¿Qué es el ciclo menstrual? El ciclo menstrual es un proceso biológico que se desarrolla en el cuerpo de las mujeres. Es el proceso biológico que ofrece la posibilidad de que una mujer engendre dentro de sí a una criatura humana. En la actualidad estamos viviendo un tiempo de ruptura del silenciamiento social que durante unos dos mil años ha estado impuesto sobre la menstruación. Esta apertura está haciendo que se nombren los presupuestos patriarcales establecidos sobre el ciclo reproductor femenino así como que se nombren otros que si bien no son novedosos, se presentan reformulados. ¿En qué consiste el ciclo menstrual? Fisiológicamente, el ciclo menstrual es la preparación del cuerpo femenino para la concepción, para la procreación de la vida. El ciclo se repite en la vida de la mujer desde su inicio, marcado por la menarquia, hasta su final, marcado por la menopausia. De forma más o menos regular en cada mujer, el ciclo menstrual tiene una duración de 21 a 35 días. De entre ellos, los días en los que se sucede el sangrado o menstruación pueden ir de 2 a 7. De forma más o menos regular, alrededor de 14 días antes del primer día de sangrado se produce la ovulación. Si durante la vida fértil y madura del ovocito (de 12 a 24 horas) este se deja fecundar por un espermatozoide, el ciclo deriva en la concepción de vida humana. Esta gestación tendrá una duración aproximada de entre 38 y 42 semanas durante las cuales se interrumpe el ciclo menstrual pues todo el aparato reproductor femenino se centra en el crecimiento del óvulo hasta convertirlo primero en embrión y después en feto. Tras el parto, durante el puerperio, si la madre alimenta al bebé con su propia leche a demanda, es probable que el ciclo continúe interrumpido hasta que las tomas se distancien en el tiempo. Si, en el caso contrario, ningún espermatozoide interviene en el proceso de maduración del ovocito, la gestación de vida se torna en la posibilidad de un proceso creativo marcado fisiológicamente por la desintegración del ovocito y la expulsión del endometrio durante los días de sangrado. ¿Qué es, para ti, el ciclo menstrual? Si no se diera por hecho que cada reacción del cuerpo es vivida de forma similar por todos los humanos, las mujeres nos hubiéramos visto pensando en esta pregunta. Dar por hecho, como explica María-Milagros Rivera Garretas en su libro El amor es el signo es fuente primera de malentendidos pues dificulta el entendimiento verdadero. Si no se dieran por hecho tantas ideas en torno a la menstruación y al sangrado femenino, cada mujer habría podido preguntarse internamente qué es para ella el ciclo menstrual, qué supone sangrar cada mes, cómo se siente antes, después, durante el sangrado, entre otras muchas posibles preguntas. Personalmente no recuerdo que nadie me planteara esta cuestión antes de hacérmela yo misma, pasada ya la treintena, cuando llevaba casi 20 años menstruando y posiblemente más de la mitad de mis óvulos expulsados. De las mujeres a las que he podido preguntarles personalmente qué es para ellas el ciclo menstrual, la mayoría me han contado cómo acaban de entrar o están entrando en sentir el ciclo como lo que es, un proceso circular por el que pasamos cada mes con subidas y bajadas, con luces y sombras y, sobre todo, con un fuerte sentimiento de vínculo con la naturaleza. Pero no hace falta más que echar un vistazo por blogs, webs, revistas y demás lugares de información y opinión para ver que la mayoría de mujeres de nuestra sociedad patriarcal siente el ciclo menstrual como una carga a llevar por ser mujer. Ambas formas de entender el ciclo, y muchas más, conviven en este momento histórico del final del patriarcado. Diferentes formas de nombrar ¿lo mismo? En la sociedad en la que habito, sociedad occidental del siglo XXI, el ciclo menstrual sigue siendo para muchas mujeres un familiar lejano que apenas se conoce. Sabemos algo de su existencia pero en realidad si nos lo cruzáramos por la calle no podríamos reconocerlo. Hay alguna prima que sabe algo más de este familiar lejano, una tía que a veces ha hablado con él por teléfono y una sobrina que acaba de agregarlo a facebook, pero más allá de eso el resto de la familia poco o nada sabe de él. En primer lugar ocurre que muchas mujeres solemos pasar por alto que lo que desemboca en la expulsión de sangre por la vagina es una parte más de un proceso, de un ciclo que se repite cada mes. Por ello, generalmente usamos los términos “menstruación”, “periodo” y “regla” indistintamente para hacer referencia únicamente al momento del sangrado, a pesar de que algunos implican periodicidad. La palabra que muestra la relación más evidente con lo cíclico es “menstruación”, y lo hace asociando el ciclo femenino al ciclo lunar. “Mens” proviene del latín “mensis” que significa “luna”. Para los antiguos decir “menstruación” sería como en la actualidad decir “acción de la luna”, o “tener la luna” como dicen muchos pueblos de Hispanoamérica. Estas palabras, como todas, crean realidad y decir “tengo mi luna” en medio del asfalto de nuestras ciudades nos haría mirar hacia el cielo, hacia aquello que se llama igual que la sangre que nos viene cada mes, y nos haría tener muy presente que esa sangre nos mantiene unidas a su ciclo. Otra de las palabras actuales más comunes para hacer referencia al ciclo es la palabra “periodo”, término igualmente usado para marcar el sangrado a pesar de que hace referencia directa a un ciclo, a un periodo de tiempo. Pero el ciclo, con este término, se presenta totalmente desligado de la luna y, con ella, de la naturaleza. Ante la ausencia total de esta unión en la palabra “periodo”, al usarla constantemente para las mujeres deja de ser realidad que su sangre menstrual está ligada al ciclo lunar y pasa a ser algo periódico, algo que se repite, sin más. El último de los términos generales es “regla”. Al oírla en boca de otras mujeres, incluso en la mía propia, me viene rápidamente a la cabeza el intento de convertir el sangrado y el ciclo precisamente eso, una regla casi matemática: puntual, milimétrica y recta, sobre todo recta, haciendo desaparecer con esta denominación el misterio que custodia el cuerpo femenino a través de este proceso biológico. Estas denominaciones crean una realidad, crean la realidad que designan: que a la hora de hablar del ciclo menstrual este se reduce prácticamente al sangrado y a los días justamente anteriores a su comienzo. Cada vez son más las mujeres que comienzan a prestar atención a la menstruación como ciclo completo que se desarrolla entre sangrado y sangrado, y con ello a las palabras que usan para crear su realidad, por lo que poco a poco el ciclo va configurándose como realidad frente al periodo o la regla. Entre las mujeres, al igual que hay varias formas de denominar el ciclo menstrual, existen diferentes realidades, diferente formas de vivirlo. La herencia de Eva La llegada de Eva al paraíso para cubrir el hueco dejado por su antecesora Lilith junto a Adán supuso muchos cambios para la vida de las mujeres. Eva presentó con claridad su deseo de trascendencia al comer de la fruta de la sabiduría, fruto de la que probablemente habían estado comiendo hasta que un día llegó la prohibición. Una de las consecuencias de perseguir su deseo es la que hizo que Dios padre nos castigara pariendo nuestros hijos con dolor. Una realidad para muchas mujeres de mi sociedad es que la menstruación, el tiempo de su luna, tal y como vaticinó nuestro Padre y como si de un pequeño parto se tratara, es un verdadero sufrimiento. Comienza el suplicio varios días antes con lo que la doctora Dalton, eminencia dentro de la ginecología actual, bautizó como la enfermedad del Síndrome Premenstrual en la década de los ochenta. Hasta ese momento tal enfermedad no existía y las mujeres sentían una serie de cambios en su triple cuerpo que cada una llevaba como mejor podía. Desde que la enfermedad fue bautizada, es una realidad que experimenta más del 60% de las mujeres. He aquí como la palabra crea realidad. Según la doctora Christiane Northrup en su libro Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer “Hay más de cien síntomas conocidos del síndrome premenstrual. Cada uno de ellos está relacionado con inflamación celular, consecuencia de una compleja interacción de factores emocionales, físicos y genéticos”. Generalmente suelen aparecer durante la semana anterior al sangrado, aunque también son comunes justamente a mitad del ciclo, cuando se produce la ovulación. La lista de síntomas es tan amplia que en ella caben desde la aparición de acné, hasta la ansiedad por comer dulces, cansancio, confusión, dolor de espalda, hemorroides, irritabilidad, orzuelos pensamientos suicidas y, uno de mis favoritos, dificultades visuales, entre muchos otros síntomas. De los 10 factores que según la Doctora Northrup favorecen el síndrome premenstrual, los más comunes apuntan directamente a la alimentación, a su efecto en la producción de hormonas y en la inflamación celular. Elevado consumo de lácteos, cafeína, azúcar y carnes (estos dos últimos causantes de la inflamación celular), exceso de peso, niveles bajo de vitaminas y magnesio, así como falta de ejercicio son altamente favorecedores del síndrome. Además de estos factores, está el peso del concepto que nuestra cultura tiene sobre la menstruación. Este concepto, preeminentemente negativo, afecta emocionalmente a las mujeres sobre todo en la premenstruación. En palabras de la Dra. Northrup: Dada nuestra herencia cultural y las creencias acerca de la enfermedad en general y del ciclo menstrual en particular, no es difícil entender cómo las mujeres han llegado a equiparar su fase premenstrual con una enfermedad o maldición y a no considerarla un periodo para la reflexión y la renovación. De hecho, se ha demostrado experimentalmente que el lenguaje empleado por nuestra cultura para referirse al útero y a los ovarios afecta al ciclo menstrual de las mujeres; una mujer a la que, en estado hipnótico, se le dicen cosas positivas respecto a su ciclo menstrual, es mucho menos propensa a sufrir molestias relacionadas con la menstruación. Por otra parte, en un estudio se comprobó que las mujeres a las que se les hizo creer que tenían problemas premenstruales cuando en realidad no los tenían, decían que experimentaban más síntomas físicos adversos que las mujeres de otro grupo a las que se les hizo creer que no tenían problemas premenstruales. Estos estudios son excelentes ejemplos de cómo los pensamientos y creencias tienen el poder de influir en las hormonas, la bioquímica y la experiencia subsiguiente. Tras el síndrome premenstrual llega el sangrado. A las molestias físicas propias de esta parte del ciclo, tales como calambres en el útero, dolor de ovarios y de riñones, migrañas e incluso vómitos, hay que añadir cuestiones culturales como la vergüenza y asco ante la sangre vaginal, el uso de utensilios de higiene que aumentan la incomodidad física y la libre expulsión de los tejidos, algunos incluso gravemente perjudiciales para la salud. En el intento de vivir de la mejor forma posible el infierno que supone para muchas mujeres el sangrado, usan cualquier cosa que ayude a tapar lo que necesita salir, a esconderlo hasta el punto de llegar a hacerlo desaparecer. Frente al infierno siempre está el cielo y también son muchas las mujeres, y cada vez más, que afirman vivir su menstruación sin molestias algunas, incluso con placer y disfrute. Para ellas los días de la menstruación son un momento de relajación, la posibilidad de entrar en una habitación íntima, algo que a mi entender debe ser parecido a la habitación propia de la que hablaba Virgina Woolf: esa habitación en la que las mujeres podríamos encontrarnos con nosotras mismas y crear lo que quisiéramos. Entre el cielo y el infierno se sitúa la tierra y, en ella, las mujeres que dicen no sentir nada durante el ciclo. Ni la ovulación, sin síntomas premenstruales, ni los ovarios-úteros-pechos, ni nada de nada durante el sangrado. Muchas formas de sentir el ciclo, tantas como sentidos de lo femenino. Hacia la búsqueda de sentidos libres del ciclo menstrual Como ocurre con una herencia que recibimos de un familiar más o menos cercano, que nos preguntamos si la queremos y qué queremos hacer con ella, mi propuesta es hacer lo mismo con las ideas que cargamos en nuestra mente y sentimos en nuestro cuerpo sobre este hecho biológico que nos acompaña a la mayoría de mujeres durante varias décadas de nuestra vida. Propongo un trabajo de auto-reflexión y revisión sobre si las ideas y sentimientos en torno a este hecho biológico que nos da la posibilidad de crear vida y que hace de nuestro cuerpo un cuerpo solidario, abierto a la diferencia y entregado a la trascendencia, nos dan libertad o nos sitúan en un lugar en el que nos sentimos encasilladas, enclaustradas, encorsetadas. Hablo aquí de cualquier tipo de ideas, de cualquier tipo de sentimientos, sin importar que sean las que hablan de la menstruación como algo impuro que a su vez es tomada como la justificación de la inferioridad de las mujeres con respecto al hombre, como aquellas que afirman cómo debo sentirme en cada fase de mi ciclo y los arquetipos que me van a dominar en cada una de ellas. Mi deseo es darle al ciclo menstrual un sentido libre donde cada mujer pueda moverse con gusto, disfrute y libertad, donde cada mujer encuentre pasajes que la hagan sentirse situada y en relación con las demás, con ella misma y con la potencia creadora que custodia su cuerpo. A esto yo lo he llamado Rueda Menstrual y la desarrollo en los talleres presenciales de "Las 4 caras de la luna". Ahí creamos un espacio en el que el ciclo menstrual es una herramienta de auto-observación y auto-conocimiento en la que no hay principio ni fin, en la que el avanzar coge forma de espiral y pasamos una y otra vez por los mismo lugares sintiendo, pensando y actuando de forma diferente. Una y otra vez las mismas vueltas, una y otra vez la misma potencia creadora cogiendo forma dentro de nosotras, una y otra vez el misterio de la vida sin principio ni fin abriendose paso en nuestros cuerpos. Rodando en nuestro interior, en relación y en vínculo con la vida. El ciclo menstrual es el más básicos y terrenal que tenemos (...) Los ciclos macrocósmicos de la naturaleza, las fases crecientes y menguantes de la Luna, el flujo y reflujo de las mareas y los cambios de estación, se reflejan a menor escala en al ciclo menstrual del cuerpo femenino individual. Nosotras, todo esto, lo danzamos.
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