3/16/2020 0 Comments Nosotras, las despiertas.Hace poco más de un año, preparando una clase de biodanza entre mujeres, tomé conciencia de lo que quiero contar en esta entrada. Era una clase sobre el enraizamiento femenino, sobre las tomas de conciencia que a las mujeres nos llevan a echar raíces por dentro. Mientras preparaba la clase sentí por primera vez con tanta claridad que si yo había despertado --al menos en ese momento sentía estarlo-- era porque estaba respondiendo a algo o alguien me estaba llamando. Como cuando de pequeña mi madre me despertaba cada mañana para comenzar el día a día. Me despertaba real y simbólicamente: esa fue la toma de conciencia. Seguramente era una idea que llevaba tiempo rondándome, que llevaba tiempo danzando dentro de mí hasta que pudo ser formulada de esta forma concreta: si nosotras hemos despertado, si somos mujeres despiertas a la usurpación que el patriarcado ha hecho de la potencia creadora femenina, es porque algo o alguien “nos ha despertado”. Y ese alguien pasa por otra mujer. Despertar por una misma Lo que quiero traer aquí es el hecho que de el despertar no se da de forma individual ni espontánea. No es resultado únicamente de mi propio trabajo y mis revelaciones pensándome a mí misma o trabajándome a mí misma. No es así --por mucho que digan muchas corrientes basadas aún en tapar el origen de la vida--porque el despertar nunca se da en soledad, aunque suceda estando sola y pase por el trabajo interior. Esto que parece una paradoja, es el enigma a resolver. Recordando las palabras de María Zambrano sobre el nacer, veo que encajan también en este acto involuntario del despertar: ni una se despierta sola, por su propia cuenta, ni se despierta de una vez para siempre. Sucede siempre en relación, como el nacer, que no venimos solas a este mundo sino que nuestro nacimiento pasa por el cuerpo y el deseo de otra mujer. Nos ayudan a despertar otras que ya lo están Si nosotras hemos despertado es porque estábamos dormidas. Mientras dormíamos, había otras que ya estaban despiertas. Estas, o nunca se durmieron, o despertaron antes que nosotras gracias a las que ya lo estaban. Y la que está siempre antes que nosotras, es la madre. Nuestra madre, o la persona que haya ocupado su lugar en nuestra vida, es la que nos despierta en esta vida: primero porque nos trae a la vida y después porque, cuando nos dormimos en los laureles, otras, que restituyen su lugar, vienen a despertarnos. Lo mismo que ha sucedido durante nuestra infancia, sucede ahora con la toma de conciencia: es otra mujer gracias a la cual despertamos, gracias a la cual descubrimos lo que antes estaba tapado y no podíamos ver. Gracias a que ella, como mi madre de pequeña, lo nombraba, le ponía palabras para que yo pudiera descubrirlo, así, ampliar mi independencia simbólica. Una independencia que, como el despertar, depende de la otra para generarse. Esto, que puede parecer una contradicción, no lo es cuando se mira desde la libertad femenina. Recordando lo olvidado El verbo despertar tiene también el sentido de “recordar”. Una no recuerda nunca por sí misma, aunque sea algo que ocurra por dentro de cada una y en completa soledad. Recordamos porque algo externo o las palabras de alguna activan un mecanismo en el interior hasta que se llega a la tecla, al punto que se había olvidado. Despertamos del orden patriarcal y comenzamos a sentir el desorden que es cuando recordamos el sentido que tenía la vida cuando éramos pequeñas, la vida a la que vinimos por nuestra madre y que continua, aún, pasando por ella. Es tanto lo que nos da nuestra madre y la deuda insalvable con la que tenemos que vivir que una parte nuestra, interiormente y socialmente, intenta taparla para no sentirla. Desde ahí nos construimos una independencia y libertad que nos llevan a no tener lazos algunos, a no reconocer nuestra dependencia, a no reconocer el lugar de origen de la vida. Eso es condenarnos al olvido y a estar perdidas, dormidas, sin raíces internas. Porque la vida es relación, la vida es lazo. La independencia y la liberta también. El despertar, también. ¿Te ha gustado esta entrada? Únete a la Moonletter para recibir contenidos que solo comparto por e-mail. Cada lunes, día de la luna, la magia llegará a tu buzón de entrada para que te crezcan raíces por dentro y no vuelvas a perderte
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