Si eres de las que no sabes muy bien a qué se refiere eso de “conectarte con tu interior” ni cómo se hace, aquí hay algo para ti. También si eres de las que, sabiéndotelo todo al dedillo, a ratos te pierdes. Hasta en la sopa La de veces que habrás oído esta frase. Oído o leído, como en este caso. Yo misma la he usado últimamente bastante en las últimas entradas del blog, en la Moonletter y en las redes. Pues eso, hasta en la sopa. Si te soy sincera, cada vez que la escribo me vienen un montón de fantasmas -entiéndase por esto “dudas”-. En esta entrada he decidido liberarlos para que nos vayamos entendiendo un poco mejor. Un consejo multiusos Esta frase ha pasado a ser dentro del desarrollo personal femenino un consejo multiusos. Sirve para solucionar prácticamente cualquier dilema. Lo digo con conocimiento de causa, pues yo misma baso mi trabajo en llegar a esa conexión interna. Tanto es así que en conversaciones entre amigas versadas en el tema, muchas veces ya no hace falta ni decirla. Es suficiente con una mirada concreta que te lo dice todo. En la mayoría de casos, siendo sinceras, no sabemos exactamente qué queremos decir con eso. En el mejor de los casos, sabemos qué se siente al estar “conectadas”. Sabemos reconocerlo. Podemos incluso decir en qué momentos nos ha pasado o qué prácticas hacemos buscando ese momento. Esto, en el mejor de los casos. En el peor de los casos, no tenemos ni idea de que existe esta sensación interna en la que una puede llegar a sentir que todo, todo, todo está bien. Aunque fuera no haya motivo aparente que pueda sostener esa sensación. Tanto en el mejor como en el peor de los casos, no podemos afirmar que por hacer esto o aquello vaya a suceder. No es posible porque un ingrediente fundamental para que suceda es la magia. Esto, por mucho que queramos, no puede controlarse ni predecirse. La fórmula mágica Muchos son los artículos, los podcast, los talleres y las propuestas para mujeres enfocados en satisfacer el deseo y necesidad femenina de conexión interna. Ofrecen técnicas y fórmulas para que consigamos tomarnos un tiempo para nosotras mismas. Ahí entra meditar, cantar, bailar --¿alguien que proponga biodanza por aquí?--, escribir, pasear, respirar, visualizar y hacer otras cosas que efectivamente pueden llevarnos a sentirnos en presencia, paz, tranquilidad y bienestar. Esto es algo maravilloso, para mí lo es. Tanto lo es que me dedico a ello. Hasta aquí, nada que no hagamos o intentemos hacer. Retirarnos, descansar y hacer alguna práctica que nos ayude a continuar la vida con cierta armonía. Pero hay algo se pasa por alto en estas propuestas y que es rasgo diferenciador de lo femenino: la importancia de la relación. Los numerosos artículos, cursos, talleres y técnicas que nos ayudan a conectar con nosotras mismas se están olvidando de esto. Por mucho que yo haga en mi casa, en la naturaleza o en una sala, ya sea de forma individual o en un grupo, se está obviando el hilo que nos lleva a reconocer el vínculo principal con la conexión interior como mujer: la relación con la otra. El enigma de la autoconciencia Carla Lonzi formuló en los años 70 una frase en su libro Escupamos sobre Hegel que ha supuesto y supone aún todavía un enigma para mí y muchas otras. Ella afirma ahí que “la autoconciencia es la otra”. A pesar de que hay mucho de esta frase que no llego a entender, hay algo que sí me ha quedado claro gracias a muchas conversaciones con mujeres concretas: es a través de la otra que tomo conciencia de mí misma. Por este motivo los grupos de mujeres tienen tanta potencia. Pero, atención: el hecho de que nos reunamos entre mujeres tampoco lo asegura. Crea un marco para que se dé, pero no puede asegurarlo. Ese marco necesita que las mujeres que lo forman estén dispuestas a partir de sí y a explorar su diferencia de forma libre, fuera de las limitaciones que el patriarcado ha puesto a lo femenino y a las mujeres. Más que el grupo, lo fundamental es que haya otra mujer con la que poder entrar en relación de reconocimiento de una misma a través de lo que la otra nos muestra de sí. Eso puede darse en la distancia del espacio e incluso del tiempo. Puede darse mismamente a través de este escrito. Puede ser leyendo a Carla Lonzi o a otras muchas. Tanto es así que las mujeres que comenzaron a reunirse en grupos separados en los años 60 y 70 en EEUU, los llamados grupos de autoconciencia, tuvieron la necesidad de leer a otras. Lo hacían para dejar de poner el foco en lo que los hombres decían del ellas y del mundo, para centrarse en lo que ellas tenían que decir. Desplazaron su foco de los hombres hacia las mujeres para reconocerse en las otras, para conectar con su interior a través de las otras. Desvelando el misterio Entonces, parece que no va a ser solo una cuestión de practicar por una misma cualquiera de las técnicas que se nos presentan para ello -bailar también está incluido, por mucho que me pese-. Quizás sea por eso que, a pesar de hacer mucho, a pesar de hacer tanto, muchas sigamos sintiendo que no llegamos, que algo nos falta y que a ratos, nos perdemos. Quizás el misterio se resuelva de forma mágica, sin fórmulas fijas, cuando escuchamos las palabras de otra mujer que de pronto abren un camino dentro de nosotras nunca antes explorado. Palabras que ofrecen un sentido nunca antes visto y que me llevan a ese lugar de conexión donde siento que todo está bien. Por mucho que una parte de mi pensamiento me diga que eso no es posible. El sentir prevalece. La verdad se hace presente. La certeza se siente. No vale cualquier mujer. Esto lo sabemos todas. Tampoco vale la misma todo el rato. Esto lo sabemos también, aunque a ratos se nos olvide. Las palabras que nos llevan a conectarnos por dentro son las de las mujeres que han dado el mismo salto que estamos intentando dar nosotras. Las que hablan por ellas mismas, las que parten de sí. Las que se han entregado al misterio de reconocer la sabiduría en otras y, por eso, la reconocen dentro de sí. No sé si todo esto te sirve de algo o te lía aún más. Ahora que lo escribo me doy cuenta de que estas dos opciones no son opuestas: puede que te sirva precisamente porque te lía aún más. Sea lo que sea, ojalá todas estas palabras sirvan para que la próxima vez que oigas hablar de autoconciencia o de “conexión interna”, se te presente la duda de que eso es algo que una puede conseguri por su cuenta. Porque es tal y como vinimos al mundo, como regresamos a nuestro interior: de la mano de otra. ¿Te ha gustado esta entrada? 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2 Comments
Abuela Mar
3/10/2020 03:14:00 am
GRACIAS, Vanessa -Ravira Jiménez- por tu CREACIÓN ESCRITA. ¡Me encanta! ¡Me da FeliCCidad😉👍🏾!
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Abuela Mar Rodrigo Rupérez
3/11/2020 06:20:56 am
ReLeo tus palabras. Encuentro cómo ha cambiado la intensidad de conocerme a mi misma y mi estar en el mundo desde que conocí a Carla Lonzi, Luce Irigaray, Virginia Woolf,
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