2/3/2020 1 Comment Para salir del enredo¿Reconoces la sensación de estar dándote porrazos contra la pared, a oscuras, buscando la puerta de salida? ¿Y la de pasar por una puerta pensando que era la salida y resulta que te ves envuelta en otro lío mayor? No hablo de una puerta física, sino de esas puertas internas contra las que podemos llegar a hacernos tanto o más daño que con las de metal, madera o plástico. Las puertas que no conseguimos ver por dentro y por las que, si pasáramos, accederíamos a un espacio de mayor libertad y bienestar. A veces la salida solo puede verse desde algún lugar separado del enredo. Dentro del mundo del crecimiento personal, ha calado tanto el mensaje de mirar hacia nuestro interior que se nos olvida que somos seres en relación. Buscamos por dentro algo que en muchas ocasiones es más fácil reconocerlo desde su igual fuera de una. Y lo peor es que lo buscamos sin saber por donde, sin pistas certeras a seguir o con pistas que nos alejan de nuestro centro. Uso la primera persona del plural porque hablo de mi experiencia y de la otras tantas mujeres con las que hemos trabajado esto juntas a lo largo de los últimos años. Mujeres que hemos caído en la trampa de pretender salir de un enredo buscando, solas, cada una dentro de sí. Cuando dentro, sola, se ve poco y mal. Si en este artículo hablaba de la fortaleza como ese lugar interior de centro y seguridad, hoy quiero hablar de algunas formas a través de la que podemos llegar ahí, sobre todo cuando una se siente muy perdida y desorientada. Puede que estés pensado que voy a darte técnicas de respiración, animarte a que busques un lugar de soledad o de concentración en ti misma. Aunque haya de esto, a la vez, nada más lejos. No es esta la vía que traigo aquí, que puede serla. La que traigo requiere, a priori, requiere menos esfuerzo físico, menos incluso que bailar. La vía que quiero presentarte propone un desplazamiento de una hacia fuera. Propone una mirada hacia fuera para verte a ti misma y, sobre todo, reconocerte y distinguir los caminos por los que podrías ir. Esto implica un movimiento fundamental: dejarte dar por otras, mujer o mujeres, lo que no consigues encontrar y estás necesitando. Dejarte dar significa que las otras lo tienen o , al menos, tienen acceso y disponibilidad a mostrarlo, porque no se trata esto de conquistar nada. El desplazamiento aquí es reconocerlo en las otras para poder reconocerlo en ti. A través de las otras se abre de esta forma un pasaje hacia lugares que no habías conseguido descubrir por ti misma. Son lugares internos en los que hay más espacio y en los el nudo y la sensación de pérdida desaparece. Es como regresar a ese lugar seguro donde todo está en orden. Una sabe, cuando ha pasado por ahí, que está regresando a casa. Esto que te cuento es, de alguna forma, lo mismo que sucedió cuando naciste. En ese momento el cuerpo de tu madre abrió un pasaje por el que accediste a un lugar de más apertura. Un lugar al que necesitabas llegar para poder continuar viviendo y creciendo. No se trata de que el lugar te guste más o menos. Se trata de que si no sales, no hay posibilidad de seguir creciendo. Se podría decir que es un volver a nacer o un seguir naciendo. Así lo nombraba María Zambrano: seguir naciendo, pues no se nace de una vez por todas, se sigue naciendo continuamente. Y cada nuevo nacimiento implica, de una forma u otra, volver a pasar por la puerta que nuestra madre, una mujer, abrió. Volvemos a nacer cada vez que conseguimos distinguir en la otra la puerta por la que reconocernos y regresar a nuestro centro, la puerta por la que seguir creciendo. Las mujeres de la librería de Milán nombraron este desplazamiento como “entre mí y mí y entre mi y el mundo, una mujer”. Es decir, que a la hora de tomar una medida del mundo, será la de una mujer: aquella en la que que en un momento determinado cada una encuentre un pasaje hacia sí misma, hacia sus raíces. No es la medida de un hombre o la que los hombres, filósofos, políticos, pensadores, han establecido sobre las mujeres. No es la medida de un hombre porque esta es distinta y nos nos sirve. Es por eso que llegamos a sentirnos perdidas: porque hemos seguido una medida que nos aleja de nosotras mismas. Salir airosa del patriarcado Las mujeres de la librería de Milán cuentan en su libro conjunto No creas tener derechos cómo llegaron al descubrimiento de esta práctica política en los grupos de autoconciencia. La definen como práctica política porque llevarla a cabo supone salir airosa del patriarcado. Supone salir airosa de él porque al tomar como medida del mundo otra mujer se restituye simbólicamente la figura materna con lo cual, el patriarcado desaparece. Puede parecerte demasiado sencillo, tanto que hasta pienses que es simplón. Esta es una forma del propio pensamiento patriarcal interiorizado de desvalorizar los movimientos de la libertad femenina. También puede parecerte magia. Como en los cuentos populares donde aparecen puertas en los lugares más insospechados o aparece alguien que no conocemos y nos regala un objeto con el que encontramos el camino de regreso. Tú eliges. Yo siempre elijo la magia. ¿Te ha gustado esta entrada?
Únete a la Moonletter para recibir contenidos que solo comparto por e-mail. Cada lunes, día de la luna, la magia llegará a tu buzón de entrada para que te crezcan raíces por dentro y no vuelvas a perderte.
1 Comment
Abuela Mar
2/24/2020 03:47:47 am
Gracias Vanessa, qué preciosa tu reflexión y qué potencia siento en la inspiración de mi descansar confiado en mis entrañas. Gracias hermana, por esta luz, tanta, que recibo de tus palabras. Gracias por tu conexión con el cuerpo y tu propuesta de conexión con el movimiento corporal propio a través de la Biodanza. Muchas bendiciones para seguir mostrándote al mundo como eres y como lo haces. Gracias, Vanessa, Benditas tu CREATIVIDAD, AMOR y SABIDURIA. Mar Rodrigo Rupérez
Reply
Leave a Reply. |