Una tradición cada vez más extendida entre los círculos de mujeres es tomar como referencia para el camino a transitar conjuntamente la celebración del vínculo entre la tierra y la luna recogido en la rueda lunar. Muchas son las tradiciones que recogen este vínculo y lo hacen patente en el nombre con el que denominan a cada una de las 13 lunas del año. A veces, las lunas están dedicadas a elementos, otras, a animales o plantas y, en la mayoría de ocasiones, a los trásitos que son visibles en la tierra con la llegada de cada luna llena. Este mes de mayo la luna llena nos recuerda el espectáculo y la fiesta de los jardines: la floración. Luna de las floresEl cambio más llamativo en la naturaleza cuando llega el mes de mayo es la apertura de las flores. Los jardines se vuelven llamativos tanto por los colores como por el olor que desprenden las flores regalándonos su máximo esplendor. Y de entre las flores, la considera reina de ellas: las rosas. Mayo es tradicionalmente un mes asociado a la fertilidad y la apertura de las flores lo demuestran. Es de sobra conocida la frase hecha “la primavera, la sangre altera”. El mayor número de horas de luz que supone la llegada de la primavera aumenta la secreción de hormonas y neuro transmisores que nos llevan a una apertura hacia lo diferente. Para muchas especies animales es su momento de apareamiento y muchas son las tradiciones humanas de diferentes culturas que han desarrollado rituales de fecundidad y fecundación en estas fechas. Cuando una flor se abre, además de mostrarse llamativa para atraer a los insectos e iniciar así su ritual de fecundación, pone accesible su parte más íntima, el lugar que custodia las semillas (los óvulos de la planta) para la reproducción. Cada flor abierta funciona a nivel simbólico como un recordatorio de que la reproducción y el mecanismo de generación de la vida está en el aire. ¿Cómo se aplica esto a las sociedades femeninas, trabajo entre mujeres, círculos, reuniones...? Es el momento idóneo para atender la propia floración, la floración de cada mujer y, como ocurre entre las flores, de cada mujer entre mujeres. Como sucede entre las propias flores, cada una florece de una forma diferente. Algunas se abren rápidamente inundando el espacio alrededor con su aroma. Otras necesitan días para abrirse y otras abren los pétalos exteriores manteniendo oculto su tesoro. Florecer es mostrar el propio esplendor al mundo. Mostrarnos, he aquí el quid de la cuestión. Me gusta plantear en los círculos cómo nos llevamos con algunas palabras o, más bien, con aquella parcela de la realidad que señalan las palabras. En este caso, esta es una de las palabras que en esta luna me abre la puerta a la exploración y al autoconocimiento entre otras: MOSTRAME, dejarme ver en mi máximo esplendor, abrirme, hacer visible mis semillas, mis proyectos, mis deseos y compartirlos. Y una bandada de preguntas llegan a mí con sus alas y todas sus plumas: ¿me muestro al mundo? ¿cómo lo hago? ¿hay naturalidad y disfrute en mi forma de mostrarme? Una flor no se plantea que se está mostrando, simplemente lo hace cuando llega el momento de hacerlo. ¿Qué me pasa cuando otras mujeres se muestran? ¿qué me pasa realmente? ¿afecta a mi forma de mostrarme? Son más preguntas pájaros que llegan esperando su respuesta. Hace poco una mujer en uno de los círculos comentó que venía alejándose de otros espacios femeninos donde no había lugar sincero a explorar lo que sucede entre mujeres al completo, con las luces y las sombras que trae toda relación y, sobre todo, la relación con aquellas con el mismo sexo que nuestra madre. De esto, de las luces y las sombras necesarias de tener en cuenta para poder hacer un trabajo real de autoconocimiento y desarrollo entre mujeres, hablan de una forma preciosa las mujeres de la comunidad filosófica Diótima en el libro titulado La mágica fuerza de lo negativo. A este libro remito a las interesadas para profundizar en este tema que, si bien no quería dejar pasar por alto, no es este el lugar para abordarlo. Unida intrínsecamente a la palabra mostrar, tanto como dos hermanas gemelas, está el verbo MANIFESTAR. Tanto es así esta unión que en el DRAE aparece esta como la primera acepción del verbo “mostrar”: manifestar, poner a la vista algo, o enseñarlo o señalarlo para que se vea. Desde que descubrí lo que esta palabra trae a mi vida como mujer, la tengo muy presente. Además de ser mayo un muy buen mes para manifestarse (¿no es acaso lo que hacen las niñas y ños niños en sus primeras comuniones y, pasados los años, en las bodas propias de este mes?) traigo esta palabra, primero, por la larga tradición de manifestaciones femeninas a lo largo de la historia, manifestaciones que se caracterizan por ser en pro de la vida. Mujeres manifestándose para paralizar guerras, para reclamar a sus familiares desaparecidos, para controlar las subidas del precio de los alimentos y, más recientemente, para la llegada del final de la violencia machista hacia las mujeres. Me gusta pensar en todas estas mujeres como flores, grandes ramos de flores que juntas consiguen sacar lo mejor de sí y embriagar el mundo de vida. Y las traigo también pues son un ejemplo para mí de libertad, de libertad femenina, esa que nace de la relación entre mujeres semejantes y dispares a la vez que se apoyan y sostienen para que cada una consiga su propio deseo. Como las flores que al estar juntas, no importa tanto el aroma que desprenden de forma individual, pues el perfume conjunto atrae a todos los insectos necesarios para la polinización. Manifestar es, al igual que mostrarse, presentar nuestro mensaje al mundo, prensentar nuestras intenciones, nuestro camino a seguir y dejarlo claro. Una vez sacado al mundo nuestro deseo y puesto en relación con los factores que en él se encuentran (insectos, polen, aire, tierra...) los frutos no tardarán en llegar. Las flores abiertas de estos días me animan a sacar mi deseo al mundo, manifestarlo, mostrarlo y ponerlo disponible para que su fecundación y la alquimia se dé. Si ves que te falta ánimo para decirte al mundo, te dejo aquí un hilo del que puedes empezar a tirar. . A cada una de las mujeres que se manifiestan en su propia vida, les dedico esta luna llena de las flores. Que cada una de nuestras palabras y nuestros actos encaminados hacia el propio deseo sean lanzados al mundo como las flores lanzan al mundo su color, su aroma y su belleza.
2 Comments
María Esperanza Mateos García
5/11/2017 12:23:46 am
Una maravilla me encantó.espero poder leer el libro que nos sugieren ,me dio lugar a reflexionar sobre nosotras las mujeres.No dispongo de ordenador para recibir vuestras notificaciones,sólo el Facebook,y Biodanza Carmela me la hará llegar.Felicitaciones por este hermoso.mensaje .sentiré esta luna de mayo ,luna de las flores de un modo.especial.Gracias.un abrazo.desde la línea Cádiz.
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Vanessa Ravira Jiménez
5/11/2017 12:36:58 pm
Muchas gracias por tus preciosas palabras. Me emociona que te haya gustado y te haya hecho reflexionar. Si quieres estar al tanto de los siguientes textos puedes hacerlo a través de Facebook de Vanessa Ravira Jiménez, esa soy yo :-) ¡Gracias de nuevo!
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