9/23/2018 0 Comments El descanso del corazónDe entre todas las informaciones y datos recibidos sobre la menstruación y su resignificación a lo largo de estos años, hay una historia que, desde que la leí por primera vez, sin conseguir llegar a saber cuánta verdad histórica hay en ella, supe que estaba contando mucho más de lo que decían las palabras que la conformaban. Pasada ya la fase de énfasis investigador en la que busqué y rebusqué hasta encontrar alguna otra fuente que hablara de lo mismo, decidí quedarme con ella y con lo que a mí me enseña y me señala. Cada vez que la cuento, las mujeres y los hombres que la escuchan mueven la cabeza asintiendo ligeramente en un gesto que a mí me corrobora la verdad esencial que hay bajo la historia. La historia en cuestión es la que explica el origen del “descanso social” que, en nuestro caso, es el descanso dominical. La primera de la que leí esta historia fue Lara Owen en su libro Her blood is gold. Después la encontré en otras autoras como Esther Harding. Ellas explican la relación entre el día de descanso semanal en la cultura judeocristiana, domingo o sábado, y la menstruación:
Según esta explicación, el origen del descanso dominical que vivimos en las sociedades occidentales (y occidentalizadas) está en estos días de descanso de toda la comunidad con motivo de la menstruación de la diosa Ishtar. No solo me fascina el hecho de mostrar a la diosa menstruando, sacar paños a las puertas de las casas con tintura roja a modo de banderas o estandartes en las procesiones religiosas, telas que mostraban el sangrado de la diosa y el motivo del retiro, sino que además este era un hecho celebrado en la sociedad por todas y todos, acompañando a la diosa en su descanso. La menstruación es vivida en estos momentos, unos 2500 años antes de nuestra era, como un recordatorio en el cuerpo de las mujeres de la importancia y la necesidad de lo cíclico en nuestras vidas; la menstruación, como un regulador social de los momentos de actividad y descanso; la menstruación, como una manifestación del periodo de muerte dentro del ciclo vida-muerte-vida.
Antes de que el corazón fuera considerado el órgano que simboliza la vida, lo fue el útero. Y tiene mucho sentido, pues es ahí donde se gesta la vida. Antes de que el protagonismo pasara al corazón, el lugar donde la alquimia ha situado el matrimonio y la fusión entre el sol y la luna, el fuego y el agua, lo masculino y lo femenino, se reservaba ese espacio al útero, pues es ahí donde ambos principios se unen para dar forma a la vida. Ambos, corazón y útero, son dos órganos-músculos que laten, que pulsan. La diferencia es que uno, el corazón, lo hace constantemente, mientras que el útero pulsa únicamente en momentos de placer. La otra diferencia es que corazón tenemos todas y todos; útero, solo las mujeres. De esta unión entre ellos proviene el nombre de Sabat: descanso del corazón, de un corazón únicamente femenino, del corazón-útero. Tanto me fascinó conocer todo esto y tanto sentido ha otorgado a mi vida, más allá de que los datos históricos encontrados no hagan alusión alguna a este origen, que esta historia ha dado origen y nombre al grupo de estudios sobre la menstruación online “El descanso del corazón” que inició en enero pasado. Después de años de trabajar con el ciclo menstrual como mapa de la irreductibilidad femenina, así como de la potencia creadora femenina, vi la importancia de hacer un trabajo especifico en la fase de la menstruación, un trabajo en el que mes a mes, en cada menstruación, revisáramos nuestro descanso, nuestro tiempo dedicado a cada una y nuestro autocuidado pues, en muchas ocasiones, seguimos posponiendo el descanso, la parada, la retirada a la que nos abre la puerta la menstruación. Los contenidos de este camino están estructurados teniendo como guía la la rueda lunar del año. Esta es una rueda en la que cada luna llena nos lleva a detenernos para mirar y observar cómo se encuentra la tierra en relación al sol. La primera luna, la de enero, apunta hacia el bienestar y, con él, al autocuidado que, enfocado en la menstruación, nos señala al descanso: la puerta por la que pasar para continuar descubriéndonos con la mirada dirigida hacia el interior. Desde que conocí esta historia los domingos han cobrado un sentido diferente. Quizás, más que diferentes, ahora tienen un plus pues me remiten al origen y me señalan que es el momento de tomarme un tiempo para retirarme del camino. Porque descansar, etimológicamente, significa esto: retirarse del camino para llevar la mirada hacia dentro. Desde entonces, yo misma señalo los domingos en mi calendario.
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