¿Qué se entiende en Biodanza SRT por "Sexualidad"?Sexualidad es disfrutar de la comida, de un masaje, de un paseo, de una conversación. Sexualidad es tomarte el tiempo por la mañana para estirarte aún en la cama, disfrutar del té o el café y de las gotas de agua corriendo por nuestro cuerpo en la ducha. Sexualidad es tener la energía suficiente para dar el impulso de ir a coger aquello que deseas, de acercarte a por lo que sabes que te va a sentar bien y de atrapar la oportunidad de tu vida. Sexualidad es atreverte, lanzarte; es entrar en relación desde la intención de vivir lo que la relación traiga en toda su amplitud. Esto solo para empezar. Para que la sexualidad pueda ser vivida de forma plena y satisfactoria, es necesario que vaya acompañada de los otros potenciales genéticos. No es posible tener una sexualidad equilibrada ni placentera sin el acompañamiento y sostén de los otros potenciales: vitalidad, afectividad, creatividad y trascendencia. Sin impulso de vida, sin un mínimo de cuidado y afecto, sin libertad para variar e improvisar y sin el sentido de amplitud y de relación con el misterio de la vida, la sexualidad que vivamos estará de alguna forma escindida. Esto, que es así en todos los seres humanos, dejando a un lado las preferencias e importancia que para cada persona tenga cada potencial genético, tiene mayor forma y consistencia en la sexualidad femenina. El motivo de ello es el ciclo menstrual. El ciclo menstrual en la sexualidad femenina
Aunque cada mujer es un mundo y son múltiples y diversas las formas que adopta la sexualidad femenina en cada mujer, así como en una misma mujer a lo largo de su ciclo menstrual y vital, se pueden trazar mapas y trayectorias comunes que nos sirvan de hilo del que tirar para observar cómo se manifiesta en cada una de nosotras. Estos mapas no reducen la sexualidad femenina a un modelo que toda mujer debe seguir. Caer en eso sería reducir la sexualidad femenina cuando la intención y el deseo de este escrito es restituirle su amplitud. Con el propósito de traer un posible mapa, trazaré a continuación algunas líneas de relación entre las fases del ciclo menstrual y los potenciales genéticos que se activan como puertas por las que entrar a disfrutar de una sexualidad más plena. Los días después de la menstruación, momentos en los que de forma general las mujeres suelen sentir una mayor energía de vida y actividad, la vitalidad se presenta como la línea a través de la cual la sexualidad se manifiesta. Así, es común que muchas mujeres se sientan más dispuestas y con más motivación para mostrarse al mundo, para arriesgarse, hacer cosas nuevas y explorar durante los días después de la menstruación. En la sexualidad, si atendemos un poco, es probable que sean estos los días en los que nos atrevemos con algo novedoso y distinto que, a su vez, será distinto en cada mujer. A esta fase le sigue los días de la ovulación. Aquí, es la línea de la afectividad la que sirve de cauce al deseo y la pulsación sexual. Son muchas las mujeres que durante estos días sienten más vivo el deseo de gestar en su más amplio sentido. En algunas ocasiones, gestar toma forma de cuidar, atender, nutrir; en otras, se muestra bajo el deseo de ser fecundada, de ser penetrada por la vida. Esta energía impulsa en muchas mujeres el deseo “parir” algo al mundo, de darse y entregarse desde la parte más material de su ser. Tras la ovulación, la fertilidad comienza a disminuir y las hormonas comienzan su baile. Es un momento que muchas mujeres viven con cambios de estado repentinos. Aparecen ráfagas, impulsos de vida. Es la manifestación de la creatividad y de la capacidad de dar orden a todas las cosas que a lo largo del mes y de la vida se han ido quedando “para después”. Muchas mujeres sienten en estos días que se meten a ordenar “el desván”, ese espacio de sus vidas al que llevan tiempo sin atender. La creatividad en estos casos es fundamental para poner orden en esos espacios desde hace tiempo inhabitados. La sexualidad durante esta fase es vivida por muchas mujeres como impulsos y ráfagas cambiantes que las hacen llegar a descubrir lo que quieren realmente. Esto mismo es lo que viven muchas mujeres, a una escala mucho mayor, durante los años de su perimenopausia, la etapa de vida que se corresponde con la premenstruación. Finalmente, llegan los días sagrados, los días de la menstruación. El deseo que se mueve en muchas mujeres durante estos días está relacionado con la trascendencia, con entrar en contacto con lo misterioso de la vida, con lo indecible. Las mujeres que sienten un aumento del deseo sexual durante su menstruación afirman que las relaciones, sean con ellas o con otras personas, no se pueden comparar con nada de lo sentido en otro momento del ciclo. La vivencia de ser una manifestación del todo es intrínseca a la sexualidad para muchas mujeres en estos días. Este es solo un breve acercamiento a la forma en la que la sexualidad femenina y la integración de su amplitud puede ser entendida desde Biodanza Srt, una sexualidad que, desde mi punto de vista y experiencia, se llena de sentidos y de posibilidades enriquecedoras si es mirada a través del ciclo menstrual. Los ejercicios específicos de cada línea de vivencia, unidos a explicaciones que las relacionan con las fases del ciclo menstrual y vital, hacen que muchas mujeres ordenen sus ideas sobre la sexualidad y tengan una vivencia más integrada, armónica y plena. Si te quedas con ganas de más...Si la lectura te ha sabido a poco, te presento algunas opciones para seguir ampliando la información sobre este tema.
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Ilustración de Idalia Candelas De pequeña aprendí, observando a mi madre, que, a pesar de todas las miles de tareas que, como madre de tres criaturas, esposa y mujer trabajadora, ella tuviera que hacer, siempre había un hueco para el propio deseo, fuera cual fuera la forma en la que se manifestara.
A veces era, y sigue siendo, un helado después de comer. Otras veces, echarse la siesta después de fregar los platos de la comida preparada con menos o más ganas para toda la familia. Otras, el rato del paseo matituno en invierno y vespertino en verano. Y, como no podía ser de otra forma, otras veces el deseo se manifestaba en un silencio procedente de su habitación en una hora en la que mamá y papá ya deberían estar levantados. Pero esto no es todo... Los ratos de costura en el balcón; la hora de preparse los sábados después de la cena para salir a bailar; los minutos para pintarse las uñas en la mesa de la cocina y los minutos que el esmalte se tomaba en secarse; los paseos conmigo, mi hermana y hermano en los que ella salía para "airearse"; los cafés con sus primas; los viajes con sus amigas, esto solo por nombrar momentos evidentes a poco que se mire. A mi madre nadie le dijo que todas esas acciones eran fruto de su deseo. Tampoco necesitó ella nombrarlo así, pero lo que sí necesitó y aún necesita es decir su experiencia ante las afirmaciones que hablan de la “falta” de deseo en las mujeres. Pareciera que nunca basta y que siempre falta algo. Eso es lo que pareciera, aunque muchas sabemos que no es así. Somos muchas las mujeres que reconocemos nuestro deseo en cualquiera de sus diferentes manifestaciones. El deseo, en su fluctuar y cambio constante, abre puertas a que prácticamente cualquier parcela de la vida, o, mejor, la vida en toda su amplitud, pueda ser causa y origen de disfrute. Cuando las mujeres viven su vida desde ahí, se sitúan en un espacio de plenitud donde poco importa lo que de ellas digan, piensen o estipulen las reglas o normas sociales y culturales. A esto, muchas mujeres, lo llaman libertad femenina. Vivir desde el deseo poco tiene que ver con cómo vaya la vida, poco tiene que ver con las circunstancias externas. A mi madre no le afectaban las preocupaciones diarias, que no eran pocas, para disfrutar de su paseo vespertino. A mí, y a muchas otras, tampoco nos afecta que llueva o haga sol para prepararnos una deliciosa comida y disponernos a hacer el amor con nuestra pareja o con nosotras mismas. Es por eso que no es necesario esperar a que se den las circunstancias adecuadas, las que consideramos imprescindibles para vivir siguiendo el curso de nuestro deseo. Quizás lo sea para determinados deseos, pero no para aquellos que llenan el alma. ¿Le has puesto límites a tu deseo? Hasta hace poco tiempo yo pensaba que el deseo era exclusivo de una cierta parcela de la vida. Lo tenía recluido y acotado a las relaciones sexuales, limitado lo tenía, como mi propio deseo. También lo relacionaba con esas cosas que quiero conseguir, muchas por las cuales me desvivía, para las que antes necesitaba resolver otras tantas cuestiones. A comprender que el deseo, como pulsación de vida, va mucho más allá de todo eso, me ayudó observar a mi madre y a las otras tantas mujeres que, como ella, escuchan con claridad la voz de sus entrañas, el latido de su útero, y no se dejan engañar por voces que, presentando preciosas y maravillosas posibilidades de disfrutar, nunca llegan o, cuando llegan, no son suficiente. Reconocer la foma en la que el deseo se manifiesta en otras mujeres ayudó a configurar un mapa hacia el mío propio. Pues el deseo no solo cambia de forma de una mujer a otra, de una persona a otra, sino que cambia de forma en cada mujer, siguiendo la pulsación de la vida que rige el ciclo menstrual. Muchas son las vías y mapas para explorar, conocer y reconocer las distinas manifestaciones del deseo femenino, un deseo ampliamente manifestado como irreductuble y diverso. Una de ellas es tomar a otras mujeres cuyo reconcomiento de su deseo es claro y explorarnos desde la medida que su experiencia nos osfrece. Esto es lo que, de algún modo, hacíamos de pequeña con nuestra madre: aprender de ella todo, observar y reconocer cómo funcionan en nosotras. Esto es lo que hacemos, saca sin darnos cuenta, cuando escuchamos con atención e interés verdadero a otras mujeres. Pueden ser amigas o prácticamente desconocidas, como siempre sucede en los talleres que imparto. Otra, que no excluye la anterior, es seguir el mapa que nos ofrece nuestro cuerpo a través de sus cambios, cambios que pueden venir tanto por épocas de vida como por las distintas fases del ciclo menstrual. La primera vía, puedes explorarla en tu grupo de mujeres cercanas, poner este tema en común y compartir desde vuestra experiencia y sentir sobre el tema. Es lo que algunas mujeres llaman hacer "genealogía". La segunda vía también la puedes observar por tu cuenta junto a otras o venirte con nosotras para hacerlo en grupo. Si eres de las que prefiere ponerle cuerpo, movimiento, palabra, risas y llantos, mejor te vienes algunos de los talleres que ofrezco en torno a este tema. Sin duda, es una forma de descubrir que tu deseo es mucho mayor del que piensas, porque así es el deseo femenino: irreductible. |