruación en sus libros de medicina. En concreto en el Libro de medicina sencilla hace un análisis de los humores corporales referidos a las mujeres en el que le quita todo el sentido peyorativo dado por los médicos anteriores a la sangre menstrual y rescata de nuevo el sentido original de fluido de creación de vida. Hildegarda la presenta como el lugar donde, unido al espermatozoide, se crea la vida. Ante el desconocimiento del óvulo en aquella época (el óvulo fue descubierto mucho después, en 1827) , la capacidad de creación es puesta en la sangre menstrual.
Hoy en día sabemos que Hildegarda no estaba muy alejada de la realidad, ya que la sangre menstrual es un fluido lleno de sustancias con potencia creadora de vida, entendiendo esta “creación de vida” más allá de creación de una criatura humana. Zulma Moreyra en su libro La sangre cura lo explica así: "La sangre menstrual está compuesta por sangre, tejido endometrial, el óvulo no fecundado, mucosa y algunas otras sustancias. Es portadora de hierro, lípidos, proteínas y hormonas de crecimiento, así como nutrientes que estaban destinados al feto en su etapa inicial". Pero no es solo por su contenido en proteínas, hierro y hormonas que es considerada un fluido con potencia de vida, sino por contener en ella un tipo de células madre llamadas “células regenerativas endometriales” que tienen la capacidad de regenerar tejidos y órganos. Estas células diferencia la sangre menstrual del resto de sangre “común”. En este sentido afirma que la sangre menstrual se ha utilizado como medicina desde inmemoriales tiempos para sanar heridas, tal y como lo relata Marlo Morgan en el libro Las voces del desierto al hacer referencia al uso medicinal que hacen los y las aborígenes de Australia. Esta misma idea rondaba también a Hildegarda de Bingen, quien defendió que la sangre menstrual era un remedio contra la peste. El tantra y la medicina tradicional china son tradiciones que también reconocen el potencial creador y reparador de la sangre menstrual. Ante el reconocimiento del potencial regenerador, muchas mujeres comenzaron en los años 70 preguntarse ¿por qué tirarla? Así se retomaron prácticas que se habían realizado a lo largo de la historia, como usarla para regar las plantas al modo en el que aún hoy día realizan los huicholes mexicanos para que la cosecha sea abundante. Tirar la sangre menstrual, recogerla y/o usarla es hoy en día, además de un acto simbólico, un acto político que muchas mujeres están realizando para comunicar su mensaje de la necesidad de una sociedad que de nuevo coloque la vida en el centro de la misma. Recogerla, guardarla y usarla, además de ponernos en relación con el potencial creador y regenerador que en ella se encuentra, implica una revisión de las formas en las que “la recogemos”, de las formas en las que nos relacionamos con ella y de la forma en la que tratamos a nuestro propio cuerpo durante los días de la menstruación. El lema “lo personal es político” se hace cuerpo y evidencia en la forma en la que nos relacionamos con nuestra sangre. La forma en la que nos relacionamos con la sangre es un tema fundamental del taller de Biodanza y el ciclo menstrual dedicado a la menstruación. Aquí puedes encontrar más información sobre el taller y la próxima convocatoria. Asimismo, en el grupo de estudios sobre la menstruación “El descanso del corazón”, mes a mes nos adentramos en distintas prácticas para ir profundizando en nuestra relación con la menstruación, con el descanso, con la reparación y con la sangre. Tener una relación “normalizada” con nuestra sangre menstrual es una puerta a tener una relación normalizada con nuestro cuerpo de mujer, con todo lo que ello implica. Si quieres abrir puertas y espacios nuevos en tu relación con la menstruación y con tu cuerpo, pide información sobre “El descanso del corazón”, un grupo de trabajo centrado exclusivamente en la menstruación en el que, a lo largo de 13 lunas, hacemos un recorrido extenso y profundo por distintos aspectos fisiológicos, históricos, antropológicos y simbólicos de la menstruación. Ya se está preparando la próxima edición que comenzará el 26 de diciembre. 9/23/2018 0 Comments El descanso del corazónDe entre todas las informaciones y datos recibidos sobre la menstruación y su resignificación a lo largo de estos años, hay una historia que, desde que la leí por primera vez, sin conseguir llegar a saber cuánta verdad histórica hay en ella, supe que estaba contando mucho más de lo que decían las palabras que la conformaban. Pasada ya la fase de énfasis investigador en la que busqué y rebusqué hasta encontrar alguna otra fuente que hablara de lo mismo, decidí quedarme con ella y con lo que a mí me enseña y me señala. Cada vez que la cuento, las mujeres y los hombres que la escuchan mueven la cabeza asintiendo ligeramente en un gesto que a mí me corrobora la verdad esencial que hay bajo la historia. La historia en cuestión es la que explica el origen del “descanso social” que, en nuestro caso, es el descanso dominical. La primera de la que leí esta historia fue Lara Owen en su libro Her blood is gold. Después la encontré en otras autoras como Esther Harding. Ellas explican la relación entre el día de descanso semanal en la cultura judeocristiana, domingo o sábado, y la menstruación:
Según esta explicación, el origen del descanso dominical que vivimos en las sociedades occidentales (y occidentalizadas) está en estos días de descanso de toda la comunidad con motivo de la menstruación de la diosa Ishtar. No solo me fascina el hecho de mostrar a la diosa menstruando, sacar paños a las puertas de las casas con tintura roja a modo de banderas o estandartes en las procesiones religiosas, telas que mostraban el sangrado de la diosa y el motivo del retiro, sino que además este era un hecho celebrado en la sociedad por todas y todos, acompañando a la diosa en su descanso. La menstruación es vivida en estos momentos, unos 2500 años antes de nuestra era, como un recordatorio en el cuerpo de las mujeres de la importancia y la necesidad de lo cíclico en nuestras vidas; la menstruación, como un regulador social de los momentos de actividad y descanso; la menstruación, como una manifestación del periodo de muerte dentro del ciclo vida-muerte-vida.
Antes de que el corazón fuera considerado el órgano que simboliza la vida, lo fue el útero. Y tiene mucho sentido, pues es ahí donde se gesta la vida. Antes de que el protagonismo pasara al corazón, el lugar donde la alquimia ha situado el matrimonio y la fusión entre el sol y la luna, el fuego y el agua, lo masculino y lo femenino, se reservaba ese espacio al útero, pues es ahí donde ambos principios se unen para dar forma a la vida. Ambos, corazón y útero, son dos órganos-músculos que laten, que pulsan. La diferencia es que uno, el corazón, lo hace constantemente, mientras que el útero pulsa únicamente en momentos de placer. La otra diferencia es que corazón tenemos todas y todos; útero, solo las mujeres. De esta unión entre ellos proviene el nombre de Sabat: descanso del corazón, de un corazón únicamente femenino, del corazón-útero. Tanto me fascinó conocer todo esto y tanto sentido ha otorgado a mi vida, más allá de que los datos históricos encontrados no hagan alusión alguna a este origen, que esta historia ha dado origen y nombre al grupo de estudios sobre la menstruación online “El descanso del corazón” que inició en enero pasado. Después de años de trabajar con el ciclo menstrual como mapa de la irreductibilidad femenina, así como de la potencia creadora femenina, vi la importancia de hacer un trabajo especifico en la fase de la menstruación, un trabajo en el que mes a mes, en cada menstruación, revisáramos nuestro descanso, nuestro tiempo dedicado a cada una y nuestro autocuidado pues, en muchas ocasiones, seguimos posponiendo el descanso, la parada, la retirada a la que nos abre la puerta la menstruación. Los contenidos de este camino están estructurados teniendo como guía la la rueda lunar del año. Esta es una rueda en la que cada luna llena nos lleva a detenernos para mirar y observar cómo se encuentra la tierra en relación al sol. La primera luna, la de enero, apunta hacia el bienestar y, con él, al autocuidado que, enfocado en la menstruación, nos señala al descanso: la puerta por la que pasar para continuar descubriéndonos con la mirada dirigida hacia el interior. Desde que conocí esta historia los domingos han cobrado un sentido diferente. Quizás, más que diferentes, ahora tienen un plus pues me remiten al origen y me señalan que es el momento de tomarme un tiempo para retirarme del camino. Porque descansar, etimológicamente, significa esto: retirarse del camino para llevar la mirada hacia dentro. Desde entonces, yo misma señalo los domingos en mi calendario. |